Entrevista a Marcos Daniel Aguilar sobre Gestos del Centauro
¿Cuántos de nosotros no nos hemos sentido fascinados por la figura elegante, poderosa, del caballo? El equino ha sido acompañante de la humanidad desde hace milenios. Acompañante de largas migraciones. Acompañante en sangrientas batallas. Acompañante de largas y penosas expediciones. Podemos recordar al gran conquistador macedonio Alejandro Magno acompañado siempre de su fiel y brioso Bucéfalo, caballo que sólo él pudo domar cuando era solo un niño. Pero si la historia está repleta de caballos famosos, la literatura no se queda atrás, y basta recordar a Rocinante, acompañante fiel del caballero de la triste figura, Don Quijote de la Mancha, quién tenía a su fiel escudero, Sancho, quién realizó las famosas gestas a lomos de su burro, cuyo nombre no es revelado en la novela. Los equinos forman parte de la historia de la humanidad. Sin ellos, el ser humano no sería lo que somos.
El caballo también es una parte esencial de la construcción de la identidad de las naciones latinoamericanas, a partir del trabajo que han realizado los artistas, escritores, pintores, grabadores, litografistas, sobre la figura del caballo. Para el ensayista y periodista cultural mexicano, Marcos Daniel Aguilar, (Cd, de México, 1982) esta construcción es esencial para entender la construcción de la figura mítica del centauro; Hombre y caballo, reunido en un solo, compenetrados, construyendo naciones, recorriendo enormes distancia, dándole forma a nuevos territorios, que serán retratados a partir de la pluma de los ensayistas más preclaros de América latina, y por varios de los artistas visuales llegados a América a finales del siglo XIX y principios del XX, para tratar de entender, a partir de la imagen, cómo eran esas jóvenes naciones latinoamericanas, que se abrían paso en el llamado concierto de las naciones.
Gestos del Centauro es el más reciente libro de ensayos del escritor y periodista cultural Marcos Daniel Aguilar, publicado por la joven Ediciones Periféricas y el Instituto Tuxtleco de Cultura y Arte. Es maestro en periodismo cultural del CIDE, ha sido profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, y es autor de libros como Un informante en el olvido, sobre la obra periodística de Alfonso Reyes y La terquedad de la esperanza. También ha sido editor de la Agencia de Noticias del Canal 22, de Ediciones De Lirio, y fue fundador de la Gaceta Cariátide y de Revista Desocupado.
Javier Moro Hernández (JMH): ¿Cómo se dio este proceso de recuperación de ensayos, teniendo como elemento central al caballo, al centauro?
Marcos Daniel Aguilar (MDA): A lo largo del siglo XIX y del siglo XX, sobre todo, pues en la tradición hispanoamericana fue un acto muy recurrente entre los escritores de hace más de un siglo, es decir como no había tantas posibilidades de recuperar, de primero de hacer un trabajo en conjunto, pensado para que se pudiera publicar en un libro y tampoco había las posibilidades económicas como para mandar a hacer un libro por cuenta propia, muchos de los escritores y escritoras, al menos del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX lo que hacían era recuperar todo el trabajo literario que hacían y ¿dónde se publicaba ese trabajo literario? Generalmente se publicaba en periódicos y revistas, en gacetas y en boletines, y al final de cuentas se pensaba en darles una orientación o una columna vertebral para que posteriormente cuando ya se tenía la oportunidad de poder reunirlos y tener ya sea al editor o la inversión para poder publicarlos pues de esa forma salían. Siempre lo he tenido muy claro en ese sentido, escritores como Alfonso Reyes, que me gusta mucho y que lo he estudiado, hizo eso. Otros escritores de su generación y maestros suyos, pues como Ignacio Manuel Altamirano, Justo Sierra, lo hicieron de la misma forma, y otros más, Federico Gamboa, José Juan Tablada, Luis G. Urbina, fueron recuperando los textos ensayísticos que publicaron en la prensa y que finalmente pudieron reunir en un lugar. En el caso de los Gestos del centauro pasó algo similar, y lo tenía muy claro desde el principio. Yo trabajaba en una revista que se llamaba justamente Mundo Equino en donde era el jefe de la sección cultural. Ahí no solamente yo solicitaba textos que hablaran sobre competiciones o competencias ecuestres o entrevistas con los entrenadores y con los deportistas que practican este deporte, sino que también solicitaba textos de corte de artículos o ensayos que hablarán sobre la historia y sobre la importancia cultural de este animal, de este ser vivo que aún habita entre nosotros como es el equino o el caballo. Entre las ediciones de esta revista yo fui metiendo algunos textos que me iban llamando la atención y ahí fue cuando me percaté que la presencia del caballo recorre toda nuestra cultura y que recorre la mayor parte de nuestra historia, al menos occidental. En el caso de los pueblos de Latinoamérica el caballo irrumpe de una manera muy fuerte en tiempos de la conquista, de la llegada de los conquistadores ibéricos a las tierras americanas. Allí el caballo es una de las presencias, ya incluso míticas o mitológicas de la fundación de los pueblos que habitamos y que hablamos en español el día de hoy.
JMH: Justo la irrupción del caballo y la sorpresa y terror que causa a los pueblos indígenas es un elemento central en la conquista de América. El caballo es un animal que transforma el mundo a partir de la conquista, pero también del trabajo de los colonizadores.
MDA: En términos históricos el caballo, no solamente se convirtió en un fiel compañero de la humanidad, sino que la misma humanidad utilizó la potencia y la fuerza del caballo como medio de transporte y como medio de transporte constituyó un elemento súper importante para empezar a trasladar, no solamente productos, sino personas de un lugar a otro. El caballo al final de cuentas también es una pieza fundamental en muchas partes del planeta para construir los diversos caminos que iban a ir constituyendo nuestra vida social, nuestra vida política y nuestra vida económica. El traslado de productos de un punto a otro, del campo a las ciudades, de las ciudades al campo y viceversa. En ese sentido el caballo es ciertamente una fuerza económica que fue cambiando y transformando el mundo hasta llegar a una etapa en donde ya no utilizamos al caballo como medio de transporte, pero los caminos que se trazaron para que las carretas y los caballos tal cual transportarán a esas a esas mercancías son en muchas ocasiones las mismas rutas que seguimos utilizando para conducir los vehículos y de una manera similar o paralela, desde muy entrado el siglo XIX, en una forma similar pues a través de la locomotora, pues sirvió de una manera éste de una manera similar, pero si lo vemos en retrospectiva pues es muchos de esos caminos, muchos de esos trazos fueron hechos con base en las pisadas, en el trote del cuadrúpedo, pensar en eso me parece una buena metáfora de lo que somos hoy en la actualidad como sociedad.
JMH: Me parece muy interesante en la forma que está dividido el libro, en dos grandes divisiones, que son Pincelazos como crines y Utopía del centauro, dos visiones, una la pictórica, la de la imagen del caballo, y otra la del pensamiento sobre el caballo, el texto sobre el caballo, la imagen y el texto.
MDA: Cuando yo escribí cada uno de estos ensayos, la verdad es que yo no me daba cuenta de que estaba escribiendo en términos de la temática, simplemente iba recogiendo obras de diversa índole artística que me llamaban la atención, y es justo cuando empieza a recopilar todos los textos que escribí en aquella época que me doy cuenta que en realidad los podía dividir en dos, que mi gusto por ver al caballo era a través de las artes visuales y también era a través de encontrarlos en las páginas de narradores hispanoamericanos o ensayistas hispanoamericanos o historiadores. Por una parte, está el arte visual y por otra parte está la literatura o el pensamiento y las ideas en torno a la vida social, que inevitablemente va a involucrar al caballo. Ahí es cuando me di cuenta que el caballo hasta muy entrado la segunda mitad del siglo XX seguía siendo un elemento vital, vivo y presente entre las Sociedades hispanoamericanas y yo creo que del mundo. El caballo todavía muy entrado ya casi rayando el siglo XXI el caballo era muy utilizado todavía en las en las poblaciones rurales de México no esté del México del norte, del sur, del centro del país. Todavía en las novelas, las crónicas y los ensayos del siglo XX, el caballo sigue siendo una pieza fundamental. Otra cosa de la que me di cuenta de que también pasaba en las artes visuales, que, aunque el artista visual o el escritor o escritora no pensara en retratar al caballo con la palabra o con el pincel, inevitablemente lo iba a hacer, porque era parte de la convivencia cotidiana de las personas. Y eso sucedió hasta hace dos o tres décadas. En realidad, la erradicación del caballo solamente como un atractivo de entretenimiento o de folklore o solamente para los desfiles militares, no tiene mucho tiempo que se instauró de esa forma, tiene pocos años. Tal vez unos 30 años en que el caballo todavía era una fuerza laboral, de trabajo, económica, militar y policial, porque el caballo también ha sido una un elemento político, porque el caballo ha sido utilizado para las batallas, ya sean bélicas o para el resguardo policial. Y sobre todo para el transporte de los productos, y ahí podemos llamarlo mula, caballo, yegua, asno, el equino en sus diferentes representaciones, y regresando al arte visual los artistas también, aunque no querían retratar al caballo terminaron haciéndolo al momento de retratar la vida cotidiana, sobre todo de los pueblos de Hispanoamérica, estaban allí en las calles, en el campo, en las ciudades, o sea, el caballo era un habitante natural de las ciudades no estaba relegado al campo. Todavía podemos ver en el Centro Histórico de Coyoacán, del Tlalpan, del Centro Histórico de la Ciudad de México, de Azcapotzalco, estos viejos puntos, estos anillos en donde se ataba el caballo y pues que se utilizaban todavía hace pocos años.
JMH: Justo quería platicar de los retratos que hacen los artistas visuales, pensando en el ensayo sobre César Hipólito Bacle, porque ahí podemos ver justo esta presencia importantísima del caballo en la vida cotidiana de las ciudades, de las grandes capitales de América latina.
MDA: Eso es muy interesante, porque justamente litografistas como César Hipólito Bacle en Argentina o como lo hicieron en México en el siglo XIX Claudio Linati, que fundó una de las grandes revistas literarias del siglo XIX mexicano que es El Iris, entre otros muchos artistas que llegaron a México y que empezaron a retratar los usos y costumbres de los pueblos de América. Eran artistas viajeros a los que les interesaba conocer nuestra cotidianidad, cómo hablábamos, cómo nos veíamos físicamente, cómo nos expresamos, cómo vivíamos en general y resulta que, en las grandes capitales de América, como lo hace Bacle en Buenos Aires o lo hace el Linati en la Ciudad de México, pues resulta que el caballo es parte de la vida cotidiana. En ese sentido, el caballo constituye una imagen permanente, no solo del campo sino de la ciudad, y que en términos de lo que hoy llamaríamos como estudios antropológicos o sociológicos, creo que se debería profundizar un poco más sobre cómo los animales de carga, los diferentes animales que hemos utilizado en el consumo laboral constituyeron también un desarrollo en todos en todos los niveles sociales y de esa misma forma como lo hicieron estos personajes en el siglo XIX lo van a seguir haciendo los pintores, mexicanos y extranjeros que llegaron a México para retratar justamente las peculiaridades que resultan ser nuestras vidas en América Latina, con todas sus contradicciones o con todos sus elementos que parecerían surreales. Otra cosa que me llama la atención es justamente que en mi caso particular no he estado desligado tampoco de la figura del caballo, tomando en cuenta que la mayor parte de los habitantes de la Ciudad de México, tenemos padres o abuelos que venían del campo, un campo que todavía conocimos, que todavía pude conocer.