Infames - LJA Aguascalientes
08/04/2025

Después de una semana estruendosa y violenta en el país que dejó como saldo asesinatos de civiles, narcobloqueos, destrucción y terror entre la población, características propias del terrorismo, hay que ponerle nombre a las acciones de los diversos gobiernos en materia de seguridad: infamia es una buena palabra.

Lo único que hace diferente a esta semana es el estruendo que causó el crimen organizado, porque el terror está alojado en el país desde muchas décadas atrás.

Las críticas que comenzaron en el sexenio de Calderón con su guerra contra el narco, es decir, el comienzo de una estrategia de militarización son prácticamente las mismas críticas que continuaron con Peña Nieto que intentó ‘sin éxito aparente’ su Ley de Seguridad Interior, y que perpetúan contra el gobierno de López Obrador, pues el presidente va a consolidar lo que su archienemigo panista comenzó. Solo que aquí las críticas se dividieron. Los que apuntaban a los anteriores gobiernos pero que ahora son afines a la 4T dejaron de ver [a conveniencia] que el Ejército y el gobierno en turno llevan décadas impulsando una política de militarización, para tenderse ahora como tapetes a las nuevas formas discursivas de AMLO.

Pero ese es solo el contexto de lo que quiero hablar aquí. A mí me urge apuntar sobre las mujeres que llegaron al poder y observan el terrorismo  sin decir ni una sola palabra al respecto.

Aunque esto es impreciso.

Como nunca en la historia del país, las mujeres están ocupando puestos de representación popular y de poder en diversas órdenes. Ya he escrito con anterioridad que de los hombres en la política no espero nada [algunos lo intentarán, pero son tan pocos], pero de las mujeres, sí, espero el nacimiento de una manera diferente de accionar en la política. ¿Por qué? Primero porque no es posible que observen las condiciones del país sin inmutarse siquiera, la desigualdad, la pobreza, la violencia, sin que realicen trabajos que propicien un cambio aunque sea de manera gradual, inicial, orientado al futuro. Segundo, porque llegaron a esos lugares no por el trabajo de los hombres, sino de cientos de mujeres que por su activismo les abrieron las puertas con las leyes de paridad y de equidad e igualdad. Ellas fueron las que hicieron posible este momento histórico con más gobernadoras al frente de los estados. Sí tienen una deuda.

Sin embargo, nada ha cambiado.

Reconozco también el trabajo de algunas pocas [pero me sobran dedos de las manos para contarlas] que con valentía, inteligencia y honestidad están haciendo una labor importantísima. Pero la gran mayoría sigue atendiendo las órdenes de sus partidos  y sus dirigentes.

Podrá ser muy inicial el diagnóstico del trabajo de las mujeres ahora que apenas un puñado ocupa sillas importantes, y precisamente por eso considero que es necesario apuntar que la manera en que se conducen no puede continuar así. Estas mujeres, diputadas, senadoras, presidentas en diversos ámbitos, magistradas, juezas, hablan y escriben públicamente de sororidad, de género, de feminismo, de igualdad, sin que su trabajo valide sus palabras.


La lealtad a sus partidos les cuesta muy cara.

Los Congresos de la Paridad son la prueba de esta lealtad.

En un mundo completamente masculino, no ha habido forma en que ellas ocupen un amplio lugar. Por eso es urgente que lo apuntemos. Porque la partidocracia cobra facturas muy caras.

A propósito de cobrar facturas, comenté hace un momento que es impreciso establecer que las mujeres en el poder no dicen nada contra el terrorismo que vive hoy el país. Sí dicen, pero habríamos de ver qué o cómo.

Después del atentado ocurrido en Tijuana, su alcaldesa morenita, Montserrat Caballero, publicó un video acuerpada de la representación del Ejército y la Seguridad Pública para culpar al crimen organizado de los hechos, y pedirles que “cobren las facturas a quienes no les pagaron lo que les deben”, y dejen a la población en paz, lo que ha sido considerado una rendición ante el crimen.

Es claro que yo no espero que ella sola combata a los cárteles, de lo que estoy hablando es que no hay estructuras suficientemente poderosas para hacerle frente al crimen, y que no hay manera en que esta alcaldesa le demande o exija una estrategia de seguridad al Gobierno de México, cuando ella misma pertenece al partido del poder. Esto sin considerar que  demandaría un “plan de apoyo” con una flota del Ejército o la Guardia Nacional, lo que hace frente momentáneo a los cárteles, pero que no plantea una estrategia de seguridad y pacificación a largo plazo.

Si ya es mucho pedir que cualquier partidario de Morena se manifieste contra las acciones del Gobierno de México [cualquiera que sea, ahí está Ricardo Monreal contra Morena pero “nunca contra López Obrador”, solo porque busca  su pase al 2024], ahora lo reduzco a un evento concreto: ¿Cuántas mujeres morenitas se manifestaron en contra de las acciones de violencia de Layda Sansores contra las mujeres de PRI? Por supuesto que eso no va a suceder. Pesa más el partido y la política que la sororidad, el género, la equidad e igualdad de la que tanto hablan en conferencias, estrados, periódicos o programas.

La prioridad es defender al partido, sus figuras y al presidente. Alineadas al poder.

Al menos esa es una de las premisas que leo en el periódico La Regeneración, usado como si fuera una Adelita que carga la comida y el fusil del revolucionario, que como una plataforma para cuestionar los ideales, estructuras, prejuicios, estereotipos, dentro y fuera del partido, y priorizar la defensa y la lucha por las mujeres, todas, no solo las de Morena.

La última editorial de este periódico digital al que Morena le “destina”  51 millones de pesos para “fortalecer el liderazgo de mujeres”, se titula “Teresa y la maldad” y hace una crítica contra la gobernadora electa de Aguascalientes. Todo bien hasta aquí si no fuera esto un instrumento político y partidista.

Uso estos ejemplos por tratarse del partido del poder. También es muy obvio que de La Regeneración no saldrá ningún texto que vaya en contra de la militarización de la seguridad pública que aumenta la violencia en general, pero especialmente contra las mujeres.

Los otros partidos no son diferentes. Hay claros ejemplos de cómo se ha instrumentalizado la participación femenina, sin que las mujeres a bordo destaquen por su férrea defensa contra la violencia. Parecen más un cúmulo de influencers, recitadoras, presentadoras de sus dirigentes o los compañeros, que mujeres que dedican su vida a la política y al país.

Aún no existe un movimiento al interior de los partidos que derroque al dirigente pero en beneficio de ellas, no de otros grupúsculos de los mismos colores.

Y sin embargo, señalar esto o cualquiera de sus formas de conducirse mimetizadas con las maneras de siempre, es una ofensa que trastocan en  violencia política de género cuando argumentan que se les denuesta solo por ser mujeres, por sus fotos, por sus bailes, por sus participaciones, “limitando su forma de hacer política”, porque son incapaces de ver que no hay trabajo ni sustancia en su labor. No hay justicia para las mujeres que han sido asesinadas y violentadas en el ejercicio de la política dura. No hay reivindicación para todas aquellas que hacen su tarea de estudio y de investigación y saben de lo que hablan y proponen, de lo que les cuesta poner en juego en un ambiente en donde ellos siguen mandando.

Es una infamia que las mujeres en el poder también abandonen a las mujeres de este país.

Después de una semana estruendosa y violenta, “normal” desde hace décadas hasta que llegue otra nueva semana más violenta y sangrienta que también normalicemos, lo mínimo que tendrían que hacer las personas de la política es ponerse a trabajar, pero no quieren, y las mujeres atender especialmente que son cómplices de todos aquellos que perpetúan el terror, ellas que no dejan de hablar de “erradicar la violencia”, ellas que hablan de sororidad y equidad e igualdad, ellas que traen un discurso bien bonito y bien armado “en favor de las mujeres”. No sean infames, también, como ellos.

 

@negramagallanes


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Tania Magallanes

Jefa de Redacción de LJA. Arma su columna Tres guineas. Fervorosa de lo mundano. Feminista.

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