- El INE publicó su Informe País 2020, el curso de la democracia en México.
- La ciudadanía no se siente representada por la clase política. Esa es la mayor debilidad del sistema democrático que rige al país.
La corrupción, el clientelismo y la discriminación son tres de los “trastornos” y retos más importantes que tiene la democracia mexicana para poder seguir evolucionando, pues estos no solamente erosionan la confianza en las instituciones públicas, sino que también debilitan la participación ciudadana y minan la convivencia cívica que necesita el país para desarrollarse.
Así lo consideró el Instituto Nacional Electoral (INE) en su Informe País 2020, el curso de la democracia en México, donde se aborda de manera puntual el estado que guarda la democracia mexicana tras décadas de fortalecimiento y a poco más de 30 años después de la creación del entonces Instituto Federal Electoral (IFE), ello, específicamente, “atendiendo a tres de sus dimensiones”: la representación política, la participación y los valores democráticos.
El extenso documento de 298 páginas advierte de otro de los problemas más fuertes que enfrenta la democracia mexicana -inherente a la corrupción, el clientelismo y la discriminación-: “la baja calidad de la representación política”.
Al respecto, el informe abunda: esa “es quizá la mayor debilidad de la democracia mexicana. La ciudadanía no se siente representada por las personas e instituciones que forman la columna vertebral de una democracia representativa: los partidos políticos, el Congreso y las y los legisladores que desde el Poder Legislativo están obligados a expresar, en toda su pluralidad, la voluntad popular que les ha dado voto y mandato”.
El trabajo, que fue realizado por investigadores de la UNAM, el Colmex, el CIDE, el CIESAS y el ISA, todo conjuntado por el INE, aborda desde distintas aristas los problemas que suponen un bache en la democracia mexicana. Un capítulo de este informe es dedicado a la corrupción, el clientelismo (haciendo especial énfasis en la compra y coacción del voto) y la discriminación, males que no se han logrado erradicar en el país.
El informe resume sobre cómo estos afectan al sistema: “La corrupción es normativamente negativa, ya que erosiona la confianza de las y los ciudadanos en las instituciones públicas; el clientelismo debilita los vínculos programáticos entre el electorado y los partidos políticos, y la discriminación mina la necesaria convivencia cívica que la ciudadanía debe tener en un país democrático”.
Sobre la corrupción, se destaca que, junto con la pobreza y el desempleo, esta “es considerada uno de los problemas más importantes que enfrenta el país”, lo que no extraña observando que casi el 60% de las personas encuestadas señaló que la corrupción ha aumentado o se ha mantenido igual de alta que antes.
Por otra parte, sobre el clientelismo el informe sustenta que el 40% de la población entrevistada considera que los programas sociales constituyen o son interpretados como una ayuda, y no como un derecho. Esto, advierte, “facilita claramente la labor de los líderes que distribuyen recursos, ayudas y programas sociales para la construcción de redes clientelares de las y los políticos y partidos”.
Tanto la corrupción como el clientelismo han originado que la ciudadanía desconfíe de las instituciones públicas y se aleje de la participación, sin embargo, la discriminación también abona en esa brecha.
En el informe se consignaron algunas cifras alarmantes respecto a la discriminación y que fueron señalados como “focos rojos”. Por ejemplo, se destacó que “porcentajes minoritarios”, cerca del 15% de las personas encuestadas, “consideran que las familias de las mujeres deben ser quienes decidan si ellas pueden participar en política”, lo cual atenta contra las libertades y los derechos de las mujeres.
Pero además, también se refirió que “el 15% de la población considera que minorías LGBTTTIQ+ no deben participar en las elecciones a cargos públicos. Asimismo, alrededor de 10% considera que integrantes de grupos indígenas no deben participar en las elecciones”, datos que si bien no representan a la mayoría, alcanzan a evidenciar la discriminación que todavía existe, y que cierra brechas para que otros grupos puedan participar en la vida democrática y política del país.
“La creencia o experiencia discriminatoria va de la mano con la aceptación de las condiciones en que se desenvuelve nuestra democracia, lo que nos regresa a la afirmación de que una cultura política limitada en lo igualitario restringe el acompañamiento ciudadano a la democracia”, concluye el capítulo sobre estos tres “trastornos”, como se les identificó.