La vulgarización de la política inicia precisamente con la vulgarización del lenguaje.
Octavio Paz.
Hoy, más que en ningún otro momento de nuestra historia contemporánea, México necesita urgentemente elevar el nivel de la acción y el discurso político nacional. El momento histórico por el que atravesamos como país así lo exige. El entorno global está definido por una complejidad que nos obliga a una respuesta y disposición unida, común, empática entre todos los mexicanos, teniendo como eje principal el bienestar de la nación. Al mismo tiempo, la realidad interna está marcada en cada uno de sus aspectos fundamentales por unas circunstancias por demás difíciles y retadoras.
Así, para comenzar, la seguridad pública vive hoy una zozobra inusitada, amplias regiones del país están a merced de la más pura violencia y desgobierno. La población de las entidades de Guanajuato, Michoacán, Estado de México, Zacatecas, Baja California, pide a gritos una respuesta efectiva para regresar a sus comunidades, a sus ciudades, esa paz tan necesaria para realizar la vida común, cotidiana, segura, productiva; transitar por sus carreteras sin el riesgo de que alguna bala perdida sesgue su vida y detenga su tiempo. México está a punto de alcanzar el nada honroso “récord” de 140 mil muertes violentas en lo que va de la presente administración, a pesar de la creación de la Guardia Nacional y del mantenimiento y legalización de la presencia de las fuerzas armadas en las calles del país. Tampoco se ha notado el impacto de los famosos programas del gobierno federal de los apoyos para los jóvenes y las becas para los estudiantes, para disminuir la atracción de los distintos grupos delictivos a sus filas. Todo lo contrario, se han fortalecido y hoy representan una fuerza formidable que confrontan a las fuerzas del Estado mexicano.
La economía nacional sigue transitando con dificultades los presentes días, por fin la inflación ha logrado ser contenido en alrededor de un 8.5%, sin embargo, las tasas de interés ya alcanzaron un 10%, porcentaje que no se había alcanzado en décadas. En todo caso es necesario estar muy atentos al comportamiento de los precios de los productos indispensables en la canasta básica de los mexicanos, que resienten el impacto del costo de la tortilla, el huevo, el jitomate, el aceite comestible, en fin, de lo esencial para pasar cada día en este México nuestro.
Por otro lado, sigue latente el conflicto comercial con nuestros socios del norte, que, lejos de resolverse, parece irse complicando cada día. La impericia de nuestras autoridades en el proceso de atención y negociación ante las autoridades comerciales estadounidenses y canadienses, se ha hecho manifiesta tras el cambio de titular de la Secretaría de Economía y la comparecencia de la nueva secretaria Raquel Buenrostro, en el Senado de la República, de la cual, por cierto, todo indica que complicó más la situación del país en ese tema (las consultas por la denuncia de las empresas de esos países relacionadas con las energías limpias). Además, habría que sumarle una posible denuncia de parte de los EU por una disposición de las autoridades que afecta la importación de maíz transgénico a México, a contrapelo del T-MEC.
No acabamos de salir de una fuerte discusión por el tema de la radicación de la Guardia Nacional a la Sedena y la constitucional instrucción de que su mando sea civil, y la extensión de la presencia de los elementos de las fuerzas armadas hasta el 2028, cuando nos enfrentamos todos los mexicanos a resolver la iniciativa del presidente López Obrador de la reforma electoral que determinará el marco constitucional que dará cuerpo a las instituciones y procedimientos del proceso electoral del 2024.
Hemos sido testigos de la manifiesta importancia que el jefe del Ejecutivo ha dado al tema. La iniciativa propone sustituir al INE tal como lo conocemos hasta el día de hoy; su principal órgano de gobierno sería “electo” por el pueblo (así gusta autodefinir a la 4t el presidente); se restringirían los recursos a los partidos políticos, abriendo la posibilidad de sustituir esos recursos con otros, con el enorme riesgo de la filtración de los de procedencia del crimen organizado y sus efectos claros; todos los legisladores serían electos a través de listas de partido; se disminuirían los senadores a sólo 96; el control del padrón se le retiraría al nuevo organismo, dejando la puerta para que sea el gobierno federal el responsable de dicho listado. Y así su reforma.
Derivado de lo anterior, y más allá de la respuesta y reacción de los partidos políticos opositores, la sociedad civil organizada rechazó de manera contundente el propósito del Ejecutivo al interpretarla como una clara muestra de desaparecer al INE, único organismo autónomo y constitucional que ha resistido los embates del jefe de la 4t y se ha vuelto el único recurso legal para contener las ambiciones transexenales de AMLO y defender la democracia mexicana en ciernes. Así, desde hace al menos tres semanas se ha impulsado la realización de una serie de marchas en el país para defender al INE e impedir el libre tránsito de la reforma electoral del lopezobradorismo. Al menos en 55 ciudades del país, se desarrollarán no sólo marchas, sino manifestaciones convocadas y organizadas por la propia ciudadanía. Esto desató la furia del Palacio Nacional a niveles no antes manifestados por su agresividad contra los organizadores y los posibles participantes.
El presidente tiene una doble responsabilidad, ya que habla a nombre propio, en tanto portador de su idea de nación, pero también habla a nombre de otros, quienes se asume que le han otorgado la confianza de representarles en la discusión de los asuntos del Estado. López Obrador debe en ese sentido, tener el más amplio sentido de la responsabilidad. Nada de lo que dice puede ser emitido a la ligera; por el contrario, su lenguaje debe ser meditado; la prudencia debe ser su norma, y la temperancia su código lingüístico de cabecera. Paz tenía razón.