Inició el mundial en el lejano emirato de Catar con una ola de diversos cuestionamientos respecto a la forma opaca en la que el rico emirato árabe (segundo productor de gas en el mundo después de Estados Unidos) se hizo con la sede para 2022 y la consiguiente corrupción de los altos jerarcas de la FIFA. Y es más que lógico: donde hay negocios millonarios, sabemos que habrá corrupción multitudinaria. La cuestión es cómo se controla y ataja, cosa que la FIFA parece lejos de desear desde hace mucho tiempo. Y más allá, otro problema está en el cinismo de sus altos directivos actuales. Para muestra basta la reciente conferencia de prensa del señor Infantino, actual presidente, que más pareciera el discurso de un capo de la camorra napolitana que el de un dirigente deportivo internacional.
Además de la historia de corrupción para hacerse con la copa del mundo, está el tema del régimen catarí, más parecido a un reino de Taifas del medioevo andalusí que a un régimen moderno, donde prima poco o ningún respeto del gobierno por los derechos humanos y laborales de los miles de trabajadores migrantes extranjeros que edificaron los estadios donde se juega el mundial, donde se habla de más de seis mil muertes de obreros atribuibles a las pésimas condiciones de trabajo en el desierto, más cercanas a la esclavitud que al trabajo como un derecho; cosa que no es nueva porque ya se vivió antes en Brasil con los trabajadores haitianos y africanos que al terminar las obras del mundial migraron al norte. Algunos se quedaron desde entonces entre nosotros construyendo una sociedad mexicana más diversa y así, más rica. Por ejemplo, en Tijuana, donde hoy existe una nutrida colonia de residentes haitianos que viven y trabajan en paz. También se critica al gobierno catarí por su falta de empatía con el colectivo lésbico gay y diverso, su represión a los derechos de las mujeres, o la prohibición de que haya alcohol para los extranjeros durante el mundial. Entonces cabría preguntarse, más allá del millonario negocio, a quien le pudo haber parecido buena idea darle la organización de una copa del mundo a un pequeño, rico y regresivo reino medieval del golfo pérsico.
Pero vayamos a lo estrictamente deportivo: sorpresa tremenda el triunfo de Arabia Saudita sobre la Argentina de Messi (que en los mundiales pareciera huérfano sin el mítico Maradona haciéndole sombra), o la derrota alemana a manos de un imparable Japón. Pero la sorpresa termina pronto, cuando ves la repetición del pulcro marcaje que los sauditas le hicieron a Messi y los dos enormes goles que le hicieron a una más que desconcertada albiceleste a la que el VAR le anuló previamente 3 goles. Hábilmente, los árabes le aplicaron a la Argentina una receta de su propia medicina, “achicándole” la cancha. Y ya sabemos que con Argentina puede pasar cualquier cosa en el futuro. Lo mismo el fiasco rotundo o que sea campeona.
Goleó con seis y así da testimonio de su gran poder de juego la pérfida Albión; los gringos se dejaron empatar en la agonía del juego por el crack Bale y su brava Gales, Francia goleó también y demuestra que es seria candidata a repetir el campeonato. España le metió siete a los ticos y demuestra que llega en un gran nivel y que es desde ahora seria favorita para llevarse al campeonato, con un Gabi casi infantil que pinta para gran líder con solo 18 años. Habla mucho y bien del espíritu de España, que los 11 jugadores terminaron el partido buscando sin descanso el octavo gol. Y ese puede ser el mejor espíritu deportivo de un mundial tan cuestionado.
¿Y México? Pues en su nivel habitual. Nada más ni nada menos. Lo relevante: el veterano de cinco mundiales Ochoa le detuvo un penalti a la estrella polaca del Barsa, quien parecía querer empatar el a toda costa. Bien dijo hace años Joserra sobre el tricolor: “siempre invitado, nunca protagonista”. Ahora, comenta en tono literario Juan Villoro que la selección mexicana “escribió el prólogo de un libro que no existe: prepara bien las jugadas que no concluye”. Pero, en fin, aun no juega Brasil ni tampoco Portugal y queda mucho mundial por delante.
@efpasillas