Creo que es obvio decirlo, pero las cosas no se comprometen. Podemos trasladar la idea del compromiso a un amuleto, y entonces ese amuleto (la estampita de algún santo, el memento mori, las bolas chinas de papá -yeah, daddy-, el rosario que pertenecía a la abuela) nos dará misteriosos poderes para cumplir con tareas titánicas (antes de hacer un examen, acaricia el amuleto en tu cuello para convocar la suerte, la bendición y el conocimiento).
Quizá los robots más complejos pueden construir una ilusión de compromiso (aunque sería fascinante que fuera otro concepto, algo muy separado del compromiso humano), pero el propósito de los robots, finalmente, es cumplir su existencia. Cuando un destino predeterminado es inevitable, cuando no podemos rechazarlo, ¿podemos hablar de compromiso?
Hablemos de sumisión (sexual), uy, juego de roles (ah). El sumiso, dentro del espacio de juego (reitero: espacio de juego), ocasionalmente debe expresar, con gusto y la lengua de fuera, una amenaza de romper el compromiso porque ello empujará la dinámica del castigo (cachetadita, tirón de cabello, unas nalgadas). Un espíritu punk controlado a través de cadenas y látigos. Los papás tenían miedo (todavía, en algunas zonas rurales, pero en otras la degeneración es total y harían ruborizar a los citadinos más experimentados) de que los leather boys y las rubber girls abandonaran su compromiso con lo humano.
Ningún animal se compromete. Nico me quiere porque le doy de comer, y cuando nos quedamos dormidos en el sillón, la abrazo y nos damos calor en el invierno.
El compromiso es una de las palabras paternas; un concepto que usan los padres para poner un peso indeterminado sobre el hombro de sus hijos, a veces de sus nietos. El espíritu de trasladar las expectativas a los apellidos. Cuando era un muchacho, los señores me detenían en las calles para preguntarme si ya conocía su religión: el compromiso con todas las cosas, entregar la vida a cambio de un prestigio innombrable. A veces creo que es mi turno, y hablo de ese dios extraño e invisible con la esperanza de que alguien encuentre las grietas, empuje los muros, tire los templos.
Reconozco que el compromiso más complejo que he tenido es el matrimonio; quizás debería cambiarlo por amor. ¿El matrimonio es un legajo? Quizá, es la palabra social, comunitaria, legal. Vivir con ella, y creo que esto ya lo escribí en algún lugar, es la construcción de una casa. Pero debería corregirme; si Auden construyó una ciudad a través de Yeates (el poeta que admira a otro poeta, y dudo mucho que se hayan tocado los rostros y mirado a los ojos), una relación es construir una ciudad de ideas, significados, rituales. Inception (película mamadora pero…) tiene esa imagen poderosa de una pareja que se abandona a la arquitectura del sueño durante 50 años. La misma idea te hace pensar en la complejidad del tiempo, ¿cuántos secretos puedes compartir y revelar con el otro? ¿Y qué sucede cuando ya no quedan secretos, cuando ya no te escondes?
Ella me dejaba dormir mientras estaba enfermo. Ese es el acto de amor más poderoso que he vivido con alguien, y a través de alguien. Un compromiso de que podemos seguir construyendo nuestra ciudad, de que no me quedaré dormido pero prometo regresar, cueste lo que me cueste. Un héroe más poderoso que Odiseo.
Regresemos al espacio de juego (el espacio de amor, la ciudad que construimos, el salón de clases, el sillón donde dormimos con el perro) pero sin porquerías (nada de sumisión o dominación sexual, pero juegos de roles más convencionales [aunque tengo mis dudas, pero eso es tema para otro post], aw). El espacio de juego es un compromiso con otros actores, personas que apenas conoces pero crees que seguirán un juego de reglas que convenga a todas las partes. Jugar, pero seriamente; eso es el compromiso.
Algunos tontos hablarán de su compromiso con la patria, especialmente los políticos. Mejor dormirse.
El compromiso de reírse cuando el profesor construye un momento humorístico en su salón de clases (su espacio vital, un segundo hogar). El desarrollo para soltar una frase dicharachera, una frase que ayudará a inventar un espacio de familiaridad y suavizar la tensión en el ambiente. Los que se ríen casi sin pensar, solo porque alguien inició la carcajada. La risa es el compromiso de continuar aquí, en este grupo, junto con los demás, aunque no entendamos nada o estemos igual de perdidos construyendo una gran nación (shui hu zhuan). Ogre Battle, permanezcamos juntos.