Paz para los que se quedan. Círculos de paz como herramienta para la atención del suicidio - LJA Aguascalientes
16/11/2024

A partir del proceso de postpandemia, he realizado, con mis estudiantes de bachillerato y universidad, círculos restaurativos, también llamados círculos de paz. En ellos, de forma imprevista, mas no necesariamente sorpresiva, se habló del tema del suicidio con más frecuencia de la esperada, pese a que lo originalmente planteado giraba en torno a las emociones que desencadenó el Covid y sus consecuencias.

El suicidio resultó ser un factor que, por lo menos en Aguascalientes, se sumó al estrés que las personas experimentan durante los meses de confinamiento, aunado a factores como el encierro, la mala situación económica, el miedo a la enfermedad y sus secuelas y, desde luego, a la muerte.

Las estadísticas son alarmantes, ya que según la tasa estandarizada de suicidio por entidad federativa 2020 del INEGI*, nuestro Estado ocupa el segundo lugar a nivel nacional, y pese a ello, hablar del tema sigue siendo tabú, y no se diga indagar en sus causas o en las consecuencias que conlleva.

Por lo tanto, además de ser un tema poco abordado, pareciera que existe un interés tácito de ocultarlo.  Se considera que es incómodo enfrentarlo y, por lo tanto, la sociedad en general, prefiere voltear hacia otro lado. Y es que no resulta sencillo lidiar con él.

Las estadísticas de suicidio en la infancia y la adolescencia en nuestro Estado han ido en ascenso, o por lo menos se han mantenido en los últimos años y poco se ha hecho por detenerlas o disminuirlas. En la comunidad educativa, a quienes nos toca enfrentar esta situación es a los padres de familia, profesores, directivos y autoridades escolares. Se pretende que seamos quienes detectemos casos de riesgo, demos algún tipo de contención o canalicemos al niño o adolescente de forma adecuada para que reciba el tratamiento que corresponda. Incluso, que seamos factores de prevención.  

Pero, la realidad es que ni los padres de familia o los miembros de la comunidad educativa contamos con los conocimientos o las herramientas necesarias. Si bien es cierto que existen programas a nivel estatal que buscan dar en primera instancia la sensibilización sobre el tema y la capacitación adecuada, las estadísticas revelan que el esfuerzo sigue siendo insuficiente, pues se requiere mucho más para enfrentar estas situaciones.

Por si fuera poco, olvidamos que los adultos tampoco somos, en su gran mayoría, personas emocionalmente sanas y, en muchas ocasiones, somos analfabetas emocionales.  Por lo tanto, se nos pide que actuemos para lidiar y prevenir este tipo de situaciones cuando ni nosotros mismos somos capaces de resolver las propias. Esto no representa una disculpa; por el contrario, es reconocer que la carencia es aún más grave y, por lo tanto, que es necesario estar conscientes de la imperiosa necesidad de atender la problemática y entrar de lleno a su contención y prevención. Lo más importante es desmontar los mitos y tabús sobre la salud mental que tanto mal hacen.

Algunas de las estrategias que se sugieren para la prevención del suicido son la detección de los casos de forma oportuna. Para ello se requiere una adecuada capacitación que nos permita detectar en los infantes o adolescentes que están a nuestro cuidado alguna conducta de riesgo. Que, además, varía según la edad, ya que no es lo mismo que una persona tenga una conducta a los cinco años que a los quince. De ahí la complejidad de esta capacitación en el tema. Es decir, no es imposible pero sí requiere de gran voluntad individual y de conciencia y esfuerzo social para que se pueda llevar a cabo.

Además, una vez detectado el caso de riesgo, será necesario actuar en consecuencia de forma asertiva, es decir, muchas de las veces se piensa, que sobreprotegiendo al infante o adolescente en riesgo le estamos haciendo un bien cuando puede resultar ser todo lo contrario.  También pasa que hay quien quiere “arreglar” la situación imponiendo castigos o hasta violencia. En cualquiera de los extremos el resultado es que la persona en riesgo se va a sentir incomprendida, lo cual va a terminar agravando la situación lejos de mejorarla.


Uno de los factores más importantes para la prevención del suicidio es la gestión de las emociones, que se puede realizar por medio de actividades socioemocionales como, por ejemplo, la lectura de cuentos, la pintura y el baile, pero con el enfoque de explorar las emociones y sensibilizar sobre ellas. Las artes en general resultan muy útiles en estos casos. También es necesario trabajar la tolerancia al malestar y a la frustración, así como ubicar al infante o adolescente en el aquí y ahora, por medio de técnicas de yoga, relajación y meditación, entre otras.

Otro de los factores de contención frente al suicidio es la religión, ya que esta suele ofrecer un esquema de valores, es decir, una base axiológica y razones para vivir; por ejemplo, la trascendencia, que a la postre puede lograr que la persona encuentre un ancla a la vida.   

Todo esto y más debe hacerse de forma prioritaria y generar una verdadera voluntad social para atender el problema. Sin embargo, existe otra parte a analizar: ¿qué pasa con los que quedan? Es decir, con los seres queridos de los suicidas. Ya que, si del tema no se habla, mucho menos de las personas que componen la familia o los amigos de quien decide quitarse la vida, marcándolos con un estigma y condenándolos al ostracismo social.

Los círculos restaurativos o círculos de paz son una herramienta que forma parte de los Medios Alternativos de Solución de Conflictos. Consisten en una actividad grupal en la que los participantes pueden expresar emociones, sentimientos y perspectivas de diversa índole. Con ellos se busca generar empatía, y consenso, así como participación activa en la toma de decisiones que ayuden a resolver conflictos. Así, se busca que se escuchen las posturas de los otros, pero que a la vez expresen las propias.

Estos medios buscan regenerar los tejidos sociales, mejorando la convivencia, creando y fortaleciendo los vínculos entre los miembros de una comunidad, que bien puede ser una familia, a partir del diálogo. De ahí que se pueden erigir en una herramienta de apoyo en el manejo del estrés postraumático de los familiares y amigos del suicida. Es evidente que aquellas personas que componen su círculo más cercano son las que resultan más afectadas y, por lo tanto, quedan en un estado de vulnerabilidad emocional que las puede llevar a ellas mismas a atentar contra sus propias vidas.

En los círculos de paz se puede crear un entorno seguro, ya que son los propios participantes quienes establecen las normas a seguir. De tal modo, no basta con establecer, por ejemplo, el respeto como norma, sino que los que están en el círculo especifican para ellos qué es el respeto. También una de las características de estos círculos es la confidencialidad, la cual se pacta entre los participantes, de tal manera que nadie puede divulgar ni usar para algún fin ajeno lo que se dice ahí.

En cada sesión se establecen los temas a tratar y cada participante puede tener la oportunidad de expresar pensamientos, emociones, sentimientos o cualquier otra cosa que tenga que ver con el planteamiento del círculo; incluso, si resulta necesario, se puede ampliar a otros temas, ya que muchas veces los participantes no tienen muy claro del todo lo que quieren hablar.

A final de cuentas, los círculos de paz son un ejercicio de escucha, reflexión y verbalización que puede resultar en beneficio para sus participantes. Por ejemplo, la mamá de un suicida puede llegar a pensar que solo ella está sufriendo por la muerte de su hijo, y en el círculo de paz puede tomar conciencia de que otros miembros de su familia también sufren e incluso descubrir que alguien más siente un dolor tan profundo como el de ella.  Con esto se busca generar empatía, perdón y entendimiento.

Esta modalidad de trabajo, dentro de los medios alternos de solución de conflictos, es poco usada, ya que es desconocida por la mayoría de las personas. Se requiere difundir su existencia e impulsar su uso, así como dar una capacitación adecuada para llevarla a cabo, a fin de que se convierta en una forma de construcción de paz social.  

Los círculos de paz son una herramienta que aportan la posibilidad de generar, como su propio nombre lo dice, paz emocional a quienes participan en ellos. En este caso, para aquellos que ven su vida trastocada, por no decir destrozada, porque alguien que les era cercano y querido decidió tener una muerte voluntaria.

* https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2021/Suicidios2021_Nal.pdf

 

Mediadora y Conciliadora Privada del Poder Judicial del Estado desde 2013.

@CirculoArtemisaArteyCulturaparalaPaz

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