Los gobiernos de México, Estados Unidos y Canadá condenaron los ataques contra la democracia brasileña y el “traspaso pacífico del poder”.
El domingo miles de partidarios del expresidente brasileño Jair Bolsonaro que se niegan a aceptar su derrota electoral tomaron por asalto el Congreso, el Supremo Tribunal Federal y el palacio presidencial, apenas una semana después de que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva asumiera el cargo.
“Apoyamos a la República Federativa de Brasil en la salvaguarda de sus instituciones democráticas. Nuestros gobiernos apoyan la libre voluntad de las personas de Brasil”, informaron en un comunicado conjunto.
En una conferencia de prensa desde el estado de Sao Paulo, Lula acusó a Bolsonaro de alentar el levantamiento de quienes calificó de “fanáticos fascistas”, y leyó un decreto recién firmado para que el gobierno federal asuma el control de la seguridad en el Distrito Federal.
“No hay precedente para lo que hicieron, y estas personas deben ser castigadas”, manifestó Lula.
En una conferencia de prensa el domingo por la noche, el ministro de relaciones institucionales dijo que se inspeccionarían los edificios para buscar pruebas como huellas dactilares e imágenes para que la gente rindiera cuentas, y señaló que los alborotadores al parecer pretendían emprender acciones similares en todo el país.