Otra megaobra de la 4T. Arrecifes en riesgo por el nuevo gasoducto - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Flavia Morales 

 

Organizaciones ambientalistas advierten que el nuevo megaproyecto oficial, el Gasoducto Sureste, que surtirá de gas natural a la refinería Olmeca y a la CFE, amenaza un gigantesco corredor de arrecifes del que forman parte un parque nacional y áreas protegidas. La construcción se hará mediante una inversión público-privada, las obras estarán a cargo de la empresa TC Energía, antes TransCanada, y se planea que el gasoducto entre en operación en 2025.

 

En el Golfo de México, frente a las costas de Veracruz, se extiende un corredor de más de 650 kilómetros de arrecifes coralinos que es prioritario para la protección ambiental y fuente de ingresos para miles de pescadores. Ahora ese “tesoro sumergido” –como lo llama la comunidad científica– está en riesgo por un proyecto de gasoducto marino.

 

El reciente anuncio de la construcción del Gasoducto Sureste prendió las alertas de las organizaciones ambientalistas, porque el trazo pasará a 550 metros el Área de Protección de Flora y Fauna del Sistema Arrecifal Lobos Tuxpan.

 

Desde hace varios años los expertos han documentado el hallazgo de al menos 38 nuevos arrecifes –algunos sumergidos, cuya existencia se desconocía– con más de 130 especies marinas y lo designaron Corredor Arrecifal Suroeste del Golfo de México.


 

El hallazgo de estos arrecifes permitió entender que los grandes sistemas arrecifales no se encuentran aislados geográficamente sino están conectados. Lo llaman corredor porque se une con zonas ya conocidas como el área de Protección de Flora y Fauna Sistema Arrecifal Lobos Tuxpan, los arrecifes en la región de Los Tuxtlas y el Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzano.

 

El trazado del gasoducto a cargo de la empresa TC Energía (antes TransCanada) pasará por esta ruta.

 

Según la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) presentada ante el gobierno federal, el nuevo ducto conectará el gasoducto Texas-Tuxpan con una estación en Tuxpan; la ruta continuará por 692 kilómetros de océano y se conectará con otra estación en Coatzacoalcos; de ahí seguirá su ruta marina hasta Dos Bocas, en el municipio de Paraíso, Tabasco, en cuya refinería el gas natural será distribuido a las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

 

Leonardo Ortiz Lozano, investigador de Instituto de Ciencias Marinas y Pesquerías de la Universidad Veracruzana, advierte que el trazo pasará por la ruta de estos arrecifes, los cuales, por ser “nuevos” para la ciencia, carecen de esquemas de protección, y aunque están documentados en estudios científicos, la MIA del gasoducto ni siquiera los contempla.

 

En el libro Corredor Arrecifal del Golfo de México: retos y oportunidades, coordinado por Ortiz Lozano y publicado en 2021 por el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) como resultado de un proyecto para la protección de dicho corredor, ya se advertía que el desconocimiento de estos arrecifes podría tener malas consecuencias debido a los proyectos de la industria de hidrocarburos, así como a las intensas actividades pesqueras en la plataforma continental.

 

Los científicos consideran que las evaluaciones de impacto ambiental de obras, actividades portuarias y de la industria de hidrocarburos deben incluir medidas de prevención y mitigación para estos ecosistemas.

 

El 13 de junio y el 11 de julio pasados, la empresa transportadora de gas natural La Huasteca, filial de TC Energía, ingresó ante la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiental (ASEA) dos trámites por separado para el Procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental en su etapa terrestre y marítima para el Gasoducto Extensión Sureste.

 

El proyecto es una asociación público-privada entre la empresa TC Energía y la CFE, con una inversión de 4 mil 500 millones de dólares.

 

El gasoducto es parte del plan energético del gobierno mexicano y contribuye al desarrollo de proyectos de infraestructura estratégicos para el presidente Andrés Manuel López Obrador, como la Refinería Dos Bocas, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec y el Tren Maya.

 

Según la empresa, este gasoducto tendrá capacidad de transportar mil 300 millones de pies cúbicos diarios de gas natural; su etapa de construcción será de dos años y entrará en operación en 2025. Su vida útil será de 32 años.

 

 

 

El trazo oculto

 

En una carta abierta, el Cemda y 17 organizaciones advirtieron que la MIA está fragmentada y por ser un proyecto de seguridad nacional, todos los mapas y detalles del proyecto están censurados, lo que viola el derecho a la libre información.

 

Las organizaciones plantean la necesidad de que el proyecto sea evaluado con la mejor información científica disponible, que permita visibilizar los impactos acumulativos y los riesgos ambientales relativos al corredor arrecifal suroeste.

 

La MIA detalla que la ruta del gasoducto marino se encuentra muy cerca del Área de Protección de Flora y Fauna Sistema Arrecifal Lobos Tuxpan: “El proyecto no incide dentro del polígono del Área Natural Protegida, sino que pasa a 550 metros de distancia, estando únicamente en su área de influencia, sin embargo, dentro del Programa de Manejo no se identificó́ la regulación de dicha área, motivo por el cual, no se contraviene el presente Instrumento Ambiental”, detalla la MIA.

 

Pero los estudios de Ortiz Lozano y los pescadores locales dicen lo contrario: en la zona norte hay tres arrecifes que no están dentro del polígono de protección, pero sí en la zona de influencia y pueden ser vulnerables. Se trata de Tamiahua, Corazones y Oro Verde.

 

Son arrecifes coralinos sumergidos entre 18 y 35 metros de profundidad, que juntos abarcan casi 500 hectáreas. El más grande es el arrecife Corazones, cuya pared rocosa es de 4.7 kilómetros y se ubica frente a las costas de Tuxpan.

 

Ortiz Lozano, miembro de la Red Iberoamericana para la Evaluación y Monitoreo de Servicios Ecosistémicos Marino Costeros, recuerda que estos arrecifes no están reconocidos en el Sistema de Información Nacional sobre Biodiversidad de la Conabio ni en el documento Arrecifes de Coral del Golfo de México y Caribe Mexicano, publicado por la Secretaría de Energía (Sener) y que contempla una zona de salvaguarda para los arrecifes ubicados en las cuencas petroleras Tampico-Misantla y Cuenca Sureste.

 

Publicado en 2016, dicho documento advierte que la conservación de estos ecosistemas es prioritaria porque son hábitat de diversidad marina y previenen la erosión costera, disminuyen la fuerza del oleaje, fungen como protección ante tormentas tropicales y huracanes, son fijadores de carbono y lugares de crianza, refugio, alimentación y reproducción de especies marinas.

 

Pero en 2016, cuando se publicó el decreto de salvaguarda, los arrecifes del suroeste no habían sido descubiertos. “Son áreas no protegidas ni están en la cartografía oficial. Es como si no existieran, pero ahí están, y la autorización de una megaobra como un gasoducto debe contemplar esta información, que sí está documentada por varios estudios científicos”, reitera el investigador.

 

Estos arrecifes se ubican a la largo de las costas de Tuxpan, Tamiahua, Coatzacoalcos, Agua Dulce, Actopan, Alto Lucero, Los Tuxtlas. Con los parques nacionales, forman un corredor de más de 120 arrecifes en el Golfo de México.

 

Las organizaciones ambientalistas ven con reservas la construcción de un nuevo gasoducto marino. Ya tuvieron una experiencia similar en 2015, cuando la empresa Infraestructura Marina del Golfo, en sociedad con TC Energía e IEnova, ganó la licitación de la CFE para construir el gasoducto Sur de Texas-Tuxpan.

 

Ese ducto de gas natural recorre una ruta submarina de más de 800 kilómetros que se inicia en el Golfo de México, cerca de Brownsville, Texas, y termina en Tuxpan, en el norte de Veracruz.

 

Durante su construcción los investigadores descubrieron el arrecife Corazones, que es hasta ahora es el más largo que se conoce en el sureste del Golfo de México: 4.7 kilómetros.

 

“Ese lo encontramos porque en la parte sur pasó el gasoducto, pero cuando se hizo la MIA del gasoducto Texas-Tuxpan no mencionan nada sobre la presencia de este arrecife. La parte marítima está documentada muy pobremente y generalizada. Ese arrecife, estoy seguro, lo descubrieron cuando pasaron el trazo del gasoducto Texas, pero no dijeron nada. Eso es lo que ahora queremos evitar”, señala Ortiz Lozano.

 


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