En una sociedad donde todo debe tener una función, es necesario que el arte no lo tenga - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Entrevista a Hugo César Moreno, sobre la antología Menos bella, más brutal

 

Una antología que recupera a autores del área conurbada de la Ciudad de México, que hubieran nacido o vivieran en estos municipios del Estado de México.

 

 

El Estado de México es un estado rico, diverso, complejo. Un estado que se encuentra dividido en varias zonas geográficas, diversas y complejas en sí mismas. Un estado que entre sus varias características se encuentra que varios de sus municipios forman parte de la llamada Zona Metropolitana del Valle de México, que es en sí misma, una megalópolis (con municipios del Estado de México, del estado de Hidalgo y la Ciudad de México) de más de 21 millones de personas. Pero hasta ahora, los municipios del Estado de México que forman parte de la zona metropolitana han sido poco abordados por el arte o la literatura. Ciudad Neza y Ecatepec, podrían ser la excepción, ya que desde sus comunidades se han desarrollado distintos proyectos literarios y culturales, que han abordado la rica tradición cultural de los habitantes que conforman estos municipios. Ediciones Periféricas ha publicado la antología de cuentos Menos bella y más brutal, coordinada por el escritor y académico mexicano Hugo César Moreno.

 

Menos bella, más brutal, se encuentra dividida en cuatro grandes capítulos: Dolores de Cruce, Crucificados, Crucifixiones y Cruces en el camino, que están conformados por los cuentos de 24 autores, nacidos en diferentes municipios del Estado de México, entre lo que se encuentran Sergio Osorio, Oswaldo Buendía, Mauricio Neblina, Johan Aguilar, Vicky Medina, Lizeth Sosa, Julio Ce López, por mencionar solo a unos cuantos. Autores y voces narrativas que nos permiten observar y conocer, las complejidades y los entramados en los que se mueven y confluyen los habitantes de este conglomerado de calles, de avenidas, de municipios, de redes sociales, que se extienden después de la línea divisoria entre la CdMx y el Estado. Una zona caótica y al mismo tiempo catártica, una zona de cruce y dolor. Menos bella, más brutal, es una antología que hace honor a su nombre y que nos da cuenta, a través de los cuentos de esos 24 autores, de la diversidad de realidades y cotidianidades que conforman esta área del país, mayormente urbanizada, de maneras precarias en muchas ocasiones, pero que aun conserva rasgos de su pasado rural: migración, problemas de trasporte público, violencia institucional, son algunos de los rasgos que comparten varios de los cuentos antologados. Pero también podemos ser testigos de los ritos, de la fiesta, de la cotidianidad que los autores nos reflejan, abriéndonos las puertas de un entorno mexicano poco contado, que ha ocupado con pocos espacios en los medios y en la literatura.

Conversamos con el escritor y académico Hugo César Moreno (Ciudad de México, 1978), antologador de Menos bella, más brutal quién nos contó cómo surgió esta antología de nueva narrativa mexiquense, que se publicó en colaboración con el gobierno municipal de Tlalnepantla: “La idea original surge a partir de la antología que compiló Edgar Omar Avilés en la editorial Resistencia, titulada Bella y brutal Urbe. En esa antología participe como autor, y en alguna ocasión platicando con Josefina Larragoiti, editora de Resistencia, comentamos que estaría interesante hacer una antología sobre el Estado de México. Pero pensé que sería más interesante un ejercicio de una antología que recuperará a autores del área conurbana, que hubieran nacido o vivieran en estos municipios del Estado de México. Pero la idea de tener una antología con esas características se fue complicando, porque pensamos en que fueran autores que no tuvieran alguna otra aparición, que no estuvieran muy compilados como autores de la Ciudad de México. Tenía la idea de incluir autores que no tuvieran mucha presencia y sobre todo autores que yo conocía, gracias al taller que impartía en el Faro de Indios Verdes, de los cuáles muy pocos tenían obra publicada. De hecho, cuando terminé de compilar solamente dos habían sido publicados: Pablo López y Aldo Rosales Velázquez, también de los compañeros que eran parte del colectivo en que yo participé desde el 2003 que se llamaba Netamorfosis. Terminé esta primera versión a finales del 2015, y estaba la idea de que fuera publicada por Resistencia, como una segunda entrega, pero no fue posible. A finales del 2019 a Nahúm Torres, editor de las editoriales Librosampleados y Periféricas, se le ocurre revivir el proyecto y busca una coedición con el municipio de Tlalnepantla. Ahí empezó otro proceso de acercamiento con los autores, con la promesa de que había mayores probabilidades de que de que salga el libro. Lo más complejo, por diversas circunstancias, fue encontrar escritoras, no por un asunto de corrección política, sino por una legítima curiosidad y necesidad de mostrar la voz de las mujeres escritoras de esta área conurbada, porque si bien los habitantes de esta área tienen una vivencia bien específica de la ciudad y de lo que significa vivir al límite, las mujeres, sin duda, tienen una experiencia que me parecía podría ofrecer unas obras de gran importancia e interés. Hubo acercamiento a otros autores, se abrió el asunto de la temporalidad, a autores más jóvenes. Entraron Osvaldo Buendía, Mauricio Neblina, autores que ya tienen obra publicada, Sergio Osorio que tiene un librazo en Periféricas. En ese proceso algunos autores como Sergio Mendoza, Lizeth Sosa Claudio, Marcos Pablo López publicaron sus libros, por lo que se fue haciendo una masa crítica de autores, una burbuja, un bloque de autores del Estado de México con estas circunstancias que fueron ensamblando esta antología que también representa mucho las búsquedas de la editorial, entonces quedó una obra redonda con un montón de aristas que lastiman al lector, en el mejor sentido de la palabra. Siempre he creído que una buena literatura debe tener la cualidad de confrontar al lector, no dejar indemne al lector, no apapacharla y este libro cumple con este cometido.”


 

Javier Moro Hernández (JMH): Uno de los temas de la cultura mexicana de la literatura mexicana ha sido el tema del centralismo, la Ciudad de México como eje central de varias obras, y el Estado de México si aparece, pero siempre es una región periférica, y esta antología se adentra en problemas, en visiones de la cotidianidad con muchos matices, hay historias de todo tipo, la violencia es uno de los temas, pero no es uno de los ejes rectores de cuentos que se adentran en la cotidianidad de esta zona del país.

Hugo César Moreno (HCM): El área conurbada es la periferia, porque después de la periferia viene provincia, y ese también es un signo del área y un feliz encuentro en términos semánticos y ontológicos para la editorial y para los autores, porque desde la editorial me parece que lo tenían en la visión periférica a la hora de iniciar el proyecto. También me parece, y me gusta mucho que lo hayas mencionado, es este asunto de vivir con la violencia, porque creo que no existe la narcoliteratura, porque lo que existe es un proceso una serie de procesos sociales, que producen una economía alrededor de símbolos que devienen de la de la vivencia cotidiana con estas organizaciones, que en un momento dado un autor de qué va a escribir, sobre qué va a escribir. Y puede escribir sobre sus vivencias, y en esas vivencias hay violencia. Eso es parte del escenario, así me parece que lo identificas de manera muy adecuada en términos de esta presencia, que además es una violencia distinta a lo que podrían vivir otros mexicanos. Pensaría, por ejemplo, en lo que se llamó como boom del Norte, que es una violencia distinta, incluso la manera en que es tratada es distinta, y a mí me gusta mucho ese entorno.

JMH: Son cuentos que lastiman, y que no tienen que hablar de violencia explícita o de evidencia del narco, y que tiene que ver con la dificultad de la zona periférica: el transporte, la falta de empleo, la dificultad de los traslados es una zona que lastima en sí misma.

HCM: Hay estudios sociológicos que mencionan que en donde se asume en las largas esperas hay una violencia en contra sectores bien identificados.  También hay que pensar que es una existencia particular, que no todos los seres humanos la viven y por eso es importante presentarla y por eso es importante escuchar a estos autores, que no son los mismos de la Ciudad de México. Eso es importante tenerlo en cuenta, no son los mismos habitantes de la Ciudad de México, estos son habitantes de un área que tienen que transitar una frontera política, que parece invisible, pero que tiene sus aristas filosas. Recuerdo una charla entre Germán Dehesa y el caricaturista Calderón, en donde hablaron de Kapuscinski y sus crónicas en África, y hablaban de cómo el tiempo transcurría distinto y lo ponían en perspectiva a través de la espera de un autobús. Eso me hizo pensar en el tiempo de espera de un camión que sale de Indios Verdes hacia Coacalco, hacia Villa de las Flores o en Pantitlán para que salga el camión hacia Chalco, o en Cuatro Caminos o en estas grandes terminales del metro, en donde el tiempo está distendido a través de una de una espera y de un soportar que conforman los átomos de los objetos de otra manera. Porque no es el metro, porque el metro es solamente una parte del viaje, que en sí mismo es ya una odisea.

JMH: Justo hablas de cruces, y los cuatro capítulos del libro nos hablan simbólicamente del tema de Crucifixiones, Cruces de caminos, Dolores de cruces, títulos que nos remiten a la religión, a la violencia

HCM: La vivencia de la ciudad es en sí misma violenta, compleja, pero muy distinta para quien cruza todos los días esta frontera política, que es martirologio, que es una aventura, es una forma de sobrevivencia, es una forma de vida, entonces tiene todos los matices porque no es no es un victimismo, es una manera de aprender a vivir la ciudad y vivir la ciudad de un modo que tiene su especificidad, es la vivencia de algo como la ciudadanía, si lo queremos poner así, estás es un límite es un filo, hay una vida liminal constante, que impactan cotidianamente, porque podemos pensar que en la Ciudad de México viven poco menos de 10 millones de habitantes, pero en algún momento del día hay más de 16 millones de personas circulando y realizando actividades, y las largas trayectorias hacia ciudades dormitorio, esos lugares se convierten en espacios vitales. Mucho de lo que se presenta en la antología tiene con el habitar el espacio, que también es una zona que aún mantiene un ambiente semirural, pero también tiene que ver con las búsquedas amorosas, con las búsquedas religiosas. Pero también tenemos que pensar en el Estado de México como un espacio cosmopolita en relación con las culturas, con los pueblos indígenas. Hay que repensar esta forma de ver el espacio. Recuerdo como en la colonia en donde yo crecí, que es la colonia Lázaro Cárdenas, mejor conocida como La Presa, y que está justo en el Chiquihuite, coexisten una multiplicidad de voces, de lenguas en idiomas indígenas, de personas de Veracruz, Oaxaca, del mismo Estado de México, personas que hablan mixteco, zapoteco, etc. Eso también existe. Desafortunadamente no me dio tanta cabeza para hacer tanto, pero está en el asunto del centralismo, me parece que esa es una pulsión mexicana en sí mismo, porque viene un texto de Laura Zúñiga, que me mencionaba que incluso en el Estado de México hay un centralismo basado en Toluca, que deja a varios municipios en una situación extraña, porque están lejos de la capital del Estado de México, pero no forman parte de la Ciudad de México, y eso también nos habla de un carácter liminal, limítrofe y periférico de esta zona. Hay otra autora, Johana Aguilar, que es de Calixtlahuaca, un municipio muy cercano a Toluca, la conozco de hace tiempo, pero en ese momento cuando estábamos haciendo la antología, ella estaba haciendo una maestría en la Ciudad de México, iba todos los días de su pueblo a la Ciudad de México, y ahí también hay una visión interesante, que nos deja ver que esos municipios que están alrededor de Toluca, tienen mucha comunicación, hay mucha gente que también viene a trabajar todos los días sobre todo comerciantes

JMH: Justo te quería preguntar sobre la voz femenina, las voces de las mujeres, porque ese otro habitar, otro andar estas regiones, estas zonas geográficas. Porque también se enfrentan a la violencia, lidian con ella, pero el cuerpo femenino lidia de otra manera con la violencia, y eso es otra forma de habitar el Estado de México.

HCM: El cuento de Vicky Medina, por ejemplo, nos habla del metro, y esas vicisitudes sobre el tiempo, hay otra consistencia del tiempo, lo que significa levantarte tarde cinco minutos puede significar una hora extra de traslado y la forma en la que el cuerpo, la manera de portar el cuerpo en el metro y al final es un texto que tiende hacia cierto erotismo y un erotismo que hoy pareciera un tanto incorrecto. Es un texto de una mujer y eso quería esa esa definición o esa posición o esa postura de las autoras es la que quiero este remarcar, porque son autoras que escriben bajo el principio de la creación literaria, y eso es algo que yo defiendo mucho, y es que el arte no tiene una función ni social ni política, ni económica, porque esa no es su función. Y en una sociedad en donde todo debe tener una función, es muy bueno, es necesario que el arte no lo tenga. Eso me parece que ya es súper potente y me parece que el hecho de que existan voces de mujeres que reinterpretan y cuestionen estas ideas, también me parece súper potente. 


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