Texto por Miryam Almanza
En este mes, la cartelera ha sido muy vasta y cada vez diversos espacios escénicos muestran atractivos proyectos de varias disciplinas artísticas. En esta columna detallaré dos montajes que fueron de la satisfacción de los espectadores.
Según el diccionario, un equilibrista es una persona que practica ejercicios consistentes en mantenerse en equilibrio, o mantener objetos en equilibrio. La propuesta teatral de los alumnos de la 10ª generación de la Licenciatura de Teatro de la Universidad de las Artes, que lleva ese nombre, busca justo eso, hacernos a nosotros los espectadores conscientes de que para lograr el equilibrio (en cualquier sentido) debemos atender lo principal: a nosotros mismos.
Los ocho alumnos, muy bien dirigidos por Sayuri Elizabeth (SLP), nos llevan por un viaje que poco a poco deja de ser de ellos, sus sueños, emociones y esperanza, y casi sin notarlo pasa a ser de cada persona que está en las butacas. Asimismo, no quiero perder la oportunidad de destacar también el trabajo que hace Érika Cortés como asistente de Dirección y Producción, que resalta en el manejo de la voz en todo el reparto, fruto de su profesionalización en el tema. Felicidades a los casi egresados y deseo de todo corazón que, a pesar de todo lo malo que hoy vivimos, sus sueños y los míos se vuelvan realidad, que ya estamos trabajando para ello: “Lo intentas una y otra vez, quieres creer que es verdad, y algo diferente puede suceder aunque sea una vez”. Sigue en temporada Equilibristas de miércoles a domingo hasta el 23 de octubre en la Caja Negra de la Universidad de las Artes.
Por otra parte, dos miradas sobre la migración, es el concepto de la puesta en escena Clarosocuro de una mutación. El teatro siempre ha tenido un espacio para hablar de este tema, con historias duras porque hasta hoy no sabemos de nadie que haya pasado por la experiencia sin sufrir, sobre todo cuando se va de forma ilegal. Pero casi nadie habla de la otra parte, de las mujeres que se quedan esperando el pronto regreso de ese que se fue, y que quedan también a merced de los juicios de la sociedad.
Punto y Coma Grupo Teatral, retoma el tema a través de dos cuentos dramatizados, uno escrito por la maestra María de Jesús Olivares (El palo encebado) y el otro de Elena Bernal (como un eco que se mete en las entrañas). La dirección es del maestro Luis Colín Velázquez, y ambos trabajos son un hermoso viaje por un teatro íntimo, una narración que nos lleva a vivir las emociones de un regreso que se creía improbable, y el otro, un cuento teatralizado que descubre un gran secreto.
El escenario es ahora Casa Aurora, espacio independiente recién inaugurado en la colonia Ojocaliente II (Cerro de Huitzilac no. 108), que es ya el foro del grupo teatral. La temporada ya finalizó, pero regresan en noviembre, 12,19 y 26, ya les estaremos dando noticias de ello.