Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis
Sor Juana Inés de la Cruz
En plena efervescencia de los años noventa, se escuchaba en la radio un coro que todos entonábamos a pleno pulmón –nena no te peines en la cama, que los viajantes se van a atrasar- y ahí estaban los Enanitos verdes haciendo gala de su pasión, con letras que traían a escena la superstición de que cuando una mujer se peina en el lecho, se ocasionan retrasos inesperados en la vuelta a casa de su amante.
Esta no es la única referencia particular que alude al cabello de las mujeres como símbolo de mal agüero, en la tradición egipcia encontramos el mito de la cabellera de Berenice, que ofreció su larga trenza a Afrodita, en aras de que, a cambio, su esposo pudiera resultar vencedor en la guerra contra Siria. Afrodita, de acuerdo con el mito, tomó la melena y la colocó en el cielo como una nueva constelación devolviendo el favor solicitado.
Medusa también se ha hecho un símbolo cuyo cabello envuelve por sí solo, gran parte de sus atributos, al habérsele convertido en serpientes que junto con sus ojos la configuran en un verdadero terror para los hombres, al tener el poder sobrenatural de convertirlos en piedra, de solo mirarla.
La característica esencial de Rapunzel es también su cabellera, larguísima y llena de magia, capaz de rejuvenecer y curar heridas de solo tocarlo; una vez cautiva en su torre, su pelo es también su único contacto con el exterior, pero a la vez, la causa por la cual fue separada de su origen y paradójicamente, también el medio de su redención.
El cabello ha sido así, visto como un objeto de superstición, sobre todo cuando crece sobre las sienes de las mujeres; los camafeos son precisamente una joya con espacio interior para portar un mechón de la mujer amada, justo la misma función que cumplían en su origen los pañuelitos que siguen siendo símbolo de nuestro Estado, con iniciales y pequeños dibujos que originalmente se hacían con cabello, para portar en esa prenda, la esencia de la amante.
El cabello es una parte importante de la identidad, una característica que muestra mucho de la persona, la edad, la raza, el género, la identidad cultural, social o étnica, el estilo de vida y hasta la personalidad, es un lienzo sobre el que se puede escribir una parte de la historia de vida y quizá por ello genera una gran ambivalencia en su apreciación, de su veneración, al temor que despierta. Por ello también ha sido el objetivo de diversos castigos infamantes, las rapaduras, la quema del cabello o el esconderlo entre telas han sido las formas más comunes.
Las órdenes monásticas tienen como uso común, para que sus miembros se despojen de lo mundano y puedan desistirse de las tentaciones propias de la carne y la materia, abandonar este elemento, por ello el hábito y la tonsura son elementos comunes de las distintas órdenes religiosas.
Aunque Gloria Trevi no es precisamente un referente en materia de derechos humanos, sino todo lo contrario, en sus inicios se catapultó a la fama precisamente por el himno de rebeldía que refería al pelo suelto como una bandera de insumisión. Lo importante, me parece, fue la ola crítica que despertó en muchas pertenecientes a su generación.
Recuerdo muy bien el ritual nocturno cotidiano, que realizaba mi amadísima abuela materna, siempre a la misma hora, en el mismo orden, se quitaba las horquillas, deshacía el chongo en que se constreñía el caudal capilar durante todo el día, luego, proseguía a destrenzar la inmensa trenza de hilos plateados que se entremezclaban con los más tercos, que, aun acercándose a su octava década, permanecían de un castaño brillante. Después de acariciar con sus largos dedos cada cruce de los tres caudales, para luego dejarlos en libertad de ser uno solo, ella ya no era la misma, parecía presentarse la visión de la que fue tiempo antes, cuando protegió de la muerte a un soldado en la época de la cristiada, la que luchó por un amor, la que sostuvo avante toda una familia, la que podía con todo.
Tras la muerte de Mahsa Amini, ocurrida como consecuencia de que su cabello fue visible en público, en un régimen que considera ese acto, como una inmoralidad, porque su deber es ser modestas y ocultarse en la esfera privada, eliminando por tanto su presencia en lo público, suprimiendo los efectos de tentación que, por ejemplo, la belleza (dentro de la subjetividad de apreciación que pueda envolver el término) pueda despertar en los hombres, por lo cual el hiyab, ayuda a mantener a las mujeres ocultas de la mirada de los hombres que no pertenecen a su familia.
En este mundo cambiante, que, gracias a la globalización de lo occidental, ha ampliado la expectativa de derechos para las mujeres, la respuesta ha sido inmediata y toda una revolución de trenzas ha surgido, se cuentan por cientos las mujeres que cortaron su propia cabellera en manifestación de apoyo a aquellas que como Mahsa, viven recluidas tras los cerrojos de lo patriarcal, en lo físico y lo espiritual. Su protesta comienza por el reclamo de la potestad de que sus cabellos puedan ondear con la misma libertad del viento, pero quien sabe, este símbolo, como la cabellera de medusa, la de Berenice o la de Rapunzel, seguro traerán fases que modificarán como vemos y vivimos al mundo, seguro llevarán a muchas a ese despertar de la rutina nocturna de mi abuela, de encontrarse consigo mismas y con la potencialidad de su plenitud.