Aguascalientes será gobernado por una mujer a partir de octubre del 2022, son cinco las candidatas a la gubernatura y al menos tres de ellas han mostrado que se han preparado y tienen la capacidad para gobernar esta entidad: Teresa Jiménez, Anayeli Muñoz y Nora Ruvalcaba. Esta elección es excepcional e histórica en el ámbito nacional y, a pesar de todos los elementos que la distinguen de las otras cinco (Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas) a este proceso electoral la miopía de los partidos políticos de oposición, obsesionados con ganarle la presidencia a Andrés Manuel López Obrador en el 2024, lo han minimizado y restado importancia.
Lo que está en juego en Aguascalientes es mucho más que una gubernatura y, por eso mismo, esta elección debería ser observada, analizada y comentada en todo el país, no sucede así porque se nos reduce a una de los seis estados que podría llevarse o no Morena, un simple antecedente a la elección del año siguiente en el Estado de México, una especie de laboratorio donde se experimentará para decidir cómo presentarse en el 2024.
Esa visión chilangocéntrica de las elecciones del 2022 ha permeado a tal grado que los actores políticos de Aguascalientes se comportan como si tuvieran que responder al interés de lo que ocurrirá en el 2024 antes que pensar en desde lo local y en las consecuencias de las decisiones que se toman en relación a quien, y cómo ganará la elección del 5 de junio, quién gobernara Aguascalientes a partir de octubre.
Las acciones de los actores locales, que quieren convertir la elección de Aguascalientes en una disputa entre López Obrador y la Oposición, cuando no es así, han perdido toda dignidad con tal de justificar su ansia de poder, el ejemplo más reciente son los montajes del Partido Acción Nacional en que exhiben a supuestos morenitas renunciando para sumarse a su proyecto, así como las desbandadas, politiquillos menores que ansiosos de un cargo, anuncian en ruedas de prensa que se van de Morena para sumarse al proyecto de la coalición Va por Aguascalientes.
No importa cuántos panecitos dulces y café puedan repartir estos muertos de hambre entre los reporteros, no cambia que en nuestro sistema electoral una persona cuenta como un voto y que quienes anuncian su salto de Morena al PAN pueden perorar que son legión y que con ellos se van centenas o miles de seguidores, lo cierto es que se exhiben tal como son, ratas que saltan de la nave hacia un lugar seguro.
Lo más patético ha sido ver a los priistas que en lo oscurito se pasaron a Morena y ahora, ante la lectura de las encuestas, se desgarran las vestiduras (o se quitan el chaleco) para, sin ningún argumento lógico, rendirse ante quien creen la segura ganadora, sin ideario, sin respeto a lo que creen, sin dignidad, se llenan la boca declarando que lo hacen por el bien mayor, por un proyecto de nación, cuando en los hechos, sólo cumplen con mostrarse dispuestos a lo que se les ordene a cambio de la promesa de ser tomados en cuenta en la siguiente administración.
Montones de lambiscones sin dignidad que no pueden sacar de su sistema las prácticas priistas de sumisión.
Coda. Falleció un gran actor, Ray Liotta, a quien se le recuerda por su rol protagonista como Henry Hill en Goodfellas de Martin Scorsese, en esa película, una de las primeras frases que dice es “Desde que tengo memoria, siempre quise ser un gangster”, el arco narrativo de la película nos lleva a la escena final, donde Henry Hill ha traicionado todo lo que quería ser, una vez que señala en un tribunal a aquellos de quienes quería ser parte, como testigo protegido, Ray Liotta le dice directamente a la cámara: “Esta es la parte más difícil. Hoy todo es diferente; no hay acción… hay que esperar como todos los demás. Ni siquiera puedo conseguir comida decente. Justo después de llegar aquí, pedí unos espaguetis con salsa marinara, y conseguí fideos de huevo y kétchup. Soy un don nadie promedio… puedo vivir el resto de mi vida como un schnook”. Un schnook, un don nadie, un imbécil, un bobo invisible.
@aldan