Un poco de marxismo/ Memoria de espejos rotos - LJA Aguascalientes
23/11/2024

No es tan solo un Don, son más de un millón.

Y el capitalismo ha entrado en fase de implosión….

Big Crunch  – Nacho Vegas

 

Escribí esto hace dos años, para compartirlo entre mis contactos de redes sociales. Recuperé el apunte, y ahora lo comparto con quienes gentilmente me favorecen con la lectura de esta columna. Lo transcribo íntegro:

El capital no surge por generación espontánea gracias al talento o a la acción de los empresarios, sino a la proporción no remunerada ni distribuida del justo valor del trabajo (en salario o prestaciones) a los trabajadores. Esto implica que la existencia (y acumulación) de capital existe porque no hay distribución equitativa de la riqueza, y ésta tiende a acumularse en pocas manos que reinvierten para reproducir el mismo capital con plusvalor.

Claro que el empresario corre riesgos; y una mala inversión, una crisis económica, un mal manejo de sus activos, puede llevarlo a la quiebra y dejar sin trabajo a personas. Sin embargo, el horizonte de desarrollo humano que tiene un empresario respecto al que tienen los empleados es claramente distinto e inequitativo, y el origen de esto es una injusticia histórica y de base. 

Hemos normalizado esta injusticia por sistema, dejando a la clase trabajadora a la suerte de sí misma y al precario amparo de un Estado cada vez más delgado, e ineficaz en la procuración de vida digna para quienes no acceden a los beneficios del plusvalor del trabajo.

Que un empresario tenga capital para invertir y generar nuevos empleos, es algo directamente proporcional a la parte de trabajo no remunerado a empleados en el pasado; y que ahora el empresario tiene gracias a la herencia, la plusvalía no distribuida, la renta, el crédito, o la acumulación.


Ahora, ni la riqueza ni la holgura material son inmorales en sí mismas. Lo inmoral es que éstas existan a cosa de haber depauperado a los verdaderos generadores de esa riqueza: la clase trabajadora. 

En días pasados, varios estuvieron compartiendo una frase atribuida a Churchill sobre que el empresario no es el lobo que hay que abatir, o algo así, en una clara apología al burgués, al capitalista, al dueño de los medios de producción; con una ceguera (intencional o por inopia) ante el fenómeno del fetichismo monetario y de la distribución del plusvalor.

Qué bueno que tengamos espacios de expresión de las ideas, sin embargo, sería más deseable que esas ideas pasaran por la criba del pensamiento crítico. Hacer apología del empresariado, y no de la clase social vulnerada históricamente, sí les coloca en un espectro moral que convendría revisar.

El capitalismo se está desmoronando. Las grietas y fisuras del sistema se están exhibiendo en su impúdica desnudez. Esto no necesariamente implica ir contra los empresarios, sino contra el modelo que ha propiciado el hecho de que unos cuantos tengan todo mientras otros muchos tengan nada.

La función de las clases medias, como en todas las renovaciones y reconstrucciones del sistema social, es la de articular los cambios; no con una visión aspiracionista en la que se anhele suplantar “a los de arriba”, sino en la perspectiva social, de democracia, civilidad, y de una redistribución de la riqueza que tienda a que no haya nadie ni “tan arriba” ni “tan abajo”.

Se puede estar o no de acuerdo con Marx, con sus teóricos, y –sobre todo– con quienes espantosamente se han valido de este modelo ideológico para cometer cualquier atrocidad en la historia del mundo. Pero no se puede ignorar el hecho, no de los mensajeros, sino del mensaje: el sistema no funciona y se está resquebrajando en detrimento de las mayorías vulneradas.

En fin, gracias por leer hasta acá. Sólo fantaseaba con que es posible hacer una revisión de Marx que integre todas las luchas contemporáneas: la de género, la ambiental, la racial, la de laicismo, la decolonial, la cultural, en marcos de democracia, ética civil, construcción de ciudadanía, y resignificación de nuestra comunidad, de la forma en la que nos relacionamos, y en la que habitamos el mundo. 

Merecemos ser y tener mujeres y hombres en el timón del país que apunten hacia allá. Lo que tenemos es un chiste cansino, repetitivo y mal contado. Lo que tenemos no es –ni por asomo– de una izquierda seria. Y es peligroso seguir endiosando a esa figura y fomentando su culto a la personalidad.

 

[email protected]

@_alan_santacruz

/alan.santacruz.9


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