En 1980 yo tenía 17 años, todavía no alcanzaba la mayoría de edad, pero desde mucho tiempo antes el rock se había convertido en uno de los motores de mi vida; me pasaba las tardes, después de las clases de mi penúltimo semestre de prepa, leyendo los libros de José Agustín, Parménides García Saldaña, Víctor Roura y otros escritores del mismo perfil, leía también la revista Conecte, un incuestionable icono del periodismo rockero de los años ochentas en México, pero sobre todo, escuchaba música, mucha música, toda la que me era posible. Cada disco nuevo que caía en mis manos, era como tener la oportunidad de descubrir lugares fantásticos e inhóspitos para mi, era pisar un terreno desconocido al mismo tiempo que fascinante.
Pero dentro de mi insípido conocimiento musical en términos de rock, era ya un declarado fan de The Beatles, de hecho, había contraído una progresiva, incurable y regenerativa beatlemanía desde que era todavía un niño.
Pues bien, yo estaba ese lunes 8 de diciembre de 1980 en mi casa viendo una de mis series de televisión favoritas: “Starsky & Hutch”, ¿te acuerdas de ella? Yo nunca me la perdía. De repente interrumpieron la transmisión para dar la noticia: John Lennon acababa de ser asesinado en la puerta del edificio Dakota en la ciudad de Nueva York. El asesino, decía la noticia, era un hawaiano admirador de Lennon llamado Mark David Chapman. Yo, con el ligero peso de mis 17 años, no lo podía creer; John Lennon, con cuya música crecí, que había sido parte de la banda sonora de mi vida (así, aunque suene a lugar común), estaba tirado en alguna calle de Manhattan en el frío diciembre neoyorkino. Fue entonces que el peso de su ideología, no sólo de su música, ya de por sí consolidada, ganó mayor terreno y en instantes, aún sin la inmediatez de las redes sociales, su voz recorrió todo el mundo, su canto era reiterativo y su petición casi una exigencia, pedía incansablemente, una oportunidad a la paz.
Lo recuerdo muy bien, todos esos días posteriores al 8 de diciembre de 1980, todas las ciudades del mundo, Aguascalientes no fue la excepción, la voz de Lennon se escuchaba por todos lados, en las casas particulares, en los negocios, en las escuelas, en la radio, en fin, en cualquier parte, la voz de John inundaba las calles. Recuerdo aquella casa en la esquina de Madero e Hidalgo, con la ventana abierta día y noche, con una bandera del Reino Unido colgando por la ventana con una bocina de la que escapaban canciones de The Beatles y de John Lennon como solista alternativamente.
Creo que muy pocas personas tienen la capacidad de mover al mundo como si fuera una bola de plastilina, todo con el encanto de su creación artística, Lennon movió al mundo estando vivo, y una vez muerto, lo sigue moviendo sin descanso. Las generaciones nuevas lo siguen escuchando y conocen sus canciones y las cantan como si fueran parte de su vida, como si hubieran crecido con ellas cuando su edad todavía no llega a los dos dígitos, es verdaderamente increíble, creo que este fenómeno no tiene antecedentes en la historia.
Si, fue por culpa de Lennon la razón por la que inicié mi carrera en los medios electrónicos, concretamente en la radio; fue el 8 de diciembre de 1983, tres años después de la muerte de John que el master David García (q.e.p.d.), aún sin conocerme muy bien, tuvo la amabilidad de invitarme junto a mi amigo, el periodista José Luis Jiménez Castro, de hecho, él fue el contacto con David, a un programa especial de John Lennon con motivo de su tercer aniversario luctuoso, estuve en la cabina de XENM Radio 1320, en aquel tiempo Radio Casa de la Cultura, hoy Alternativa 98.1 fm, un par de horas compartiendo la cabina con el buen David (léase deivid), terminó el programa y me fui a mi casa, yo tenía 20 años y no me imaginaba que a consecuencia de aquella breve, modesta e insípida participación de un servidor en la cabina de radio, sería apenas la primera incursión ante un micrófono, año y medio después inicié mi vida en la radio de manera formal, todavía no me imaginaba que esto se convertiría en mi proyecto de vida, aquel primer programa de radio que hice se llamaba El Rock y sus Intérpretes y duraba sólo media hora, se transmitía los lunes, miércoles y viernes a las 11:00 de la mañana y los martes, jueves y sábados a las 16:30 horas, así inició todo.
Sólo lo he querido compartir contigo, probablemente no tenga la menor importancia, pero he querido, abusando de tu generosidad y paciencia al leer estas líneas, recordar en este aniversario luctuoso número 42 de John Lennon mis inicios en el fascinante mundo de la radio, definitivamente tenía que ser por The Beatles, si, inicié en esto por culpa de Lennon.
Por cierto, ahora después de más de cuatro décadas de su muerte, su música, su voz, su compromiso, su pasión, adquieren una vigencia que la verdad, y lamentablemente, no deja de sorprendernos, y digo lamentablemente porque la misma exigencia de John hace más de medio siglo sigue siendo la misma en el 2022, es decir, nada ha cambiado, quizás incluso algunas cosas han empeorado, pero la petición es la misma: “todo lo que estamos pidiendo, es una oportunidad a la paz”. Que así sea.