La influencia del desarrollo moral en nuestras actitudes ambientales (Parte 3) - LJA Aguascalientes
03/12/2024

Así como la educación y formación moral de respeto a los semejantes tradicionalmente se inculca en la infancia, no cabe la menor duda de que hoy en día también es muy importante incluir dicha consideración para otras especies, es decir, las plantas, los animales no humanos y los ecosistemas, que, dicho sea de paso, son éstos últimos los que hacen posible la vida en nuestro planeta y, tal como lo señalé en la entrega anterior, «sin un medio ambiente sustentable es imposible la sostenibilidad de la vida». ¿Qué tanto hemos avanzado en este rubro?

En el artículo de la semana pasada comenté que existe una gran contradicción entre lo que se está haciendo en educación ambiental en el ámbito institucional y lo que ocurre en los hogares, pues mientras que en los centros educativos se enseña a los alumnos qué medidas se pueden tomar para cuidar el medio ambiente natural, esto se contradice o ignora en la casa, de manera que no se ayuda al crecimiento moral ambiental de las nuevas generaciones, sino que se obstruye y entorpece, es decir, con este tipo de actitudes se dificulta el desarrollo de una actividad o un proceso que pretende ponerse en marcha con las nuevas generaciones, pero es obstaculizado por los adultos.

Quiero hacer la aclaración de que por Medio Ambiente Natural no debe entenderse nuestro entorno cotidiano como nuestra casa, escuela, lugar de trabajo, colonia, ciudad, incluso áreas verdes dentro de ésta; pues aunque son lugares y espacios que, conforman nuestro medio ambiente, éstos son artificiales, se han ido modificando desde que los seres humanos abandonaron el nomadismo en beneficio propio de la especie, lo que conllevo a ver el Medio Ambiente Natural como algo hostil y opuesto a nosotros, una especie de adversario a vencer que debe ser controlado y dominado. Yuval Noah Harari (2022) comenta al respecto en su libro Homo Deus que «con cada nueva generación, la ciencia contribuía al descubrimiento de nuevas fuentes de energía, nuevos tipos de materias primas, mejor maquinaria y nuevos métodos de producción. En consecuencia, […] la humanidad controla mucha más energía y materias primas que nunca, y la producción ha aumentado muchísimo». En otras palabras, el anhelo de dominar el mundo ha sido alcanzado con suma claridad en este siglo, pero también sin duda es un deseo que debemos abandonar ¡ya!, pues en ello nos va la vida y la del planeta. Tenemos que ser cada vez más conscientes, indica Harari, de que «tanto el progreso científico como el crecimiento económico tienen lugar en el seno de una biósfera frágil, y a medida que adquieren impulso, sus ondas expansivas desestabilizan la ecología». Esto es lo que tenemos que entender y aprender absolutamente todos, niños, jóvenes y adultos, que este planeta tiene límites, si se sobrepasan comenzará a perder su equilibrio poniendo en riesgo la continuidad de la vida, al menos tal como la conocemos. Es por ello que si queremos continuar viviendo en nuestro medio ambiente como lo conocemos, es imperativo que cuidemos el Medio Ambiente Natural.

Con base en la teoría del crecimiento moral, esto puede ser inculcado a los niños de forma conductual en el estadio 1, es decir, mediante premio y castigo, de manera que si hacen lo que se les pide reciben un reconocimiento, y si no, una sanción. Es así como inicialmente se va educando moralmente a los infantes y con ello se les van inculcando también valores y principios que guíen su comportamiento social (presente y futuro), pero en la actualidad urge integrar además normas ambientales en su formación. Un ejemplo de esto lo encontramos en el portal del Gobierno de México bajo el título ¡Fomentemos valores ambientales! (https://bit.ly/3HKsqc7) en el que se hace referencia de los valores que deben promover los educadores ambientales (o sea, todos los adultos) y cito a continuación:      

  •       La capacidad de amar, valorar, cuidar y conservar este planeta como a la vida misma.
  •       Aprecio y respeto del entorno, así como el cumplimiento de las leyes que regulan los impactos negativos del ser humano en la naturaleza.
  •       Ser responsables de nuestros comportamientos, conductas y hábitos de consumo, los cuales deben estar encaminados al respeto y protección del medio ambiente.
  •       Conservar, es decir, cuidar y valorar los recursos naturales para las futuras generaciones.
  •       Promover una convivencia equilibrada y armoniosa entre el ser humano y la naturaleza.
  •       Sensibilizar en torno a los problemas ambientales, así como incentivar acciones voluntarias para su mejoramiento.
  •       Participación, colaboración y ayuda mediante programas o campañas ambientales.

Insisto en que estos principios y valores se deben imponer a los niños un tanto a la fuerza y de manera interesada; sin embargo, en el nivel convencional estadio tres la situación cambia, porque se modifica la perspectiva personal e interesada sólo en «mi propio bien» por el bien social, por lo que se consideran los intereses grupales y no solo los particulares, sin esperar nada a cambio, además empieza a importar la opinión de los otros acerca de nuestro comportamiento. Esto significa que se cumple con las normas entendiendo su impacto social, pero además surge la preocupación por el «qué dirán» los otros acerca de mi actuar. En este nivel y estadio se supone que las personas entienden el impacto social y ambiental que conlleva no separar la basura y hacer uso responsable de los bienes naturales, como el agua potable, por ejemplo, entonces por su bien y el de los demás separan su basura y hacen un consumo razonable del agua, pero además lo hacen para evitar el descrédito social; aun así, nos topamos con personas que esto les vale y la única manera de hacer que su conducta cambie es que el estado (el adulto) los multé por no entender que lo que hacen está mal, en otras palabras, siguen estancados en el nivel preconvencional a pesar de ser adultos. Por eso es que en epígrafe de la primera entrega señalaba que «Si la madurez moral se obtuviera naturalmente con la edad, nuestro mundo sería diferente». Lamentablemente no es así.

Con esta entrega hemos llegado a la mitad de lo que implica el crecimiento moral en el estudio propuesto aplicándolo a la formación ambiental. En la (o las) siguientes continuaremos revisando y ejemplificando los estadios que faltan.

 


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