- 2023 será todo un año para reafirmar el compromiso que se tiene con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero buscando proyectarla o completarla con las materias que todavía no cuentan con un marco regulatorio de derechos humanos, como son los avances tecnológicos
El pasado 10 de diciembre se inició el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, documento que proporcionó un marco general de común entendimiento sobre los derechos humanos para ya no regresar a la barbarie y abrió paso a los posteriores tratados internacionales que se han adoptado en la materia, y en donde han quedado consignadas las obligaciones internacionales de todos los países.
A partir de ese día la Organización de las Naciones Unidas lanzó una campaña de un año de duración para extender y reorientar el conocimiento de la Declaración Universal, en especial en su legado, relevancia y activismo, toda vez que no puede negarse que la dignidad y la igualdad de derechos para todas las personas han venido sufriendo un ataque constante durante los últimos años, por lo que los valores y derechos consagrados en la Declaración Universal sirven de guía con la intención de que ninguna persona se quede atrás.
Durante estos 75 años el camino recorrido ha sido complejo. Las preocupaciones de los años que siguieron a la fundación de la Organización de las Naciones Unidas han aumentado notablemente. Los nuevos desafíos, por señalar algunos, son la pobreza, el cambio climático, las pandemias, los conflictos armados y la desigualdad en todos los ámbitos. Por esa razón, los derechos de las personas para hacer frente a las nuevas situaciones han ido creciendo mediante la adopción de instrumentos internacionales que reconocen nuevos derechos humanos.
El monitoreo del cumplimiento de todas las obligaciones internacionales establecidas en esos tratados internacionales en materia de derechos humanos es llevado a cabo mediante la labor que despliegan los 10 Comités de Derechos Humanos de la ONU, integrados por 172 expertos independientes provenientes de prácticamente todos los países.
Para dar una idea del trabajo realizado en un año por estos Comités de Derechos Humanos, piénsese que durante este año que finaliza se celebraron 26 periodos de sesiones, lo que arroja un total de 92 semanas y cuatro días trabajados, y ello sin contar las actividades realizadas entre los periodos de sesiones, que ahora con las actividades en línea se han intensificado enormemente.
En este año se revisaron los compromisos internacionales de 133 países, habiéndo con ellos diálogos constructivos para el mejor cumplimiento de los derechos humanos. De igual manera, se tuvieron reuniones con instituciones nacionales de derechos humanos y con organizaciones de la sociedad civil de los países en cuestión. Con independencia de ello, y con base en una protección más directa de las personas, se recibieron y analizaron 285 comunicaciones de personas que enviaron sus casos de violación de derechos humanos directamente a los comités y, por su parte, los comités dirigieron 95 acciones urgentes a los Estados para que tomaran previsiones especiales en relación con la violación de derechos humanos.
En este año que fenece, 47 mil víctimas de tortura en 79 países y 17 mil víctimas de esclavitud moderna en 30 países recibieron asistencia directa y rehabilitación de los fondos correspondientes de las Naciones Unidas. Por su parte, se organizaron 134 actividades de capacitación en el mundo habiendo participado más de 9 mil personas, ya sea representantes de Estados, integrantes de los mecanismos nacionales de informe o seguimiento, sociedad civil, equipos de Naciones Unidas al interior o en oficinas regionales, y parlamentarios.
Los comités elaboraron, además, observaciones generales sobre temas de gran preocupación en materia de derechos humanos, condujeron debates temáticos y conformaron grupos de trabajo para abordar temas de especial importancia. Además, emitieron 168 documentos públicos entre declaraciones y comunicados de prensa sobre su jurisprudencia y las preocupaciones más relevantes.
Vale la pena señalar que en junio de este año los presidentes de los comités de Derechos Humanos elaboraron un documento, con su correspondiente plan de acción, que contiene mejoras importantes para un mayor impacto de su trabajo, como son el establecimiento de un calendario previsible de revisión de los informes que presentan los Estados sobre el cumplimiento de sus obligaciones internacionales, con un puntual seguimiento a medio plazo; la armonización de los métodos de trabajo al interior de cada uno de los comités; la adopción de modalidades razonables para expertos de los comités con discapacidad y la implementación de mejoras digitales.
Con todas estas acciones se están generando cambios significativos en el Sistema de Comités de Derechos Humanos. Sin embargo, este esfuerzo será insuficiente sin la contribución de la sociedad civil, de las instituciones nacionales de derechos humanos y de todos aquellos actores involucrados en la protección de los derechos humanos, comenzando por la responsabilidad de los Estados.
2023 será todo un año para reafirmar el compromiso que se tiene con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero buscando proyectarla o completarla con las materias que todavía no cuentan con un marco regulatorio de derechos humanos, como son los avances tecnológicos en los que nos encontramos inmersos, acelerados por la década de empuje tecnológico provocado por la pandemia. No hay duda que hoy en día casi todo lo hacemos entrando a internet o bien utilizando las redes sociales, por lo que es necesario ampliar nuestro horizonte de los derechos humanos y hablar de los derechos digitales.
Lo mismo sucede con los avances científicos en materia de neurociencia, en donde los logros obtenidos hacen que veamos como algo muy cercano el mapeo de los millones de neuronas que contiene nuestro cerebro, haciéndose necesario que reflexionemos sobre los neuroderechos.
Vale la pena reiterar que hoy en día los Comités de Derechos Humanos de la ONU reafirman su compromiso permanente de reforzar su función de vigilancia de conformidad con sus respectivos instrumentos de derechos humanos y con los desafiantes tiempos en los que nos encontramos.