Adheridos a los señalamientos viales del centro de la ciudad, los paraderos de autobús o las paredes de edificios, vigilantes día y noche, testigos de todas las historias, en solitario o formando comunidades, donde la plusvalía depende de lo inalcanzable de la ubicación; los personajes del arte urbano que comparten las calles con nosotros despiertan una serie de interrogantes enterradas por la apresurada cotidianeidad, preguntas sobre su creación, tal vez su nombre, su ubicación, lo que representan, si es nuevo o siempre ha estado ahí.
Preguntas tan visibles y a la vez tan discretas como ellos, los personajes adheridos, habitantes de la ciudad.