Rodolfo Popoca Perches
Bach no compuso nada para piano, todas sus partituras para teclado son con órgano o clavecín, de hecho el maestro apenas conoció un prototipo del piano que le presentó el fabricante Silberman pero a Bach no le gustó, le hizo algunas sugerencias que Silberman atendió sin estar del todo convencido, pero bueno, finalmente era Bach quien se lo solicitaba, y siendo el piano en ese momento, hablamos de 1748, un instrumento todavía en proceso sin que tomara su forma definitiva, Bach nunca escribió nada para el que más tarde sería considerado como el rey de los instrumentos. Posteriormente se han hecho algunas adaptaciones de sus conciertos para clave al piano, así como algunas otras obras como el Arte de la Fuga, que es, sin duda, la Biblia del contrapunto, obra inconclusa que no ofrece indicaciones en cuanto a qué instrumento en particular deberá utilizarse, por lo que existen muchas versiones de esta obra maestra de la historia de la música, incluso con piano, aunque es muy probable que Bach la escribió pensando en el clavecín, o probablemente el órgano. Tenemos también el caso de las Variaciones Golberg BWV 988, en este caso, Bach sí señala específicamente que el instrumento es el clavecín, pero también se ha llevado al piano, de hecho, y lo digo sin temor al error, que el mejor intérprete de la obra de Bach llevada al piano es Glenn Gould. Yo siempre he sido muy escéptico de las adaptaciones como las hechas con la obra de Bach al piano, y fue justamente el pianista canadiense Glenn Gould quien me convenció de que sí se puede tocar a Bach en el piano sin que deje de escucharse a Bach.
Pues bien, dos de estos conciertos de Bach que han sido adaptados al piano es con lo que iniciamos el cuarto concierto de la actual temporada de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, última del año 2022. En ese caso fue el Concierto No.1 BWV 1052 en re menor, y el Concierto No.5 BWV 1056 en fa menor. Se encomendó la ejecución como solista de estos conciertos al maestro José Daniel Romo Vázquez trabajando bajo la dirección del maestro Eduardo García Barrios. No conocía a este director, es la primera vez que se presenta en Aguascalientes, pero hizo un trabajo muy destacado, sin duda. Pero antes de hablar del trabajo de nuestro director huésped, me gustaría hacer algunos apuntes de las interpretaciones del maestro Daniel Romo como solista. Su relación recientemente con la OSA ha sido muy cercana, dirigió al coro Amicitia en dos grandes producciones, la Sinfonía No.9 de Beethoven que como sabemos es un platillo fuerte y diseñado para cantantes de gran nivel, tanto el coro como los solistas, Beethoven tiene fama de llevar a los cantantes al límite de sus posibilidades con muy altos niveles de exigencia. Después dirigió a su coro en la ejecución del monumental Réquiem de Mozart en dos ocasiones, la primera en Catedral con la OSA y una segunda presentación en el Teatro Morelos en un concierto para recaudar fondos para costear el viaje del Coro Amicitia a un concurso coral en Italia. Ahora lo hace tocando como solista en un repertorio sumamente difícil y me queda claro que no cualquiera le entra a este reto mayúsculo y él tuvo el valor de enfrentarlo.
Note cierta inseguridad en la ejecución del maestro Daniel Romo, sobre todo en el Concierto No.1 BWV 1052 en donde los niveles de exigencia son extremos, además de que la complejidad de la obra hace del concierto un verdadero reto, es agotador para el solista, tanto por el despliegue técnico como en el desgaste físico.
Me considero un admirador del trabajo del maestro Daniel Romo, tanto en su labor como director coral y también como pianista y me queda claro que esta no fue su mejor noche. Hubo a lo largo de su ejecución algunas dudas, momentos inciertos, no obstante, su técnica es irreprochable. Posiblemente esos ligeros atropellos en su ejecución mermaron un poco la posibilidad de transmitir eso que no está escrito en la partitura, me refiero a la sensibilidad, finalmente esto es lo que hace que el intérprete se adueñe de la partitura, que la haga suya y esta es la forma de conectar con el público, siento que faltó esa conexión con el auditorio que generosamente pobló el patio de butacas del Teatro Aguascalientes.
La segunda parte del concierto nos ofreció las dos suites de la música incidental, originalmente formada por 23 movimientos de Peer Gynt, obra del compositor noruego Edvard Grieg basado en la novela homónima de su compatriota Henrik Ibsen, pero el maestro Eduardo García Barrios nos propuso una estructura diferente, en lugar de interpretar las dos suites consecutivamente, mezcló los cuatro movimientos de cada una de las dos dándole una unidad diferentes a la que ya conocemos, ya hay que decir que el resultado fue muy satisfactorio. Independientemente de la estructura, la Sinfónica se escuchó sublime, poderosa cuando la partitura lo indicaba, delicada, fina y dulce cuando así era necesario.
Para el concierto de mañana viernes 11 de noviembre, la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes nos presenta un programa compuesto por la obertura Caballería Ligera de von Suppé, la celebérrima Rapsodia en blue, -no es en azul, es en blue, se refiere al carácter de la música-, de George Gershwin con la participación del maestro Juan Martín González al piano. El concierto termina con la sexta de las nueve sinfonías del compositor bohemio Antonin Dvorak, es el opus 60 en re mayor. Nos vemos la noche del viernes 11 de noviembre a las 20:30 horas en el Teatro Aguascalientes.