Bernardo Barranco
El papa Francisco ha nombrado a Joseph Spiteri nuevo nuncio en México. Hasta ahora Spiteri tenía ese mismo cargo en Líbano. Maltés de 63 años, fue ordenado en 1984. Estudió derecho canónico y posteriormente se unió al servicio diplomático de la Santa Sede. El nuevo nuncio en México posee una larga experiencia diplomática, se ha desenvuelto en las nunciaturas de Panamá, Irak, México, Portugal, Grecia y Venezuela. Ha sido nuncio en Sri Lanka, Costa de Marfil y Líbano.
Ser nuncio en Líbano es una alta encomienda. Líbano es una nación con la mayor diversidad religiosa y cultural en Medio Oriente. Es un pequeño país bañado en violencia y sangre, distribuido en una decena de comunidades religiosas con peso político que determinan la estabilidad y la gobernabilidad del país. Dicha diversidad religiosa del Líbano se calcula así: musulmanes 52% (27% sunita, 27% chiita), cristianos 42.5% (incluye 21% maronitas católicos, 8% griegos ortodoxos, 5% melquitas católicos, 1% protestantes, 5.5% otros cristianos), drusos 5.6%. Durante el siglo XX Líbano ha sufrido devastadoras invasiones de Israel, así como cruentas guerras civiles.
Por ello, el representante del Papa en un país tan complejo requiere de mucho oficio político para convivir con diversidades conflictivas. Así entiendo los mensajes que pronunció, por ejemplo, ante el presidente Michel Aoun, diciendo: “Líbano es en sí, un mensaje de libertad y un ejemplo de pluralismo tanto para Oriente como para Occidente”. Reivindicó la nueva ciudadanía que se reapropia del pluralismo como convivencia social.
¿Qué es un nuncio y qué hace? Es el representante diplomático del Papa en un Estado. El nuncio ejerce ciertas facultades políticas y pastorales. Todas ellas conforme a la línea trazada por el Papa. El papel del nuncio comprende cuestiones que afectan el patrimonio inmediato de la Iglesia, sus relaciones con los diversos Estados, de manera especial deberá salvaguardar el libre ejercicio de su misión y proteger los intereses eclesiales locales y globales de la catolicidad.
Cada nuncio se pliega a la visión geopolítica de cada Papa. Así, Juan Pablo II, en plena Guerra Fría, pretendió imponer una visión integral de “América” vinculando a Estados Unidos, Canadá y América Latina y sujetándolos a las directrices de Roma. México era el pivote de dicha articulación. Por ello, junto con Polonia, México fue el país más visitado. Benedicto XVI, en cambio, fue eurocéntrico. Acometió la creciente secularización y trató de convencer de la necesidad de Dios en el futuro de la cultura europea. Francisco en cambio, sostiene una geopolítica de relación Sur-Sur.
¿Cuál ha sido la impronta y relevancia de los diferentes nuncios en México? Le propongo un breve repaso.
Girolamo Prigione. 22 de marzo de 2007-2 de abril de 2016. Primer nuncio del México moderno a raíz del restablecimiento de relaciones entre México y la Santa Sede en 1992. Prigione fue durante varios lustros un capo de la Iglesia mexicana. Fue el religioso más poderoso en la política. Conformó un prepotente grupo de obispos y religiosos conservadores integrado por Marcial Maciel, Norberto Rivera Carrera, Juan Sandoval Íñiguez, Jesús Posadas Ocampo, Javier Lozano Barragán, Onésimo Cepeda, entre otros. Se les llamó el “Club de Roma” por su cercanía con Angelo Sodano, secretario de Estado de Juan Pablo II. Un grupo de Iglesia paralela que monopolizaba la interlocución con El Vaticano y con el Estado mexicano. Sin embargo, el asesinato de Posadas, en mayo de 1993, y su fallida arremetida contra Samuel Ruiz por el levantamiento zapatista, marcaron su decadencia político-religiosa.
Justo Mullor. 2 de abril de 1997-11 de febrero de 2000. Al llegar a México declaró que, a diferencia de Prigione, él sería menos político y más pastoral. En diversos momentos se enfrentó con los obispos prigionistas. Defendió a Samuel Ruiz y Raúl Vera por su trabajo en Chiapas; se distanció de los Legionarios y se acercó a las denuncias de las víctimas de Marcial Maciel. A pesar de gozar del respaldo del Opus Dei, sus posturas incomodaron al poderoso Sodano quien lo “promovió” como director de la Pontificia Academia Eclesiástica.
Guiseppe Bertello. 27 de diciembre de 2000-11 de enero de 2007. Mantuvo un bajo perfil, evitó ser protagónico y alcanzó el reconocimiento y el respeto de los obispos y del gobierno mexicano. Le dio más peso y protagonismo a la estructura de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM). Bertello fue nuncio en los tiempos de la alternancia. Su periodo coincide con el sexenio foxista y felizmente no celebró públicamente los provocadores arrebatos religiosos de Carlos Abascal y del Yunque. Tomó prudente distancia de la extravagante pareja presidencial.
Christopher Pierre. 22 de marzo de 2007-12 de abril de 2016. Durante su desempeño tampoco fue protagónico. No compitió con los liderazgos tradicionales de la Iglesia; en cambio, recorrió varias veces nuestro territorio. Lo mismo asistía a la inauguración de una parroquia rural que a la ordenación de diáconos y sacerdotes. También visitaba diócesis que afrontaban conflictos y se presentaba en fiestas patronales. Con Peña Nieto afrontó varios roces, como la apertura a los matrimonios igualitarios. Y capoteó la desafortunada expresión de Francisco conversando sobre la violencia en Argentina. Ahí dijo: “Ojalá estemos a tiempo para evitar la mexicanización”. Cristopher Pierre tuvo distanciamientos y enconos hasta la ruptura con Norberto Rivera, que se hicieron patentes durante la visita de Francisco a México en 2016.
Franco Coppola. 9 de julio de 2016-15 de noviembre de 2021. Cuando mejor entendía el país fue removido a Bélgica. Su visita a Aguililla, Michoacán, zona sometida por el narco, fue célebre. Interlocutor efectivo con AMLO. Sectores conservadores presionaron su salida. Rumores sostienen que salió prematuramente por su postura inflexible ante la pederastia eclesial (consultar mi artículo en Proceso 2351).
Joseph Spiteri goza del apoyo de Pietro Parolin, secretario del Estado Vaticano, y de su paisano Charles Scicluna, secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el llamado zar contra la pederastia. El principal reto que enfrentará el nuevo nuncio es la tensión entre la Iglesia católica y el presidente López Obrador a raíz del asesinato de dos jesuitas en la sierra tarahumara. Los obispos demandan revisar y en su caso cambiar la estrategia de seguridad. La violencia alza a las Iglesias.
Otro desafío es dar seguimiento a los espinosos expedientes de pederastia clerical. Ya conoce México, pero no el clima de polarización política que actualmente impera en el país.