Moscú, Federación Rusa. 11 de abril de 2022. El ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov responde a las preguntas formuladas por el canal de noticias, Roosiya 24, con respecto a la guerra en Ucrania: “Nuestra operación militar tiene por objetivo poner fin a la desvergonzada expansión y al desvergonzado impulso hacia la dominación total por los Estados Unidos y sus súbditos occidentales en el escenario global”.
El diplomático de rostro ajado, parecido al de un mastín napolitano, agrega: “Este dominio está construido sobre las violaciones groseras del derecho internacional y bajo algunas reglas, las cuales ahora ellos están exagerando mucho y las cuales fabrican sobre una base de caso por caso”.
La imagen arriba descrita sirve como prefacio al presente artículo, el cual pretende explicar por qué la lucha en Ucrania es entre la unipolaridad, representada por los Estados Unidos, y la multipolaridad, encarnada por la Federación Rusa y la República Popular de China.
Las ramificaciones de la “operación militar especial” (Vladimir Putin dixit) llevada a cabo por Rusia en Ucrania se han extendido practicante por todo el orbe. Ejemplos de lo anterior son: la defenestración del primer ministro de Pakistán Imran Khan, orquestada por Washington, por haber visitado Rusia el mismo día en que empezó la guerra; el aumento de la tensión entre Moscú y Tokio por la posesión de las islas Kuriles; el enojo de Australia, los Estados Unidos y Nueva Zelanda por el pacto de seguridad signado entre China y las islas Salomón; y la entrega de sistemas de defensa antiaéreos chinos a Serbia, tradicional aliado de los rusos.
Todo lo anterior, hace presuponer que, en el ámbito geopolítico, han aparecido “líneas de falla”[1] entre Occidente –los Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido, Australia, Corea del Sur y Japón– y la coalición euroasiática conformada, principalmente, por China, Irán y la Federación Rusa.
Los escarpes en el plano geopolítico han llevado a varios analistas y actores políticos, tanto de uno u otro bando, a firmar que lo que se juega en Ucrania es el proyecto unipolar de la Unión Americana y cuya alternativa es el planteamiento multipolar preconizado por China y Rusia.
Por ejemplo: el presidente del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia, Sergey Karaganov, afirmó que Rusia “está luchando una guerra de supervivencia. Esta es una guerra con el Occidente y su gente se está reagrupando alrededor de su líder”. Para Karaganov, personaje cercano a Vladimir Putin, la lucha contra Ucrania era “inevitable” porque el país eslavo “era una punta de lanza de la OTAN” y Rusia tenía que “atacar primero, antes de que la amenaza se volviera aún más letal”[2].
El politólogo ruso reconoció, sin embargo, que su país “se integrará más y será más dependiente de China”, pero que no se convertirá “en un peón” de los chinos porque sus compatriotas tienen el “gen central de la soberanía” y, además, son “culturalmente diferentes” a los asiáticos.
Asimismo, durante un mensaje con motivo del Día de la Cosmonáutica, Vladimir Putin declaró, hoy 12 de abril, que los objetivos de la operación militar especial, la desmilitarización y desnazificación de Ucrania, son “muy claros y nobles” y, en respuesta a las acusaciones de supuestos crímenes de guerra, recalcó que los soldados rusos “actúan con valentía, de manera competente, y utilizan eficazmente las armas más modernas”.
Por su parte, el estudioso de la política exterior estadounidense, Hal Brands, declaró que la Unión Americana” no puede evadir la realidad de que tiene que contener simultáneamente a China y a Rusia”. Para tal efecto, los norteamericanos deben “sumar a todos sus aliados en Europa y en el Indo-Pacífico”. Respecto a la pugna en Ucrania, Brands agregó que “China es el adversario más peligroso y poderoso” de sus dos rivales euroasiáticos. Por lo tanto, la “mejor manera de asegurarse que Rusia sea derrotada es que no alcance sus objetivos en esta guerra”[3].
El dicho de Brands encontró eco en el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el español Josep Borrell, quien afirmó: “Esta guerra será ganada en el campo de batalla”.
El escribano concluye: las declaraciones de ambos bandos presuponen que la vía diplomática, por el momento, ha fenecido, y que la suerte de Rusia, Ucrania, Europa y, en cierto modo, el orbe será decidida en los campos de batalla de las estepas pónticas; la victoria de Rusia significará el ocaso del poderío militar de Occidente y, por lo tanto, el fin del momento unipolar de los Estados Unidos. Por el contrario, si Rusia pierde será desmembrada y/o neutralizada y el siguiente objetivo estadounidense será aniquilar a China. Finalmente, “la victoria en la guerra en sí misma –no sólo en el campo de batalla– es un acto político”[4].
Aide-Mémoire. –La posible victoria de la candidata de la Agrupación Nacional, la ultraderechista Marine Le Pen, provocaría un terremoto político comparable al Brexit o al triunfo electoral de Donald Trump.
Recursos consultados
1.- Asian fault lines of Biden’s war on Russia https://www.indianpunchline.com/asian-fault-lines-of-bidens-war-on-russia/
2.- Sergey Karaganov: «We are at war with the West. The European security order is illegitimate» https://www.corriere.it/economia/aziende/22_aprile_08/we-are-at-war-with-the-west-the-european-security-order-is-illegitimate-c6b9fa5a-b6b7-11ec-b39d-8a197cc9b19a.shtml
3.- How should the U.S. handle China and Russia’s growing alliance? https://www.npr.org/2022/04/09/1091859801/how-should-the-u-s-handle-china-and-russias-growing-alliance
4.- Stoker, Donald (2019) Why America Loses: Limited War and US Strategy from the Korean War to the Present. New York, The United States of America: Cambridge University Press, p. 176.