Una pregunta que me hago y me hacen con frecuencia es el por qué el Guacamaya-leaks no tuvo el impacto que se esperaba después del escándalo de alta intensidad provocó que hackers habían penetrado el sistema de información de la SEDENA.
En su artículo Una guacamaya (leak) que no hizo primavera, José Ramón Cossío Díaz (El País, 6.12.22) ofrece una contestación que ofrece buenas claves, para dar respuesta a la pregunta.
El hackeo masivo de los archivos del Ejército provocó enormes expectativas. Cossío Díaz plantea algunas, que sintetizan muy bien cuáles eran: Que habría un momento estelar al revelarse manejos indebidos, hechos de corrupción y patrones de actuación.
Y también que el Ejército podría llevar a cabo un proceso de investigación sobre sí mismo para superar sus malas prácticas, que el presidente rectificaría el camino de la militarización y que se iniciarían procesos para identificar responsables, aplicar sanciones y reparar daños. Nada de eso sucedió.
El autor dice, comparto su apreciación, que “después de unas semanas de revuelo, las cosas han vuelto a su curso. No hubo renovaciones. Las viejas prácticas se asentaron aún más y se ajustaron los círculos de silencio que las permitían”.
“La desaparición del fenómeno guacamaya (leak) y de todas sus implicaciones se debe, finalmente, a una razón. A la falta de un lugar al que los hechos y las personas puedan concurrir para ser considerados”, dice Cossío Díaz.
Más grave aún es “a la imposibilidad de que esa sede, campo o espacio institucional, llegue a existir y pueda operar. Los señalamientos y las acusaciones se desvanecieron porque nadie podía llevarlas a ningún lugar”.
Y añade las preguntas: “¿Qué autoridad podía comenzar la investigación sobre el Ejército? ¿Qué autoridad puede iniciar carpetas de investigación civiles o militares sobre las fuerzas armadas mismas?”
Continúa: “¿A qué amplio fragmento institucional se le va a procesar civil o militarmente? ¿Es posible procesar a unos o a muchos de los mandos y de los elementos a los que el Presidente de la República ha encomendado su proyecto de gobierno?”.
La realidad es que “ni desde lo civil ni desde lo militar habrá acciones legales sobre los guacamaya papers. La propia dimensión de lo asignado al Ejército le ha constituido un vacío. La imposibilidad de investigar y ser investigado. De procesar y ser procesado”.
Cossío Díaz (Ciudad de México, 1960), que fuera ministro de la Suprema Corte de 2003 a 2018, ofrece en este texto líneas de explicación, para entender el por qué el Guacamaya-leaks tuvo solo un impacto momentáneo y sin consecuencia alguna.
@RubenAguilar