Ser maestro / Así es esto  - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Todos los oficios y profesiones son muy importantes, pero si tuviera que ponderar, me quedaría con la de maestro, así en la idea amplia del término que maneja la Real Academia de la Lengua en su diccionario: “Persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo… Persona que es práctica en una materia y la maneja con desenvoltura… persona que está aprobada en un oficio mecánico o lo ejerce públicamente.” Esa persona que enseña a otros, que tiene ese expertise, de ahí que al jefe de albañiles le llamemos el maistro, no solo por que dirige, sino porque en la obra transmite a los peones su conocimiento, para que un día lleguen a ser maistros. Pero más en concreto, el 15 de mayo festejamos a los maestros que están enfocados a la enseñanza mediante instituciones; y no son cosa menor, son la base de las generaciones futuras, y además forman una clase social distinta, una fuerza laboral poderosa.  

Durante mi vida de estudiante, cursé dos años de kínder, seis de primaria, seis de secundaria y bachillerato, cinco de universidad, tres de maestría y tres de doctorado; en total 25 años bajo la batuta de enormes profesores a quienes recuerdo con cariño, son tantos y tantos que no podría mencionarlos a todos, pero mi agradecimiento perenne porque contribuyeron a mi formación. Esa admiración a los profesores fue lo que me llevó a introducirme a esta hermosa profesión: en agosto del año 2003, inicié a dar clases en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, a mis apenas 23 años, comencé en algunas materias auxiliares de carreras no afines al derecho, pero que me hicieron amar con ahínco el ser profesor. Desde entonces no he interrumpido mi labor docente, incluso cuando más trabajo he tenido (no vivo de la docencia, sino de mis actividades profesionales) así que este año cumplo diecinueve años de ser profesor… y no me arrepiento de nada, al contrario, el encontrarme a alumnos que se detienen y me saludan con una gran sonrisa, me causa un gran ánimo y me impulsa a seguir adelante.

Y ese impulso, que te escriban los alumnos, que te feliciten, es importante, porque como todo, a veces las ganas se agotan. Hace unos días en la presentación del libro de mi amigo Roberto Ahumada en la EBC, justo alegaba que cada año nos saturamos de materias (tanto él como yo, además de profesores, tenemos un empleo) y entonces al finalizar los semestres o cuatrimestres, afirmamos, nos decimos y prometemos que ya no vamos a tomar ni una sola clase, a las presiones diarias suman los programas, las planeaciones, tareas, exámenes, etcétera. Y apenas nos hablan de alguna universidad ofreciéndonos materias, como Dory, de Rescatando a Nemo, olvidamos y decimos ¡Oh mira, una materia! Hasta hoy siempre he recibido evaluaciones muy satisfactorias de mis alumnos, por lo que cada semestre decido continuar, lo veo como parte de mis obligaciones, formar nuevas generaciones. 

Cada año me invitan de las diferentes universidades a las fiestas por el día del maestro, la verdad que excepcionalmente he podido ir, es como una especie de karma que justamente a las fiestas de profesores nunca voy, y este año no fue la excepción, justo los días de las reuniones se casó mi ex secretaria de acuerdos, Brenda Solís, por lo que me fui todo el finde a Puerto Vallarta. Aún sin la fiesta, es un orgullo ser profesor, creo que lo seré hasta que muera. Felicidades a todos los maestros y qué bueno que se les siga festejando, porque debemos reconocer una y otra vez la tarea docente.   

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