Juan Rulfo es uno de los referentes centrales de la literatura mexicana contemporánea. Un ícono de la literatura latinoamericana del siglo XX. Su obra es ya un clásico de las letras. Sus dos libros, El llano en llamas y Pedro Páramo, se siguen traduciendo, vendiendo, leyendo alrededor del mundo.
¿Cómo decir algo nuevo de la obra, de la vida de Rulfo que no se haya dicho ya? Esa es una de las preguntas que el investigador y ensayista Francisco Carrillo. Porque Rulfo es un autor presente y por eso mismo podríamos llegar a pensar que ya se ha dicho todo acerca de él. Pero para Carrillo, nacido en Madrid en 1977 pero avecindado en México desde hace varios años, hay un Rulfo poco conocido aún, y es Juan Rulfo que se dedicó a trabajar primero como agente de migración en Guadalajara y después trasladarse a la Ciudad de México para trabajar en la Secretaría de Gobernación (en donde trabaría amistad con el escritor Efrén Hernández, quién sería pieza fundamental en su desarrollo como escritor). Es el Juan Rulfo que entre 1947 y 1952 trabajaría para la compañía Goodrich- Euzkadi, primero como capataz y después como agente viajero.
Justo sería este trabajo el que le permitiría a Rulfo recorrer el país, a profundidad, y conocer zonas del país en donde se desarrollaba el plan modernizador de los gobiernos postrevolucionarios: Mega obras de infraestructura que conectaban el país, que se construían con el supuesto objetivo de acabar con la pobreza, mientras destruían comunidades y expropiaban tierras en aras del progreso. Esos viajes son el trasfondo del conflicto entre modernidad y tradición desarrollados en varios de los cuentos de El llano en llamas: Luvina, solo por mencionar un ejemplo. Un desarrollo impuesto desde el centro, como siempre en la historia de México. Un desarrollo impuesto a través de programas sociales, de la construcción de infraestructura, que buscaba transformar radicalmente el rostro social de este país.
Rulfo fue testigo de primera mano de cambios violentos, que le dieron tela para contar otro de los temas centrales de su imaginario: La violencia endémica que golpeaba a las zonas rurales. Una violencia endémica que los gobiernos de postrevolucionarios con sus promesas de modernidad prometían erradicar.
Para Carrillo, varios de los temas que le interesan a Rulfo, como los contrastes entre ciudad y campo, entre modernidad y tradición, deben ser observados bajo el tamiz de la violencia. Rulfo esperaba que los discursos modernizadores lograrán transformar al país. Después se enfrentaría al hecho de que los gobiernos postrevolucionarios estaban dispuestos a imponer su visión de modernidad, a través de la violencia. Pudo verla de primera mano cuando trabajó en la Comisión del Papaloapan, en donde pudo observar los objetivos nacionales se sobreponían a las decisiones u opinión de las comunidades: Pueblos desalojados a la fuerza, pueblos que tenían que ceder sus tierras pues por ahí pasaría el progreso. Progreso que, en muchas ocasiones, las comunidades solo verían a la distancia. Son los temas de reflexión que Francisco Carrillo retoma en su libro de ensayos titulado Fuera de foco, publicado por la editorial Dharma Books, sobre el cuál conversamos en entrevista.
Javier Moro Hernández (JMH): Uno de los temas de tu libro es justo cómo buscar un acercamiento a la obra de Rulfo, desde otro punto de vista, que no sea repetitivo y en tu caso, es el momento de Rulfo que todavía no había publicado.
Francisco Carrillo (FC): Fue difícil tener una voz o intentar al menos tener una voz personal, una voz que pudiese rescatar resquicios que todavía no estuviesen explorados de la obra de Rulfo. También hay que pensar que es una obra breve, con lo cual parece que está todo citado, todo recorrido, todo rastrillado y para mí fue un reto esencial, en el sentido de que fue un reto que me planteé al inicio del trabajo. También tenía esa intuición de que Ruffo en realidad era un escritor moderno, un escritor de la ciudad o que escribe desde una mentalidad urbana y por ahí entendía, imaginaba, que tenía algo que podía ser trabajado y que podía ser original y diferente a lo que se ha dicho hasta ahora de él. Pero también me interesaba ese Rulfo en potencia, ese Rulfo de antes de ser escritor, a partir de la noción de escritura de Roland Barthes, que viene a pensar precisamente en cómo lo que el escritor escribe es algo así como el resultado de un proceso previo. El escritor se hace antes de la escritura de alguna forma, o se hace incluso en el proceso de escritura, pero antes, por ejemplo, de ser publicado. Luego el escritor no maneja bien como se le lee, cómo se le recibe, no maneja bien hasta dónde va a llegar su obra. Obviamente en el caso de Rulfo yo creo que él no preveía la trascendencia que ha ido adquiriendo su obra con el paso del tiempo, una obra vigente con cada generación. Rulfo no lo pudo manejar tanto, incluso yo creo que fue un poco víctima de esa recepción y me interesaba ese Rulfo en formación, en cómo él como él le imagina una obra, en cómo él se forma para esa obra, como va adquiriendo experiencias en el viaje, en la fotografía, en esa curiosidad juvenil que él tiene por recorrer el país, por migrar a la Ciudad de México, por moverse por la ciudad, conocerla bien, ser un gran conocedor de esta ciudad en plena explosión demográfica-urbana, y cómo eso va formando esa mirada que cristaliza finalmente en su obra. Creo que ahí hay un juego muy interesante de contrastes que son los que están dando vitalidad a la obra de Rulfo.
JMH: Uno de los temas que analizas es justo este contraste entre ciudad y campo, lo mencionas en el primer ensayo, el viaje como uno de los temas centrales de este Rulfo en formación. Rulfo viaja por un país que está mirando hacia la ciudad y que está abandonando el campo, es un viaje hacia un lugar en abandono.
FC: Un lugar en abandono que al mismo tiempo se desconoce, el hecho de que su protagonista, Juan Preciado, viaje al pueblo de sus padres y se encuentre con algo que desconoce en absoluto. Tanto lo desconoce que perece en el intento. No parece que llegue a entender que sucede ahí. Lo que le rodea son fantasmas, son calles y voces que no puede calibrar, que no puede conceptualizar. Creo que ese contraste es interesante. Esa es una mirada profundamente urbana. Ese habitante modernizado, urbanizado, comienza a desconocer el campo. No sé si esa sería la versión de alguien que vive en el campo y que comparte esas claves. Me parecía muy interesante el hecho de que Rulfo apunta de hecho al olvido, ese olvido cultural, ese olvido sobre un entorno que no solo está olvidado en términos más abstractos, sino en términos más históricos, más sociales. Es un entorno que parecería que está siendo abandonado en favor de nuevas estructuras históricas, de nuevas formas de pensar el presente, que sobre todo se concentra en la ciudad y en la modernidad, en la industrialización, y que parece dejar muy atrás ese otro universo campesino, que obviamente está muy vivo, pero que ese personaje que parte de la ciudad ya no lo entiende así, ya no lo puede ver vivo, ya solo lo puede ver como algo que ha fenecido. Me parece muy interesante como también había un conflicto de miradas, y como Rulfo, quien es alguien que nace en el campo, de hecho, ya retrata ese campo como algo que parece que pasó a la historia.
JMH: Otro de los temas es esta contradicción que parece permear la obra de Rulfo, entre el progreso y el abandono. Lo mencionas cuando hablas sobre el reportaje fotográfico que Rulfo hizo sobre Tlatelolco, sobre el campo de trenes y lo que va a hacer después Tlatelolco como unidad habitacional. Es como si a Rulfo le interesaran mucho las ruinas.
FC: Lo que hace es explorar la ruina, Comala de alguna forma es una ruina de la historia, que a él le interesaba explorar, y por eso también explora Tlatelolco y hace ese reportaje fotográfico tan interesante, poco antes de que sea derrumbado, de que todo es entramado férreo de paso a lo que hoy en día es Tlatelolco. Se interesaba mucho por esa conformación no urbana que de pronto va a desaparecer, creo que ahí está la clave de ese interés. Tiene una mirada muy interesante sobre la modernidad, por una parte, yo no diría que la niegue, lo que diría que mira a la modernidad mexicana, ahí me parece que esa mirada que él tiene tan pesimista tiene mucho que ver con lo nacional. Por una parte, como buen hijo de su tiempo apuesta por la modernidad, por una modernidad que sea capaz de trascender los problemas históricos, que vienen desde la conquista. Para Rulfo era muy claro que la conquista fue un acto de violencia, que de alguna forma imprime en el territorio mexicano, en México, una violencia que se transmite de generación en generación, una crueldad que se transmite de generación en generación. Creo que él piensa que la modernidad puede ser algo que de alguna forma ponga fin a esa violencia consuetudinaria, a esa violencia tradicional, pero que no lo logra, que finalmente esa modernidad mexicana lo que hace es reproducir la violencia, desde otro lugar, quizá, de otra forma, pero que no logra trascender esa crueldad que él representa en su obra. Así que por ahí se interesa mucho por Tlatelolco como esa posibilidad que de nuevo vuelve a ser traicionada. Ahí también exploró lo que es el año 68 y como esa utopía de la ciudad ese Tlatelolco como nueva posibilidad de una ciudad diferente, de un México diferente, en el fondo vuelve a reproducir esas dinámicas de violencia y de crueldad que Rulfo ya visualiza y sobre todo localiza en Comala
JMH: También quería tocar el tema de su fotografía: Hay una diferencia de las fotos que él toma fotos del campo y de la ciudad. Una diferencia de ángulo que nos da cuenta de una visión sobre las ruinas, sobre el silencio, sobre el abandono, pero también sobre la modernidad.
FC: Es muy interesante que la fotografía que él tiene sobre el campo transmite esa sensación de lejanía, que también tenemos cuando leemos Pedro Páramo, que es un libro en torno a cómo no comprendemos y cómo no entendemos, ni su protagonista, ni los lectores, lo que realmente está sucediendo en Comala. Porque uno como lector también se pierde en la lectura y está hecha para que uno se pierda, para que no comprendas el todo, para que te extrañes por ese recorrido que también es tuyo en tanto lector. Entonces las fotografías de los entornos campesinos también son así, parece que todo está retratado desde las afueras, como si no entendiéramos del todo qué está pasando ahí. En una de sus exposiciones se menciona que las personas retratadas en las fotos de Rulfo en los entornos campesinos de los años 60 pareciera no tener ojos, no se les veían los ojos a estos personajes de estos entornos campesinos, y de alguna forma es cierto, porque uno ve personajes que son como tipos con los cuales tenemos una extraordinaria lejanía, no sabemos bien que piensan, que sienten, y él estaba muy interesado en esa mirada moderna, que ya no es capaz de entender bien qué ocurre en esos entornos campesinos, tradicionales. Por otra parte, es verdad la fotografía que él tiene de la ciudad es una fotografía mucho más documental, mucho más explicativa, de personajes que nos miran a la cara en primeros planos, es una fotografía más de un recorrido que pretende denunciar también las condiciones de vida, de los habitantes de estos entornos deprimidos de la ciudad, de estos migrantes a la ciudad. Por ahí se enfrenta de forma diferente a ese relato de la ciudad con respecto al relato del campo.
JMH: Hay dos temas que se relacionan, uno es el de la denuncia, que se empata con lo que mencionas de la obra de Oscar Lewis y de Buñuel, porque pareciera que Rulfo nos habla de otro tiempo, del tiempo pre y post revolucionario, pero él está muy claro de que su obra es una denuncia sobre el abandono. En ese sentido se empata con la obra de estos autores y artistas extranjeros que estaban denunciando como el Estado mexicano contemporáneo.
FC: Yo creo que la obra de Rulfo es una obra muy de su presente, que está negociando con los discursos de su momento histórico de una forma directa. Rulfo no es un escritor de la nostalgia, se le he querido leer así, se le ha querido leer como un escritor de la nostalgia, incluso como un escritor de las esencias del mexicano, de redención de la historia mexicana y yo creo que, muy al contrario, Rulfo es un escritor muy fatalista y existencialista que está queriendo confrontar al Estado mexicano con ciertas realidades, y si el Estado mexicano olvida a territorios como el de Comala él se lo pone de enfrente, frente a los ojos. Sí creo que es un escritor muy comprometido, pero no es un escritor ideológico, sí me parece que es un escritor muy comprometido con su presente y que son debates muy de su presente. Se ha querido rebajar esa carga subversiva que tiene su literatura y se le ha querido ver como un escritor que en realidad no fue, me parece que es un escritor que impone una visión bastante terrible del México de los años 50 y yo diría que es una visión que también se ha mantenido en el tiempo, es una visión muy vigente, uno lee la obra de Rulfo y lee claramente el narcotráfico y lee claramente la migración, es más actual y lee los desaparecidos y los ajustes de cuentas de del año 2022.