Tipos de argumentos/ El peso de las razones  - LJA Aguascalientes
23/04/2025

Una de las tareas (no la meta, y no la única tarea, y quizá no la más importante) de quienes estudian la argumentación es taxonómica. Se trata, en parte, de clasificar argumentos. Una típica clasificación atiende a las distintas inferencias que instancian los argumentos. Por ejemplo, decimos que un argumento deductivo es válido cuando si las razones que apoyan una conclusión son verdaderas no es posible que la conclusión sea falsa; un argumento es inductivo, incluso si es fuerte, cuando incluso si las razones en favor de una conclusión son verdaderas es posible que la conclusión sea falsa; y decimos que un argumento es abductivo cuando las razones en favor de una conclusión que sabemos verdadera (por ejemplo, un fenómeno que nos resulta sorprendente) nos proporcionan una explicación de la misma. También hay clasificaciones que atienden a distintos esquemas argumentativos. Así, habría argumentos de la causa al efecto, de la correlación a la causa, de la opinión experta, por analogía, y un largo etcétera. Ahora bien, puede existir otra manera de clasificar argumentos: por su ámbito. Así, habría, por ejemplo, argumentos estéticos, religiosos, epistémicos, científicos, morales, y quizá algunos más.

Una posibilidad taxonómica en este sentido la brindó Stephen Toulmin al considerar distintos campos argumentativos. Para Toulmin, un campo de la argumentación se individua atendiendo al tipo lógico tanto de la conclusión como de las razones (premisas, respaldos o fundamentos) de un argumento. Su ejemplo inicial es el siguiente: “Las pruebas de Los elementos de Euclides, por ejemplo, pertenecen a un campo; los cálculos ejecutados para preparar un número del almanaque náutico pertenecen a otro”. A diferencia de Toulmin, pienso que es posible individuar argumentos por ámbitos atendiendo a los diferentes tipos de normatividad que instancian los argumentos. Esto sucede porque los argumentos de un ámbito dado contienen implícita o explícitamente en una de sus premisas una norma. Así, un argumento sería moral si la norma es moral, estéticos si la norma es estética, y así sucesivamente.

Lejos de la discusión y la defensa de la propuesta taxonómica anterior, detengámonos un momento en esta manera de clasificar argumentos e ilustrémosla con algunos ejemplos. Pensemos, en primera instancia, en el caso contencioso de la tauromaquia. Alguno podría sostener que no va a la plaza a atender al pretendido espectáculo debido a que le parece aburrido, poco sorprendente o repugnante. En este caso, este individuo estaría brindando un argumento estético. Otra persona podría sostener lo mismo, pero ahora debido a que considera incorrecto el trato que se le da a los toros, pues considera que, debido a que pueden sentir dolor, tienen algunos derechos que la tauromaquia pasa por alto; o bien, debido a que considera que los animales humanos tenemos algunas obligaciones con los demás animales, como no hacerles sentir dolor. En cualquier caso, lo que esta persona estaría brindando son argumentos morales.

Pensemos ahora en el caso del uso del cubrebocas para evitar la propagación de un virus. Alguien podría sostener que su uso es necesario debido a que usarlo previene en algún porcentaje específico que la persona que lo usa se contagie o contagie a terceros. En este caso se usa un argumento científico (en específico, epidemiológico). Alguien más podría considerar que usarlo incentiva a que otras personas lo usen, o bien alguien podría no usarlo debido a que esto puede generar un efecto compensatorio colectivo. En estos casos se estarían dando argumentos específicamente económicos. Por último, alguien podría decir que lo usa dado que cree justificadamente o sabe que su uso es necesario para su bienestar tanto físico como psicológico. En este caso, estaría usando un argumento epistémico general.

Lejos de la precisión que puedan tener los ejemplos anteriores (en algún sentido sólo son caricaturas de argumentos mucho más finos), lo importante es comprender que es posible clasificar argumentos más allá de las inferencias que instancian, o más allá de los esquemas argumentativos particulares bajo los cuales puedan reconstruirse. Podríamos clasificar argumentos por su ámbito, ya sea estético, moral, científico, etc. También podemos usar argumentos morales en el ámbito estético, argumentos estéticos en el ámbito científico, y así sucesivamente. Y, quizá mucho más importante, cierto tipo de argumentos suelen ser más o menos convincentes dependiendo del ámbito del que sean y en el ámbito en que se usen.

mgenso@gmail.com


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