Uno de los actos de corrupción más ominosos del fútbol mundial fue presenciado por casualidad por un par de reporteros mexicanos en 2010, cuando Rosa Covarrubias e Iván Pérez coincidieron en el hotel sede de la Copa del Mundo de Sudáfrica con jerarcas de la FIFA, de quienes oyeron cómo y por qué –antes de la votación– ya estaban decididas las sedes Rusia 2018 y Qatar 2022, que inició este domingo 20.
Dos periodistas mexicanos que cubrieron la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010 fueron testigos de cómo, antes de la votación, los entonces vicepresidente de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), Julio Grondona, y el secretario general de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), Eduardo Deluca, aseguraron que invariablemente Qatar sería elegido como sede mundialista “por la cantidad de dinero que estaba inyectando”.
Rosa Covarrubias, quien era reportera de MVS Radio, e Iván Pérez, editor en jefe de la sección de deportes del diario El Economista, se encontraban en el restaurante del hotel Michelangelo de Johannesburgo al mismo tiempo que un grupo de funcionarios de la plana mayor del organismo deportivo más importante del fútbol mundial, a quienes escucharon decir que las sedes de los mundiales de 2018 y 2022 se repartirían entre Rusia, Qatar y Estados Unidos, pese a que había al menos nueve países pujando por ese derecho.
La conversación, donde los dirigentes deportivos hablaron con el desenfado de quien no sabe que está siendo escuchado por un par de periodistas, tuvo lugar el 21 de junio de 2010, cuando Covarrubias y Pérez decidieron entrar a desayunar a un lujoso restaurante ubicado en el lobby del hotel sede del Mundial, tras haber cubierto cerca de ahí una conferencia del astro francés Zinedine Zidane.
Los reporteros no podían creer en su buena suerte cuando notaron que en el sillón del gabinete que estaba a sus espaldas se sentó el argentino Julio Grondona, en cuya mesa iban desfilando otros jerarcas del fútbol mundial: el francés Michel Platini, entonces presidente de la Unión Europea de Fútbol (UEFA); Issa Hayatou, presidente de la Confederación Africana de Fútbol, y el mexicano Emilio Azcárraga, presidente del Consejo de Administración de Grupo Televisa, propietario del club América y jefe máximo en la Federación Mexicana de Futbol.
“Iban todos los directivos y los altos mandos de la FIFA desfilando en esa mesa para saludar a Grondona. Me acuerdo que Rosa y yo dijimos: ‘Aquí está El Padrino’, porque además físicamente Grondona tenía un parecido. Nosotros estábamos desayunando, obviamente somos cero populares, cero conocidos, y empezaron a hablar un poco sobre el Mundial de Sudáfrica y llegaron a la plática de que se tenía que elegir a fines de ese año las sedes (de los mundiales 2018 y 2022), que era algo atípico definir dos sedes en una votación.
“Grondona dijo: ‘Las sedes de 2018 y 2022 ya están decididas y va a ser en Qatar y en Rusia o Estados Unidos’. Empezaron a hablar sobre el dinero que había metido Qatar y todo lo que había invertido y mencionó en ese momento que se estaba reuniendo con gente de Qatar. También habló un poco de la disputa de Estados Unidos y Rusia para ganar la sede”, narra Iván Pérez.
Queja contra Brasil
Rosa Covarrubias recuerda que durante alrededor de dos horas estuvieron sentados en ese sillón tipo gabinete y que permanecieron en silencio escuchando atentamente a Grondona, el segundo hombre con más poder en la FIFA después del presidente Joseph Blatter. Dice que intentaron grabar, pero que era imposible que a esa distancia se registrara con fidelidad lo que decían los dirigentes del fútbol.
Refiere que, además de Grondona y Deluca, estaba presente un representante de jugadores, cuyo nombre no recuerda, pero como los tres hablaban muy bien en español los dos periodistas estuvieron atentos a la conversación. “Recuerdo perfecto que Julio Grondona mencionó que el Mundial de Brasil 2014 iba a ser el último que se llevaría a cabo individualmente en un país ‘tercermundista’ y dijo: Vamos a tener mundiales con varias sedes”.
“Hizo énfasis en el tema de Brasil porque tenía problemas para la construcción de algunos estadios o la remodelación del Maracaná, y decía que la FIFA y Joseph Blatter ya estaban hartos de darle a países tercermundistas la Copa del Mundo porque no tienen en tiempo y forma las cosas, siempre hay rezagos y quejas.
“Me acuerdo que Eduardo Deluca mencionó: ‘Rusia lleva mano para 2018’ y que la sede de Qatar ya era segura para 2022, ‘ya está amarrada porque le están metiendo muchísimo dinero’ para llevar el fútbol hacia esa zona, y pues ‘qué mejor que sea un país como Qatar, con poder económico y con la infraestructura que podrían tener’”, detalla la reportera.
Covarrubias difundió esta información en el noticiario deportivo de MVS Radio, mientras que Pérez la publicó en una columna dos o tres días después. Ambas pasaron inadvertidas. A finales de ese año, durante el Congreso de la FIFA, se anunció lo que ambos ya sabían: que Rusia sería la sede del Mundial de 2018 y Qatar, de 2022. Fue la última vez que los 24 integrantes del ahora ya desaparecido Comité Ejecutivo de la FIFA votaron para designar las sedes de los mundiales.
Seis años después explotó una bomba internacional llamada “FIFA-gate”, en la cual, de una investigación realizada por el Buró Federal de Investigación de Estados Unidos y la Fiscalía de Suiza, fueron investigados, arrestados, enjuiciados y destituidos de sus cargos en el fútbol personajes como Ariel Alvarado (Panamá), Manuel Burga (Perú), Rafael Callejas (Honduras), Carlos Chávez (Bolivia), Luis Chiriboga (Ecuador) y Aaron Davidson (Estados Unidos).