Hemos sido testigos a lo largo de la historia, y de manera cada vez más patente en las tres últimas décadas, como la clase política y las empresas de la construcción e inmobiliarias, se coluden para enriquecerse en el corto plazo a costillas de los ciudadanos, pero lo peor es que para ello provocan enormes ecocidios (destrucción de los ecosistemas), los cuales están a simple vista si nos damos tiempo para ir a las orillas de la ciudad y un poco más allá. Esto ha tratado de frenarse con la elaboración de Programas de Ordenamiento Territorial y ecológico (PEDUAGS, PEOET, POEAA), pero nunca falta el contubernio para hacer alguna modificación y que el compadre se salga con la suya…
Cuando nos enteramos de este atropello solemos expresarlo diciendo ¡no tienen madre!, pero si la tienen o no, eso es lo de menos; lo importante es si ellos están pensando en sus vástagos, pues con su dinero no podrán heredarles agua potable, aire limpio, biodiversidad; por el contrario, les están heredado a los suyos, y a todos los que habitamos este planeta, una gran pobreza ambiental y social, ya que el dinero no puede comprarlo todo, especialmente salud, y no me refiero únicamente a la humana, sino a la de la Madre Tierra principalmente, al ser ésta el sostén de la vida.
Si continúan por esa vía nuestros representantes políticos, lo único que van a heredarnos es enfermedad y muerte, ya que sus decisiones presentes marcarán el futuro de las generaciones de animales humanos, no humanos y de toda la biodiversidad. Es preciso señalar que desde que se planteó el término DESARROLLO SOSTENIBLE, hace ya 50 años (1972), se señalaba que se deben “Utilizar los recursos que se necesitan, sin comprometer los de las generaciones futuras…” Malas noticias, las generaciones futuras ya están aquí y ya están empeñando su bienestar, e incluso endeudándolos los actuales gobiernos y varias empresas inmobiliarias. ¿Cómo? El año pasado se dieron permisos para más de 70 fraccionamientos alrededor de la zona urbana, sin que éstos estén socialmente justificados, pues con base en estudios del INEGI hay más de 50 mil viviendas abandonadas en el municipio de Aguascalientes, así como grandes predios sin construir que pudieran ser bien aprovechados para construcción habitacional vertical, que sin duda dejaría una buena ganancia a quienes inviertan en ellos (derivada de la plusvalía de los terrenos ubicados dentro de la ciudad). En otras palabras, no hace falta seguir expandiendo la mancha urbana y acabando con los espacios naturales que rodean a la ciudad, los cuales nos brindan servicios ecostémicos gratis (purificación del aire, retención de suelo, captación de lluvia, bancos de polinizadores, zonas de esparcimiento, espacios para el cultivo de alimentos, etc.), servicios que ningún gobierno o empresa pueden ofrecer, pero que si nos están arrebatando.
Un cambio de paradigma económico en la mentalidad de la clase política es muy difícil de dar, ya que cada administración trae tatuada las palabras PROGRAMA DE DESARROLLO y con ello de crecimiento de la economía, de las ciudades, de las deudas, de los impuestos; no obstante, es urgente migrar del modelo de crecimiento tradicional basado en el PIB, a uno que considere el descrecimiento… que como su nombre lo indica se tiene que dejar de pensar en un crecimiento lineal, exponencial y mortal, y ser sustituido por un sistema que sea circular, limitado y a favor de la continuidad de la vida. Sin embargo, esto se ve muy difícil que lo apliquen los funcionarios ¿por qué?… ¡ah ya sé! dejar el desarrollo implica no hacerse ricos, ¡claro!
¿Qué podemos hacer los ciudadanos para contrarrestar esta amenaza? Lo primero es no hacerse de la vista gorda y denunciar a las autoridades respectivas (PROESPA o PROFEPA) cualquier anomalía en contra del medio ambiente; segundo, solicitar mayor transparencia a las secretarías respectivas (SEMAA, SEMADESU, SEMARNAT) acerca de cómo otorgan los permisos y licencias, sobre todo en cuanto se refiere al cambio de suelo; por último, hacer uso de mecanismos legales (amparos, solicitudes para revisar permisos, consultas públicas, entre otros) para impedir el atropello de nuestro derecho a contar, como lo marca el artículo 4° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que: “Toda persona tiene derecho a un medio ambiente adecuado para su desarrollo y bienestar”.
En suma, no basta sólo quejarse del daño y atropello que unos cuantos cometen en contra del medio ambiente, es nuestra obligación informarnos bien y actuar en concordancia para defender nuestro derecho. Es urgentemente necesario un cambio de paradigma económico, político y ambiental, pero la ciudadanía también debe despertar y exigir que éste se dé, dejar de lado la apatía y el desinterés en este tema, pues en ello nos va la vida.