Por alguna razón, de estás cosas que solemos atribuir a la casualidad, dos de los más importantes nombres de la música contemporánea de México murieron en fechas cercanas aunque en diferentes años. Primero murió Jorge Reyes el 7 de febrero de 2009 y dos años después, el 9 de febrero de 2011 murió Eugenio Toussaint.
Entiendo que cada unos de estos dos sublimes compositores merecerían un Banquete porque además de los incuestionables merecimientos, su propuesta musical y su importancia en el contexto de la música contemporánea de México da para mucho, pero considerando la cercanía de sus aniversarios luctuosos intentaré hablar de los dos en este espacio y espero no quedarme corto en destacar la importancia de su música.
Hay hilos conductores entre ambos, más allá, por supuesto, de la solvencia musical. Pues bien, hace algunos años, no me atrevo a decir la fecha por miedo al error, pero ya han pasado algunos años, Eugenio Toussaint se presentó en un gran concierto en el Teatro Morelos acompañado por el maestro Antonio Zepeda, gran musicólogo e intérprete, además de experto en la música del México precolonial y autor de aquella maravillosa grabación llamada Templo Mayor que tuvo lugar en el Centro Escultórico de la Universidad Nacional Autónoma de México y es una excelente muestra de lo que es la música de nuestro antepasados, con toda la riqueza de percusiones y alientos. En efecto, este músico y musicólogo mexicano se presentó con Eugenio Toussiant en el escenario de Teatro Morelos en una audición musical llena del encanto de la música autóctona mexicana y de la magia que surge dócilmente de la improvisación realizada con estos maravillosos instrumentos, fue una sesión musical inolvidable, no recuerdo cuántas personas estábamos presentes en el Teatro Morelos, según recuerdo, este sagrado recinto de la cultura local lucía lleno.
Pero el punto es que en el verano de 1985 se publicó un extraordinario disco acreditado a Jorge Reyes, de hecho es su primera producción después de la disolución de Chac Mool, acompañado justamente por Antonio Zepeda, es decir, hay un incuestionable punto de convergencia entre estos dos músicos mexicanos, Reyes y Tousaint, el interés por el discurso musical independientemente del éxito comercial, de hecho, esto es lo que menos debe pasar por la cabeza de un compositor, en general de un artista, y no es que el arte y el éxito económico estén en disputa irreconciliable, afirmarlo sería una verdadera tontería, es, en todo caso, asunto de prioridades y para el verdadero artista el éxito económico no es y nunca será un prioridad, sino una consecuencia del trabajo dignamente remunerado, de cualquier manera me resulta absurdo pensar que alguien grabe un disco o escriba un libro deseando que nadie lo compre, obviamente esto es ridículo, es sólo que el creador de una obra de arte sólo espera que su obra sea apreciada en todo el peso de su valor y que como consecuencia de ese valor, venga el éxito comercial y no que el producto se consuma sólo por una bien elaborada campaña publicitaria sin justificar sus ventas con una buena propuesta, es decir, no sucumbir a los engañosos encantos de la diosa mercadotecnia.
Eugenio Toussaint hizo un trabajo excelso tanto en el jazz como en la música de concierto, conocemos sus grandiosos y elocuentes trabajos con sus hermanos, Fernando (q.e.p.d.) en la batería y Enrique en el bajo con el grupo Sacbé, especialmente me gustó el disco The Painters contando con el majestuoso trabajo del saxofonista Paul McCandless.
De manera paralela con su trabajo en el jazz y algunas de sus gloriosas improvisaciones como solista al piano, lo vi en ese formato en el Auditorio Pedro de Alba de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, es también digno de reconocimiento su trabajo como compositor en el extenso e inagotable mundo de la gran música de concierto, especialmente recomendable es su disco Música de Cámara en donde hace una serie de trabajos creativos y es interpretado por algunos de los más significativos ensambles de música de cámara: El Cuarteto Latinoamericano, el Cuarteto de Saxofones de México, el pianista Mauricio Nader, el flautista Horacio Franco, el Cuarteto Riabov. Además, no debemos olvidar las grandes obras de la música contemporánea como son las Tres Suites con la Camerata de las Américas, Día de Muertos, Danzas de la Ciudad, en fin, su producción es muy abundante.
Por su parte, Jorge Reyes dejó como testimonio uno de los mejores discos de rock progresivo mexicano, el primero con Chac Mool llamado Nadie en especial que compite en importancia con el Poeta del Ruido de Decibel, Ayunando en las Ruinas de Arturo Meza, Toncho Pilatos con su álbum homónimo de 1971, pero cuando Chac Mool decide dejar de funcionar como agrupación Jorge Reyes se involucra en una serie de experimentos musicales muy interesantes, ya mencioné A la izquierda del colibrí con Zepeda, Comala y su propuesta enfocada específicamente en la música autóctona mexicana. En alguna ocasión tocó en nuestra ciudad, primer patio de la Casa de la Cultura con un arsenal de instrumentos propios de las culturas precortesianas, cuando terminó recogió sus instrumentos, los guardó y se fue caminando sólo cruzando la plaza principal de Aguascalientes, lo vi alejarse y pensé en todo lo que este hombre que caminaba despreocupadamente por el centro de mi ciudad había dado a la música.
Así los dos, Jorge Reyes y Eugenio Toussaint, sin los reflectores de otros payasos, discretamente, ennoblecen la esencia de la verdadera música mexicana.