Carlos Aguirre
Arabia dió la sorpresa de la Copa por el momento, aunque algunos periodistas deportivos muy avanzados en conocimientos advertían que no debíamos confiarnos de Arabia Saudita, la verdad es que nadie dudaba que Argentina, favorita para el campeonato, sucumbiera ante dos tiros, dos contragolpes y dos buenos goles. Las estadísticas del juego son claras, lo de la celeste parece más mala suerte que otra cosa, sin embargo el DT saudí supo anular el juego de Di María y De Paul. Deberíamos decir que de Messi también, aunque la pulga, fiel a su estilo, cargó el equipo hasta el final, pidiendo la bola, cobrando los tiros libres y hasta rematando de cabeza. A veces el fútbol es así, no gana el mejor sino el que el destino quiere. El grupo se puso loco cerrando con Arabia en la punta y Argentina hasta abajo, el dios del fútbol trae misteriosos planes.
México salió a la cancha, Vega lloró el himno como muy pocos mexicanos en la historia, solo se iguala al portero que nació en Argentina pero juega en Ecuador. El partido fue ampliamente dominado por México, demostrando lo que era de esperarse, ante la poca esperanza de la afición, la dura crítica de la prensa y el constante reclamo, la selección se crece. No se vio nada del delantero top mundial, Lewandowsky; Álvarez y Montes impecables en la muralla. Moreno se equivocó, aunque tenerlo frente a tu arco es de temer. Pero Ochoa, que no es un atajador recurrente de penales, puso otra atajada en su vitrina, esas que no dan medallas pero sí recuerdos, como la que hizo a Neymar en 2014. México se lleva la mejor actuación del grupo, aunque tendrá que luchar dos juegos más a muerte por la clasificación, nada está escrito. Chávez reencarnó al Cabrito y a Guardado como una grata revelación mundialista. Su zurda educada emocionó a todas las escuelas que pararon las clases de geometría por unas clases de resiliencia mexicana.
También se habló de México en el Dinamarca-Túnez por el arbitraje mexicano, mucha polémica y goles anulados, no parece ningún error grave, pero el árbitro es el blanco perfecto. Dinamarca decían que era el caballo negro y ahora ya no parece tanto. Túnez dio un partidazo que estuvo a punto de ganar, aunque en honor a la verdad, Eriksen comandó bien a los daneses y también se quedaron cerca. Se abrió el grupo y ambos jugarán su vida ante la poderosa Francia.
Unos días antes del inicio, Benzema, el balón de oro, anunciaba que no jugaría el mundial, en los últimos 30 años ha habido 3 casos en que un balón de oro no jugó un mundial posterior: Van Basten, aunque fue convocado al 94, el Milán presionó para que no jugara por una lesión del tobillo, que lo terminó retirando en 1995; Weah nunca jugó un mundial y Sammer se retiró de la selección antes del 98 por lesión, de ahí en más, todos los balones de oro han jugado el siguiente mundial inmediato. Otra de las aberraciones de este mundial fue el calendario que ha provocado varías pérdidas como la de Benzema, por lesiones. Esta última hizo dudar a muchos sobre la capacidad francesa y puso en el mapa la maldición del campeón. Pero Francia no se sintió maldito en ningún momento, Griezmann demostró que es un jugador de selección con una actuación impecable. Aunque debemos decir que Australia resistió estoico hasta el minuto 70, inició ganando el juego y tuvo amplias posibilidades de empatarlo antes del medio tiempo. Un digno representante de aquella zona geográfica. De las grandes figuras mundialistas, en el mismo día vimos a Messi y Mbappe, el francés se lleva el día por el gol y la alegría que demuestra al jugar con la selección. El equipo de Deschamps evoca eso: uno puede trabajar con alta presión pero siempre gozarlo y sonreír.