El nivel del debate público es deplorable, fascinados por las reacciones que despierta emitir una opinión en redes sociales, antes que argumentos o ideas, se busca la frase hiriente que consiga el mayor número de respuestas. Se deja a un lado la discusión, la polémica, el diálogo para erigirse vencedor teniendo la última palabra.
Tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador al quejarse de la cobardía de quienes se burla de su hijo en redes sociales, reaccionó como lo haría cualquier padre, esto dijo durante la inauguración del Libramiento Poniente de Acapulco: “Imagínense, ayer mi pobre hijo, que lo amo, Jesús, está excedido de peso, ya saben ustedes, la edad de la adolescencia cómo es. Ah, sale una foto y con saña lo atacan. Eso es una cobardía. Si el problema es conmigo, no con él. Hasta en las verdaderas mafias se respeta a la familia. ¿No es así? Pero yo lo entiendo, es su grado de desesperación, porque no pueden”.
Tiene razón López Obrador al quejarse por los señalamientos contra su hijo, también en que “el problema” es con él y nadie más, los ataques al hijo del presidente son vulgares, nada los justifican. Sí, es cierto que el primero en rebajar a chiste y chacota la discusión sobre la política ha sido el propio López Obrador, sus seguidores le festejan fervorosamente que ponga apodos, las burlas por el aspecto, las frases discriminadoras, el ingenio socarrón… No por eso se puede alegar que quien se ríe se lleva.
La oposición sin imaginación juega con las reglas que le impone López Obrador porque así evade la responsabilidad de construir un proyecto de nación atractivo para los electores que ya no confían en los partidos políticos, desesperados por los cotos de poder que han perdido, rebajan el arte de hacer política a un encuentro callejero de albures, que sin el ingenio requerido para el albur se queda en intercambio de insultos, donde lo que se discute no son las políticas públicas o la efectividad de un gobierno, sino las cualidades y características personales.
Usar el hijo del presidente para criticarlo es indigno porque estos “argumentos” muestran la incapacidad para generar interés en los asuntos públicos y cómo se intenta generar conversación a través del odio y la discriminación, demostrando además una ignorancia rampante acerca del funcionamiento de la administración pública, pues las críticas se realizan a partir de comparar el físico del hijo López Obrador con la efectividad de la campaña gubernamental para procurar una alimentación sana, o el descuido de la pareja presidencial para con el aspecto del niño; nada de eso tiene que ver con la administración pública.
Ante los señalamientos por la vulgaridad de este hostigamiento, en redes sociales se defiende este acoso al hijo de López Obrador indicando que no se puede quejar que se metan con el niño, porque el presidente ha dejado sin medicamentos a niños con cáncer; así la bajeza, sin argumentos, sin ideas, sólo con insultos.
Tiene razón López Obrador, el pleito es con él, y por esa razón es que el nivel del debate público es deplorable, porque hemos dejado que la discusión sobre política se transforme en un pleito personal.
Coda. El tuit de Arturo Zaldívar, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: “Discriminar a cualquier persona es inadmisible. Hacerlo con un niño por odio político es una bajeza que pinta de cuerpo entero a las y los cobardes que usan las RRSS para evidenciar su miseria humana”.
@aldan