A unos cuantos días de nuestra cita en las urnas el próximo domingo 5 de junio, fecha señalada por la ley para que se lleve a cabo la elección, nos encontramos en el tramo del proceso electoral en el que las autoridades electorales involucradas trabajan conjuntamente para garantizar que en cada una de las casillas electorales se tengan los documentos y materiales necesarios e imprescindibles para que la ciudadanía acuda a emitir su voto.
Desde la reforma político-electoral de 2014-2015 a partir de la cual el INE ejerce la rectoría del sistema nacional electoral, existe un involucramiento mucho mayor en las actividades de las elecciones locales. Quizá, querida lectora, querido lector, no lo recuerde, pero anteriormente en las elecciones locales, el entonces IFE se limitaba a proporcionar la lista nominal para las casillas y ejercía un acompañamiento en cuestiones registrales; ahora, la intervención de la autoridad nacional (de ahí el cambio de “federal” a “nacional”) les involucra de tal manera con la autoridad local que, incluso, se creó una unidad de vinculación interinstitucional, con la finalidad de que se agilicen los trabajos entre ambos entes.
Mucho se ha dicho de la pertinencia de que ambas instituciones electorales (nacional y local) coexistan. Me parece que el tiempo nos ha dado la razón, por la sencilla razón de que las facultades definidas para ellas ni se contraponen ni se duplican. Ahora es el INE el que se encarga, por ejemplo, de seleccionar y capacitar al funcionariado de casilla, mientras que al IEE le correspondió la producción de boletas y demás documentación necesaria para las casillas. Cada una lo hace en atención a los tiempos y modos establecidos, con la seguridad de que las dos actividades confluirán en el momento en el que las presidencias de casilla recogerán sus paquetes con el contenido indispensable para instalar los centros de votación.
Precisamente, y a raíz de esa actividad que comenzará el lunes próximo, quiero dedicar estas líneas a reflexionar sobre la importancia de una autoridad electoral a la que no se le ha dado el crédito que le corresponde. La ley prevé autoridades permanentes, como es el caso del Consejo General quien lleva las riendas en la organización del proceso, y autoridades temporales, como los Consejos Distritales Electorales que tienen bajo su jurisdicción el desarrollo del proceso en sus ámbitos territoriales definidos. Pero, de la misma manera, existen autoridades que podríamos calificar de efímeras, y no por ello menos importantes.
Una de las premisas en las que se basa el funcionamiento del sistema electoral es la de que la institución electoral organiza, pero contra lo que mucha gente cree, no es el IEE o el INE quienes cuentan los votos y otorgan el triunfo a las candidaturas ganadoras. En pocas palabras, son ciudadanas y ciudadanos sin relación con los institutos quienes cuentan los votos en las casillas, y la labor de la autoridad es sumar los resultados de cada célula para totalizar los resultados. De hecho, el documento que se otorga por parte del Instituto a quienes obtienen más votos que sus contrincantes, se denomina “constancia de mayoría”, que si bien tomamos como muestra de triunfo, en estricto sentido se limita a considerar cuál fue la opción política que obtuvo la mayor cantidad de votos en la elección.
La Mesa Directiva de Casilla, autoridad electoral por donde se le vea, está integrada por funcionarias y funcionarios cuyo único mérito para formar parte de ella es, precisamente, tener vigente su credencial para votar. Son ciudadanas y ciudadanos que han sido seleccionados azarosamente y que tienen la importante misión de salvaguardar el que cada persona votante reciba una, y solo una boleta, se transmute en voto, y sea contabilizada junto con las demás recibidas.
Estas personas tienen su domicilio dentro de la sección en la que se desempeñarán, por lo que se presume que son vecinas del entorno y, por lo tanto, conocen de manera detallada todas las características del vecindario, lo que las hace idóneas para su actividad primordial. Por supuesto que tienen que pasar por una serie de filtros para garantizar que son aptas y están dispuestas a realizar la labor, desde cumplir ciertos requisitos de edad y residencia, hasta asistir a capacitaciones y simulacros.
Su función la desempeñan solamente unas horas el día de la jornada, desde minutos antes de las ocho y hasta poco más de las dieciocho horas, situación que no le quita mérito a su importantísima labor. Las presidencias, incluso, ejercen un poco más de tiempo ya que durante la semana previa a la elección, es decir, a partir de este lunes, recogerán los implementos necesarios para el ejercicio de sus funciones, y resguardarán en sus domicilios la documentación y los materiales electorales, en un clima de absoluta confianza, partiendo de que ellos son la misma ciudadanía a la que representan como autoridad.
Mi reconocimiento pleno a las casi siete mil personas que el domingo de la elección acudirán, sacrificando descanso o trabajo, en pos de brindar certeza en los comicios. La certeza que solamente se otorga cuando las cosas se hacen por la convicción de tener un Aguascalientes mejor.
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