El pasado domingo la mayoría de la sociedad chilena decidió rechazar la propuesta de nueva Constitución, que substituía la de la época del dictador Augusto Pinochet.
Buena parte de los integrantes del actual gobierno, presidido por Gabriel Boric, fueron entusiastas y decididos impulsores del proyecto de la nueva Carta Magna.
En Chile el resultado ha provocado un intenso debate y el gobierno, de manera responsable, a través de su presidente, ha fijado su posición.
Una persona cercana al gobierno me comenta, de manera autocrítica, algunos de los elementos que contribuyeron al resultado. Los comparto:
La mayoría de la sociedad chilena votó en segunda vuelta por un presidente de izquierda, pero no dio al gobierno un cheque en blanco.
Se planteó una Constitución con muchos temas y artículos, que expresaban una posición progresista, con una gran dosis de romanticismo, pero que, para amplios sectores sociales resultaba muy radical.
Así, el contenido de la nueva Constitución era expresión de un sector amplio de la sociedad, pero otro sector también amplio no se identificó con ella. La vio como una amenaza a la vida institucional.
Para el nuevo grupo en el gobierno, abocado todos los días a sacar adelante sus responsabilidades, la promoción y apoyo a la nueva Constitución pasó a un segundo tema. Sus prioridades eran otras.
La oposición convirtió en tema central promover el rechazo a la nueva Carta Magna. Mostró sus ambigüedades y señaló temas realmente discutibles.
¿Qué sigue en el futuro?
El presidente, como demócrata, asume la decisión de la ciudadanía: “Hoy ha hablado el pueblo de Chile y lo ha hecho de manera fuerte y clara”.
La ciudadanía, añade, “nos ha entregado dos mensajes. El primero es que quiere y valora a su democracia. Que confía en ella para superar las diferencias y avanzar”.
El segundo que el pueblo chileno “no quedó satisfecho con la propuesta de Constitución que la Convención le presentó a Chile, y por ende ha decidido rechazarla de manera clara en las urnas”.
Chile, dice, “es un país que en sus momentos más difíciles opta por el diálogo y los acuerdos para superar sus fracturas y dolores. Y de esto compatriotas, debemos estar profundamente orgullosos”.
Como presidente afirma que “recojo con mucha humildad este mensaje y lo hago propio” y que “hay que escuchar la voz del pueblo, no sólo de este día sino de todo lo acontecido en estos últimos años intensos que hemos vivido”.
A lo que se compromete es “poner todo de mi parte para construir, en conjunto con el Congreso y la sociedad civil, un nuevo itinerario constituyente que nos entregue un texto que, recogiendo los aprendizajes del proceso, logre interpretar a una amplia mayoría ciudadana. Y sé que en eso todos y todas nos van a acompañar”.
La sociedad chilena inicia ahora un nuevo proceso, para construir una nueva Constitución que sea expresión del consenso, de la gran mayoría, y no solo la visión de un sector de la sociedad, por buena que esta sea.
@RubenAguilar