A la memoria de la Hna. Josefina de la Torre Borbón,
defensora de los derechos de los pueblos indígenas.
Hace unos días, el 9 de enero de 2023, murió Fray Miguel Concha Malo, religioso de la Orden de Predicadores (dominicos) de la Provincia de Santiago, de México, emblemático promotor y defensor de los derechos humanos en nuestro País, desde hace cuando menos cincuenta años. Como escribió Luis Hernández Navarro, el padre Miguel Concha, “fue una figura central en el proceso de formación, expansión, consolidación e incidencia política del movimiento por los derechos humanos en México.”[2] Fray Miguel comenzó a hablar y defender derechos humanos, mucho antes de que esta locución formara parte del lenguaje político y académico. Por más que la defensa de los derechos humanos estuviera implícita en muchas luchas sociales y políticas, no eran parte del lenguaje explícito.
La teoría y la praxis por los derechos humanos que lleva a cabo Miguel Concha, se inscribe en la Tradición Iberoamericana de Derechos Humanos. Desde hace algunos años, algunos filósofos e historiadores del Derecho y de los derechos humanos, venimos reivindicando y haciendo visible esta tradición de derechos humanos, que nace en América Latina en la defensa concreta que hacen de los derechos de los pobres –de los empobrecidos de las Indias-, Bartolomé de Las Casas y varios otros que como él se empeñan en ello.
Esta Tradición Iberoamericana de Derechos Humanos (TIDH), nace en el siglo XVI; anterior, pues, a las tradiciones de la Ilustración, la inglesa, la francesa y la norteamericana, que se comienzan a desarrollar, la primera en la segunda mitad del siglo XVII y la segunda y tercera en el siglo XVIII. Estas tradiciones ilustradas son de corte individualista, que priorizan la defensa de derechos políticos y de propietarios. Aunque los derechos humanos de las tradiciones ilustradas, fueron ampliando su catálogo de derechos, comienzan defendiendo, fundamentalmente, los derechos de los varones, ricos y blancos. La TIDH, en cambio, comienza con la defensa de los pobres, los indios, incluyendo la defensa de mujeres y niños, incluso de los esclavos de origen africano.
Miguel Concha, en su concepción y práctica de derechos humanos, se vincula a la TIDH, no sólo por la tradición dominica, que lo hermana con los profesores salmantinos Francisco de Vitoria y Domingo de Soto, los defensores “Novohispanos” Bartolomé de Las Casas, Julián Garcés –primer obispo de Tlaxcala- y Tomás de Mercado, sino por las causas que defendió, tanto en lo personal, como a través del Centro de Derechos Humanos “Fray Francisco de Vitoria”, que cofundó.
Para conocer más en detalle la amplia actividad y obra de Fray Miguel, remito al lector interesado al artículo citado de Hernández Navarro y a otro de esa misma fecha, también en La Jornada, de Blanche Petrich. Aquí voy a mencionar sólo algunas actividades ligadas al Centro Vitoria, a la revista Justicia y Paz, y algunas actividades en las que tuve el honor y gusto de participar con él.
En octubre de 1984, impulsado por Miguel Concha, nació el Centro de Derechos Humanos “Fray Francisco de Vitoria, O.P.”, con el propósito de apoyar la solidaridad con Centroamérica, en especial con El Salvador y Nicaragua, y con el explícito objetivo “de colaborar en la creación de los instrumentos para la defensa de los Derechos Humanos en México”.[3] Constituye una expresión concreta de la Orden de Predicadores (Frailes Dominicos) en la lucha por justicia y paz.
El Centro Vitoria estableció su domicilio en Copilco, en Odontología 35, colindante con la Universidad Nacional Autónoma de México, precisamente en el Centro Universitario Cultural (CUC) de los dominicos. Este CUC, lugar de encuentro y diálogo universitario, que ha contado entre aquellos que le dan vida, profesores de la Orden de Predicadores muy brillantes, como Fray Tomás Gerardo Allaz, que escribió muchos años en el Proceso de Scherer.
Junto con el Centro Vitoria, apareció el primer número del Boletín Justicia y Paz, precisamente en noviembre de 1984. Pretendía, “comunicar y divulgar los informes sobre situaciones graves de injusticia, con el objeto de proporcionar información veraz y lograr la solidaridad que impida los abusos a la dignidad del hombre, y ayude a un discernimiento y posición clara en favor de los pobres, de la justicia y la paz.” Durante un año se publicó el Boletín, con cinco números. En 1985 se da más impulso al trabajo de difusión, y nació la Revista Justicia y Paz.
La Revista Justicia y Paz refleja las preocupaciones y luchas del Centro de Derechos Humanos del cual es portavoz. Se trata, muy probablemente, de la primera revista especializada en derechos humanos en México. Su temática expresa la visión amplia e integral de los derechos humanos de la TIDH, precisamente desde las víctimas, desde los pobres, desde los que padecen injusticia. La temática, siempre de derechos humanos, se relaciona con los refugiados, los niños, el medio ambiente, las mujeres, los obreros, los pueblos indios, las culturas, la tercera edad, los campesinos, los jóvenes, etc.
Es importante mencionar, como colaboradores de Miguel Concha, tanto en el Centro como en la Revista, a Roberto y Benjamín Cuéllar, exiliados salvadoreños precisamente por ser defensores de derechos. Roberto Cuéllar estuvo al frente del Socorro Jurídico Cristiano, en San Salvador, organismo defensor de derechos humanos, fundado por el arzobispo Óscar Arnulfo Romero.
Me atreví a afirmar, líneas arriba, que Miguel Concha había sido promotor y defensor de derechos humanos desde hace cincuenta años. Es cierto, no utilizando la locución explícitamente, pero con su actividad en relación a esta temática.
Fray Miguel publicó un artículo en 1972 titulado “Ideas en torno al proyecto de una Teología Mexicana”, inspirado, en parte, en el libro clásico, entonces recién publicado, de Gustavo Gutiérrez, Teología de Liberación[4]. Concha propone que esa teología mexicana que propugna, tenga como contenido, entre otros muchos temas, “ser sensible a los problemas del desequilibrio, del distanciamiento creciente, marginalismos y colonialismos internos y externos de tipo económico, cultural y religioso.”[5] Está proponiendo que la reflexión teológica, el saber sobre Dios, se relacione con la problemática social de injusticia (marginalismo, colonialismo, desequilibrio). En donde hay injusticia, existe violación de derechos humanos.
Miguel Concha, junto con el también dominico Jorge Iñiguez, publicó en 1977 el libro Cristianos por la Revolución en América Latina[6], con una introducción muy interesante titulada “De opio a levadura”; libro en donde dan a conocer muy interesantes documentos provenientes de diversos actores cristianos comprometidos socialmente con proyectos de búsqueda de justicia, para diversos sectores oprimidos. Otra vez, implícitamente, se trata de expresiones de lucha por los derechos humanos.
No recuerdo en este momento cuándo y dónde conocí a Miguel Concha. Lo que sí recuerdo, es que en 1989, planeó un “Curso Básico de Derechos Humanos”, a solicitud de Don Samuel Ruiz, obispo de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, para ser impartido a las personas que formarían parte del futuro Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas. Concha me invitó a participar como profesor en ese curso, al que convocaba desde el Centro Vitoria. El curso se celebró en San Cristóbal del 10 al 12 de marzo de 1989. En ese evento conocí al también dominico, a mi amigo –que años después sería mi director de tesis de doctorado-, Mauricio Beuchot, que también participó en el curso.
Un año después, el 17 de marzo de 1990, me invitaron a participar en la celebración del primer aniversario del Fraiba –como le dicen al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas-. En esa ocasión participé precisamente con Miguel Concha y la defensora de derechos humanos, Mariclaire Acosta.
En fin, otras actividades compartía con Fray Miguel, como la presentación de un libro sobre la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el 24 de marzo de 1992[7]; publiqué un artículo sobre Fray Bartolomé de Las Casas y el uso alternativo del Derecho, en la Revista Justicia y Paz[8]; y otras. Menciono, por último, que cuando se dio el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el 1 de enero de 1994, se desató una ola represiva por parte del Estado, en contra de personas que trabajaban en procesos populares, en contra de defensores y defensoras de derechos humanos, también de periodistas, y de las propias comunidades indígenas. Ante esto, Miguel Concha, sabedor de que estaba al frente del Centro de Estudios Jurídicos y Sociales P. Enrique Gutiérrez (hoy Centro de Estudios Jurídicos y Sociales Mispat), me pidió la elaboración de un formato de amparo modelo para poder ser reproducido y utilizado cada vez que se ofreciera, en defensa de derechos de personas detenidas arbitrariamente o en peligro de serlo, y otras situaciones similares. Se elaboraron tres formatos, uno para ser utilizado por cualquier persona, otro para periodistas y otro más por el derecho a la salud, este último reclamando el libre tránsito también, para trasladar enfermos o heridos. Me ayudó en la elaboración de los amparos Martín Sánchez Testa, que había sido mi alumno de la materia de amparo, y entonces trabajaba conmigo; esto lo recuerda él, en un artículo que publicó hace algunos años.[9]
Vayan estas palabras como un recuerdo y pequeño homenaje, en honor de Miguel Concha, al amigo y maestro defensor de derechos humanos.
Aguascalientes, enero de 2023.
[1] Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.
[2] Luis Hernández Navarro, “Miguel Concha, un hombre bueno”, en La Jornada, 10 de enero de 2023.
[3] “Memoria de Cinco Años”, en Justicia y Paz No. 20, octubre-diciembre 1990.
[4] La primera edición apareció en Lima, por el Centro de Estudios y Publicaciones, 1971.
[5] Fray Miguel Concha Malo. O.P. “Ideas en torno al proyecto de una teología mexicana” en Servir. Revista Mexicana de Teología y Pastoral No. 38, marzo-abril, 1972, p. 145.
[6] Editorial Grijalvo, México, 1977.
[7] “Presentan libro sobre la CNDH. Violación Sistemática de las libertades básicas en México”, Nota de Rosa Rojas, La Jornada, 25 de marzo de 1992.
[8] Jesús A. de la Torre Rangel, “El uso alternativo del Derecho por Bartolomé de Las Casas”, en Revista Justicia y Paz, No. 20, México, octubre-diciembre de 1990, págs. 45-52.
[9] Martín Sánchez Testa, “Positivismo y mezcales de combate”, en Código Libre No. 6, septiembre de 2016.