“Sólo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboración al esfuerzo. Si todos prefieren gozar el fruto, la civilización se hunde” Ortega y Gasset
Una amiga me contaba que su hijo de 12 años estaba molesto porque tenía que hacer un trabajo en equipo con dos compañeros, pero aquellos se limitaron a enviarle su parte sin la calidad que les había pedido su maestra y sin que hubiera habido una reunión del equipo como tal. Su hijo se puso a rehacerlo, a conjuntarlo y a darle forma y, mientras los compañeros pasaron un fin de semana sin preocupación, su hijo hizo todo el trabajo en solitario. El lunes también le tocó exponer y la calificación fue la misma para los tres.
Esta historia se repite en los centros educativos de cualquier nivel, incluida la universidad. Hay alumnos que sí trabajan (los menos) y otros que sólo aportan un trabajo mediocre y se desentienden del resto del proceso, pero los hay aún peores, son los alumnos parásitos que sólo ponen su nombre y que además manipulan a sus compañeros para justificar su pereza y a los que tachará de egoístas si estos se niegan a que sólo ponga su nombre. Son personas acostumbradas a vivir del cuento, que pasan de un año a otro sin estudiar, copiando, sobornando o aprovechándose de los demás. Seguramente después serán adultos parásitos con la misma conducta y por supuesto que no sabrán trabajar en equipo.
Independientemente de estos casos tan desagradable y puntuales, es evidente que no se ha estado enseñando correctamente a trabajar en equipo desde los primeros niveles de estudios, haya sido educación tradicional o vanguardista. Es evidente también que no existe una estandarización del proceso o la que existe es ineficiente. Sabemos que tal como se trabaja hoy día hay mucho de simulación, nadie aprende, a todos les fastidia y a los padres les ocasiona mucha molestia. De la misma manera, es evidente que tampoco se sanciona a los alumnos irresponsables y los maestros les siguen poniendo la misma calificación que al resto del equipo, para frustración de los que sí trabajan y regodeo del que se aprovechó de los demás impunemente.
El trabajo de equipo en las instituciones educativas debe realizarse con la seriedad y el compromiso que exige, ya que van a desarrollar una de las habilidades blandas que más se necesitan en el mundo del trabajo y yo diría que en la sociedad en general, por tanto, cada uno de los integrantes tiene la responsabilidad de entregar trabajos individuales de calidad y colaborar con los demás en el producto final.
Soy consciente de que, para que los grupos tengan un buen desempeño, el docente tendrá el trabajo más pesado al convertirse en el coordinador, ya que deberá:
- Ayudar a conformar los equipos tratando de que sean mixtos, evitando que se junten sólo amigos, para así lograr que se integren todos los estudiantes.
- Proporcionar el tema, los subtemas y la bibliografía, dejando muy claro que todos y cada uno de los miembros del equipo debe aportar un trabajo de calidad, porque se les asignará también una calificación individual.
- Enseñarlos a distribuir de manera equitativa la tarea que cada quien desempeñará en el equipo.
- Tiene que ayudarlos a realizar una planeación con cronograma de actividades, responsables, fechas, reuniones, productos parciales y finales, así como la integración final del trabajo.
- Señalar con claridad los estándares que se esperan en dicho trabajo.
- Explicarles la importancia de conocer también la parte de sus compañeros, por lo que deben socializarla al interior del equipo y tener con ello un aprendizaje global del tema.
- Finalmente, darles también los lineamientos de una buena presentación, con poco texto para que sean ellos los que lo expliquen con sus propias palabras. Eso los obligará a dominar el tema y no sólo su parte, sino también la de los demás.
Si además de lo anterior, se enseña a los alumnos a entregar productos parciales para irlos revisando y asesorarlo en el proceso, se evitaría que lo realicen la víspera de la entrega, con todo lo que ello supone: estrés, pleitos entre los integrantes y un producto final de pésima calidad.
Tal como mencioné, este modelo representa mucho trabajo para el docente, tanto en la parte previa y de coordinación de los equipos, como en la revisión de productos individuales, parciales y finales, pero el resultado le proporcionará una gran satisfacción a él y un aprendizaje significativo a los alumnos. Por otro lado, habrá fomentado el ejercicio de una serie de valores que conlleva un buen trabajo en equipo como son: la solidaridad, el compañerismo, el sentido de la justicia, la laboriosidad, el respeto y otros muchos que hoy más que nunca necesitan ejercitar.
Existen muchas maneras de trabajar en equipo, pero hay que encontrar aquella en la que realmente aprendan todos y cada uno de los integrantes, en la que trabajen de forma coordinada, respetuosa y responsable, y donde no exista cabida para alumnos oportunistas a los que les estamos enviando el mensaje de que el fraude, la mentira y la simulación serán el mejor camino para triunfar en la vida.
Hay una frase que me gusta mucho y que dice: “Jugar en un equipo no te convierte en un jugador de equipo. Jugar con las reglas del equipo te convertirá en un líder” Norbert Harms
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