Los seres humanos hemos aprendido (y aún lo seguimos haciendo) a convivir entre nosotros. No por nada hemos construido, sobre bases sólidas, un amplio y robusto cuerpo legal que no son sino reglas que, al incidir sobre nuestra conducta social externa, tratan de imponer ciertos límites a nuestra coexistencia. Incluso algunos de esos límites, como a los que me quiero referir en este espacio, son artificiales e invisibles. Me refiero en este caso a los geográficos.
No sé como hacen ahora, pero en mis tiempos era un día sí y el otro también, acudir a la papelería más cercana a la escuela y pedir un mapa, con aquel sonsonete cansino que rezaba “me da, por favor, un mapa de Aguascalientes con división política”. Era imprescindible pedirlo así, a riesgo de recibir una hoja con el solo contorno de nuestra entidad federativa, y tener que trazar, al vuelo, la división administrativa de los entonces nueve municipios que conformaban al estado, y que se vieron incrementados a inicios de la década de los noventa del siglo pasado, con la creación de El Llano y San Francisco de Los Romo, antiguamente delegaciones del municipio capital.
Es una división municipal, caprichosa hasta cierto punto, por lo menos la tenemos presente por tradición. Obedece, ciertamente, a una multitud de factores orográficos, históricos o sociales, que han terminado por determinar donde termina, por ejemplo, Cosío y donde empieza Rincón de Romos. Claro, es factible que, por la forma en que Aguascalientes ha caminado en el terreno sociopolítico, existan muchas personas que no conozcan, por lo menos, las cabeceras municipales. He de confesar que antes de trabajar en el Instituto Estatal Electoral no había tenido la oportunidad de ir a Tepezalá, o solamente de paso rumbo a Zacatecas, sin llegar a Cosío a degustar unas migadas.
Hay otra división territorial que no es tan conocida, pero que para efectos electorales representa tenerla presente, y me refiero a los ámbitos y límites territoriales de los 18 distritos electorales locales en que se divide el estado de Aguascalientes.
La premisa es sencilla: nuestra carta magna local indica que habrán de ser electos, de manera directa, 18 representantes populares, entiéndase diputaciones, al congreso estatal; de ahí que tenga que dividirse el territorio en ese número de partes, de tal suerte que, las y los residentes de cada una de esas demarcaciones, puedan definir quien ocupe esos cargos.
Determinar esa división no es tarea fácil, e involucra una serie de aspectos que no se deben pasar por alto. El primero de ellos es la composición demográfica, es decir, el número de habitantes, ya que en todos los distritos debe haber un equilibrio poblacional. Pero además, el distrito, plasmado en un polígono, debe permitir conectividad interna de tal manera que se facilite la instalación de casillas y de consejos distritales para las elecciones. Tal división no es aleatoria, sino que se utilizan componentes informáticos que determinan, a partir de información contenida en cada sección electoral, la mejor manera de agruparlas para conformar esas áreas geográficas compactas.
En estos días el Instituto Nacional Electoral, en conjunto con el instituto electoral local y las representaciones de los partidos políticos, se encuentran trabajando en la generación de los escenarios informáticos que permitan conformar los ámbitos y límites territoriales de los distritos, tanto federales como locales, dado que estos, a diferencia de los municipios, obedecen a criterios que son dinámicos para su conformación. Al basarse en la población que contienen, el destino de los distritos está escrito en función de la dinámica social: ahora y gracias a la estadística censal, sabemos que muchas personas que nacieron y vivieron en sus primeros años al surponiente de la ciudad, al crecer y formar familias ahora viven en donde se desarrolló la vivienda los últimos años, que fue el norte del municipio, en la zona conurbada con San Pancho.
Es importante estar al pendiente de la información que, al término de los trabajos de redistritación, difundan las autoridades electorales. Es nuestro deber, como ciudadanas y ciudadanos participativos y responsables, saber a cuál de los distritos pertenecemos y quién tiene nuestra representación para, en un momento dado, exigir las soluciones que demandan los problemas que nos aquejan como sociedad.
Redes sociales
Facebook.com/LanderosIEE
Twitter: @LanderosIEE
