Carlos Aguirre
Las últimas jornadas de grupos fueron días tristes, en el caso mexicano tristísimos. Más allá del reclamo a un DT o a unos jugadores en particular, la tristeza es por la suerte. Pudo haber sido otra la suerte y estaríamos contando otra historia. Para que la cuña apriete Messi tenía que fallar un penal que habría ayudado a los mexicanos.
El fútbol sí es la cosa más importante de las menos importantes, pero esa cosa también cambia el estado de ánimo. El fútbol es un reflejo de la vida. Perdimos como siempre porque la victoria es una especie en peligro de extinción, pero la derrota tampoco es permanente.Ojalá esto signifique un cambio de era, de modos, de proyectos, aunque tampoco hay tanta expectativa. Lozano, Chávez y algunos más merecen otra oportunidad de luchar por el quinto partido. La emoción fue buena mientras duró.
Se fue Bélgica con una generación perdida, una de las grandes decepciones es no ver a De Bruyne feliz en su selección. Pero lo más impactante fueron las lágrimas de Lukaku, otra vez la suerte no jugó en esa cancha, las increíbles fallas del delantero me hacen pensar que difícilmente se supera un partido como ese. Solo fue cuestión de centímetros, esos centímetros que seguramente causarán pesadillas.
Se fue Alemania y Canadá, los alemanes a reflexionar su papel en el mundo del fútbol y los canadienses a pensar el camino para consolidar una gran generación con grandes resultados en la región pero nerviosismo ante la justa global. También se fue Uruguay, que junto con Alemania, Bélgica y México acusaron un mismo síntoma futbolero, dramático y exagerado pero síntoma al fin: la edad. Aunque la experiencia es de los recursos más valiosos, en ocasiones se convierte en tu contra y ante un equipo fresco y rápido termina sucumbiendo.
Para nuestra desgracia se fue Camerún, aunque por la puerta grande venciendo a Brasil, la expulsión de Aboubakar es una bonita escena, expulsado por exceso de emoción al anotar un gol en tiempo de compensación. Pero Serbia no ayudó y la alegría africana se fue. También se fue Ghana y Senegal, se volvió un mundial a blanco y negro donde siempre ganan los mismos.
La Copa se quedará en los mismos de siempre: Argentina con dudas es la favorita en el corazón de los Messistas, Brasil avanza bailando, Inglaterra per nota, Francia arrollando. Más tristeza porque nos quedamos sin Corea y sin Japón que nos ofrecieron nuevas caras y rituales futbolísticos.
Cuando tu equipo se fue no queda más que apoyar siempre al más débil: nos queda Marruecos, Suiza y Portugal para que tengamos un nuevo campeón. De buen fútbol, historias mágicas y más victorias de Davides que Goliat pido mi limosna.