Despiertas, no quieres abrir los ojos. La poca luz que entra por las cortinas lastima. El dolor de cabeza no te deja volver a cobrar el sueño. Piensas en el celular, y está justo a tu lado, respiras aliviado. Gateas hasta tu pantalón y la cartera (tarjetas incluidas) sana y salva. La resaca comienza a hacer estragos, viene a tu mente el Piporro en la divertidísima Una cruda mal curada: “con tequila y con cerveza le tupí con alegría y al quitarme la tristeza ya no vi si amanecía, y que empiezo sude y sude con temblores de una pieza ¿qué pasó por dónde anduve? que no me hallo la cabeza”. Después de un check list, todo está en orden, la cruda moral disminuye (casi desaparece) pero la física se incrementa.
¿Pero qué tal ayer? No es solo lo que te dicen todos cuando te ven, es aquella canción de El Tri, que cantabas en la secundaria (cuando no se te hacía tan fofas las rolas de Alex Lora) “estuvo duro el tiroteo, te delata la mirada” e inmediatamente refieres también a Tex Tex y su Ni una más “Pero llega el viernes y todo se me vuelve a olvidar saliendo del trabajo mis amigos me empiezan a invitar quien dice que hace daño tomarse una fría cerveza”. ¿Qué pasó ayer? Es la pregunta que te haces, es también el nombre con que identificas a la saga de películas que, a pesar de ser facilonas y hollywoodenses, te divierten por la gran cantidad de lugares comunes que reconoces en las aventuras que el director Todd Phillips ha emprendido en las tres cintas.
Ayer sábado: recorriste varias cantinas de Calvillo, con Héctor de Lira, ex alumno del CIDE quien estudia un MPP en la Universidad de Chicago y está de vacaciones, había que festejar: comenzamos con una clásica ídem de don Chuy Bombas; luego una cerveza con un caballito de tequila en el Toro Negro; otro tequila pero mezclado con agua y Squirt (¡nunca con fresca!) en el Flaco Bar; una rica cheve con mariscos y pepinos en Chelerisa y cerramos plantándonos en la Ultramarina que al parecer cambió de administración y creo quiso capitalizarse con nosotros L (pero qué le vamos a hacer, son las cosas de la parranda).
Hoy domingo: tienes que decidir ¿menudo o birria? Aunque en la clase de anatomía te enseñaron que ambas son perjudiciales en la resaca (por lo irritantes) lo cierto es que cualquiera, acompañado de una “cheve bien helodia” son suficientes para levantar a un muerto. Nunca he entendido cómo hay lugares donde venden esta clase de alimentos, sin cerveza, es algo casi como inhumano. La opción es por el menudo, tal vez por la necesidad de líquido y tu deshidratación
En la segunda chela cambias de tercio y te tomas un vampiro, comienzas a cavilar sobre lo bonito que es el domingo, es más, si tuvieras que teorizar a la cruda la clasificarías dentro del derecho humano al ocio. La idea de descanso, de holgazanería, tiene múltiples derivados, algunos asociados con la cultura, otros con el deporte, la normatividad laboral la relaciona definitivamente con la necesidad para todo trabajador de descansar, dar el tiempo suficiente para que cualquier persona pueda disponer de su tiempo como mejor le plazca.
El descanso del domingo, lo asocias con ese neologismo tan popular que a su vez se relaciona con amigos, cheves, destilados, menudo, birria, mariscos y toda la parafernalia: crudear. “Soy una persona que bebe. Quienes beben, necesitan seguir bebiendo” dice el alcohólico, sínico e interesante Tyron Lanister en el capítulo 5 de la temporada 5 de The Game of Thrones; y sin embargo, tú, en el último tercio pasas al agua, la cruda, esa auténtica muerte chiquita, fenece en la noche de domingo en vísperas del triste amanecer llamado lunes.