Luis de Tavira (Ciudad de México, 1948) es reconocido como uno de los directores de teatro más importantes de finales del siglo XX y principios del siglo XXI en México.
De Tavira, que ha realizado más de 100 montajes, también es maestro de muchas generaciones de actores, él mismo lo es, además de poeta, ensayista y dramaturgo.
Son menos conocidas sus facetas como filósofo y teólogo. A propósito de su actuación en el monólogo La última cinta de Krapp, que dirigió Sandra Félix, lo entrevista José Quezada (El Universal, 10.08.22).
En diálogo con Samuel Beckett (Irlanda, 1906 – 1989), Premio Nobel de Literatura 1969, y autor de la obra, el Premio Nacional de Arte (2005), filosofa sobre el momento actual.
“Beckett es, sobre todo, un dramaturgo del silencio. Lo cual, en este tiempo vociferante, es contundente. Ya no hay silencio. Estamos entre los alaridos de la demagogia política convertida en un show barato, entre el mercado estridente a donde va cualquiera. Hemos perdido la palabra. Es algo grave porque habla de una catástrofe que ya sucedió y ahora lo verificamos con mayor fuerza”, dice de Tavira.
El Premio Universidad Nacional (2018) plantea que “Beckett es un poeta rabioso del absoluto en la era del nihilismo. Esta obra se escribió unos años después del estallido de la bomba atómica. La ciencia llegó a la desintegración del átomo y se inauguró la era de la desintegración, no solo del átomo, sino de todo lo que es. En el fondo hay un alegato por lo humano desde la fenomenología de la deshumanización, la incomunicación, la soledad (…)”.
Beckett “hoy en un clásico, pero en su tiempo fue un vanguardista, un provocador. Entre Beckett y Kafka pasa algo similar: en nuestro país, Kafka, el fenomenólogo de la humillación de la burocracia, es un costumbrista. André Bretón decía que México era surrealista. Yo creo que México es aberrante. Podemos, de forma eufórica, describirlo como surrealista porque nos desconcierta. En el fondo, si lo vemos detenidamente, es aberrante; se puede poetizar, aunque no es así”, asegura el fundador de la Casa del Teatro.
De Tavira, que fue jesuita, afirma “que Beckett es el fenomenólogo de la desolación y del vacío que nos ha arrojado la civilización en la profunda crisis que vive. Llevar a escena hoy a Beckett implica ese reto. Parece que el mundo asimiló el modo de ser de lo que escandalizó en el teatro de Beckett. Hoy constatamos la fuerza de su manera de revelarnos la turbulencia espiritual del presente (…) estamos en una catástrofe espiritual porque confundimos la imagen con las cosas. Tal como sucede con la virtualidad donde al parecer habitamos un mundo de sonámbulo que está deshabitado”.
El creador emérito del Sistema Nacional de Creadores sostiene que “las obras de Beckett son una aventura espiritual con la contundencia de la muerte. Pero la muerte ya se nos olvidó, es una serie de cifras ya no la celebramos. El teatro y el arte de la actuación tienen como misión recordarle al espectador la hora de su muerte. Porque sólo así nos damos cuenta de que estamos vivos, y si tenemos que darnos cuenta de ello es porque antes estuvimos muertos”.
@RubenAguilar