Temor y frustración entre la izquierda. El futuro de Italia, en manos de la extrema derecha - LJA Aguascalientes
21/11/2024

 

Las fuerzas progresistas italianas –feministas, integrantes del colectivo LGBTI+, inmigrantes, entre otros– están enojadas y confundidas: tras perder las elecciones del pasado 25 de septiembre ante la ultraderecha, ven con pesimismo el futuro de su país por el riesgo de perder los derechos civiles conquistados, pero también por la política exterior que habrá frente a la guerra de Ucrania, y por la economía que, aseguran, se verá seriamente afectada.

 

El pasado miércoles, Día de Acción Global por un Aborto Legal y Seguro (que surgió en 1990 en el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe), decenas de miles de italianas salieron a manifestarse en varias ciudades del país. La iniciativa había sido organizada por el colectivo Ni Una Menos y, en su gran mayoría, las activistas eran jóvenes mujeres.

 

Sin embargo, este año no se trataba de una recurrencia como la de cualquier otro año. “Estamos furiosas porque en este escenario político, entre guerras, crisis económica, crisis climática y la campaña electoral, nuestros cuerpos siguen siendo un campo de batalla”, explicaron.

 

Las feministas italianas se referían a la victoria de Giorgia Meloni, la líder del partido de extrema derecha Hermanos de Italia, que el pasado 25 de septiembre ganó las elecciones legislativas en el país.

 


Más allá de las evidentes diferencias ideológicas (el colectivo Ni Una Menos se sitúa también en Italia en el espectro político de la izquierda), la razón de la ira de las activistas remitía a que, durante toda la campaña electoral, el aborto fue uno de los temas más discutidos. Algo que ocurrió tras que Meloni dijera que quiere “aplicar plenamente” la actual legislación para ayudar a las mujeres a “no abortar” cuando así lo deseen. Y esto en un país, como Italia, en el que el número de clínicas públicas para ejercer este derecho es insuficiente, y en el que casi 70% de los ginecólogos del país es objetor de conciencia y rechaza atender a las mujeres que piden abortar.

 

 

 

Ira y confusión

 

Desesperación, temor, frustración, confusión, enojo. Todos esto puede describir esta semana el sentimiento de esa parte de la población desgarrada por la victoria ultraderechista en Italia. El futuro del país, los derechos civiles conquistados hasta ahora (y los que aún se reclaman), pero también la política exterior frente a la guerra de Ucrania, y la economía, son las principales preocupaciones que mantienen en vilo a muchos de los que no se sienten representados por los ganadores. Y esta es una constelación que aglutina a grupos diversos: activistas, feministas, integrantes del colectivo LGBTI+, inmigrantes y, de manera evidente, también las bases del progresista Partido Democrático (PD) italiano.

 

Antonella Giorgetti tiene 65 años y 35 de ellos los pasó metida en política. Empezó cuando aún existía el Partido Comunista Italiano, y luego transitó por sus herederos, el también desaparecido Demócratas de Izquierda y, ahora, el PD. También ha sido secretaria de un importante político y, ya jubilada, quiso volver a trabajar para los demócratas italianos. Cuenta que lo que más le preocupa no es que regrese el fascismo, que le suena a tema viejo, sino el daño que ve posible que los ultraderechistas le hagan a la Italia de hoy.

 

“Yo temo más por la economía. Ella no sabe nada y cree que sí. Nos arruinará en menos de un año. Nuestra economía se hundirá, ya verán”, dice Giorgetti.

 

A sus 56 años Rossella Coltorti, una empleada de Roma, también ha militado durante décadas, y su visión no es muy distinta a la de su compañera de partido. “También me pregunto qué pasará con el derecho al aborto, con Ucrania, con los inmigrantes. Estoy preocupadísima. Tengo miedo”, dice esta representante de las bases del PD.

 

Con 26 años, Alessio Tamburro es de otra generación, pero coincide: “No creo que sea posible que en 2022 el fascismo se reinstaure en Italia. Pero sí me siento muy amargado. Meloni era ministra de la Juventud en 2011, cuando Italia con (el magnate y entonces primer ministro) Silvio Berlusconi estuvo al borde de la quiebra”, afirma este estudiante de ciencias políticas. “Las actuales propuestas de la coalición de derecha son incoherentes, ni se sabe de dónde piensan sacar el dinero”, dice Tamburro.

 

El peruano Johnny Valdivia, de 50 años, la mitad de los ellos transcurridos en Italia, también ha razonado sobre el asunto. “Para los inmigrantes no cambiará mucho (con Meloni). Los africanos seguirán cobrando dos euros la hora para hacer trabajos que los italianos no quieren hacer”, dice este inmigrante naturalizado italiano y que finalmente votó por los 5 Estrellas.

 

Pero “si llegaran a atacar ciertos derechos, saldré a la calle a protestar. No les dejaré hacer lo que quieren”, advierte, al dirigir, sin embargo, críticas muy puntuales contra el PD por no haber pactado con los 5 Estrellas una alianza para presentarse juntos a los comicios.

 


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