La cannabis sativa es una planta, parte de la familia Cannabaceae. Así como otras hierbas, esta tiene propiedades que generan efectos sobre el cuerpo humano al consumirse de diferentes maneras. Se han encontrado más de 100 componentes químicos exclusivos de esta especie, los cuales se denominan cannabinoides.
Dos de estos componentes son de especial interés debido a los efectos que tienen sobre el organismo humano. Estos son el Tetrahidrocannabinol (THC) y el Cannabidiol (CBD), sustancias que se producen en mayor concentración dentro de las partes de la planta.
Debido a sus propiedades, la cannabis y los productos derivados de la misma han sido catalogados como drogas. Por varias décadas, las actividades de cultivo, procesamiento, distribución y consumo de estos han estado restringidas o incluso prohibidas, causando varios problemas, como violencia y marginación.
En México su uso aún no se encuentra completamente legalizado ni normalizado, sin embargo podemos encontrar varios movimientos que apelan por eliminar las prohibiciones que aún existen sobre esta planta. Con varios argumentos, distintas asociaciones civiles y miembros de la sociedad han mostrado que regular el consumo de cannabis tiene varios beneficios.
Beneficios médicos
Los usos medicinales de la cannabis se conocen desde hace varios siglos, siendo aprovechados por técnicas tradicionales. Actualmente, especialistas recetan fármacos con cannabinoides para tratar enfermedades, varias de ellas crónicas y degenerativas.
Antes de mencionar los empleos terapéuticos de la cannabis, es necesario hablar de sus dos principales componentes, el THC y CBD. El THC es la sustancia asociada a los efectos psicoactivos de la planta, pues actúa en partes del cerebro encargadas de la sensación de placer, concentración y memoria.
Por su parte, el CBD no incide de la misma manera en el cerebro, aunque sí se ha hallado que tiene consecuencias favorables en el tratamiento de enfermedades. Un ejemplo es la medicación para prevenir convulsiones, donde esta sustancia es eficaz.
Uno de los usos más comunes de los cannabinoides en el sector médico es como analgésico. En diferentes presentaciones, estos pueden aminorar el dolor en pacientes con diversos padecimientos, incluso aquellos que son crónicos y degenerativos. Además, estas sustancias ayudan a relajar y conciliar el sueño, teniendo aplicaciones para la atención de trastornos psicológicos.
Se han utilizado cannabinoides en el tratamiento de pacientes con cáncer, esclerosis y VIH. Cabe señalar que los efectos negativos de la quimioterapia pueden ser controlados a base de estos productos, pues se reducen las náuseas y la inapetencia.
Cada vez se hacen más investigaciones donde se comprueban los beneficios médicos de la cannabis. Legalizar y normalizar su uso ayudará a que más personas puedan acceder a atención médica eficaz, mejorando su calidad de vida.
Reducción de violencia
Otro punto importante por el cual se ha solicitado en numerosas ocasiones la legalización de la cannabis y sus derivados son las consecuencias que esto tendría en la reducción de la violencia que azota nuestro país. Las políticas prohibicionistas y la llamada guerra contra las drogas, lejos de cumplir sus objetivos, han ocasionado que incrementen los casos de violencia.
Cabe señalar que la persecución de grupos criminales asociados al tráfico de drogas, entre ellas la cannabis, ha derivado en serias violaciones de derechos humanos por parte de las corporaciones de seguridad, incluso tratándose de personas inocentes. Podemos contabilizar actos como abuso de poder, falsificación de evidencia, ejecuciones extrajudiciales, tortura y demás entre los efectos de la estrategia estatal para combatir el narcotráfico.
No podemos perder de vista que la mayor parte del mercado actual de drogas está en manos de grupos criminales. El comercio ilegal de estos productos ha crecido a la par de la violencia en nuestro país, por lo que la regulación legal de productos cannábicos podría significar un beneficio para las poblaciones donde el crimen organizado tiene mayor presencia.
Es necesario señalar que el marco legal debe tomar en cuenta las particularidades de la población mexicana y las circunstancias que vive, con el objetivo de evitar replicar políticas perjudiciales. Una regulación que permita la entrada de actores históricamente marginados, como el sector campesino, puede traer alternativas en las cadenas de suministro, abriendo nuevas opciones en el comercio de productos cannábicos.
Si se incentiva la participación de asociaciones no delictivas en el mercado de cannabis, sobre todo desde una perspectiva restaurativa, es posible debilitar los ingresos de grupos delictivos. De esta forma, se vislumbra que disminuirá la fuerza del crimen organizado, lo que potencialmente reduciría la violencia ocasionada por su actividad, así como los abusos perpetrados por los cuerpos de seguridad.
Creación de fuentes de empleo
Relacionado con el punto anterior, la industria legal de cannabis tiene gran potencial. Para vislumbrar el impacto que tendría en el impulso económico, podemos observar el caso de Estados Unidos. Aunque solamente está permitido el consumo de cannabinoides en algunas entidades federativas, en 2021 se contabilizaron más de 428 mil empleos directos relacionados a este sector, de acuerdo con datos del portal especializado Leafly y Whitney Economics.
Para lograr un mercado justo — en el cual no existan monopolios ni prácticas abusivas — es necesario que el marco legal y las instituciones gubernamentales actúen en favor de grupos históricamente vulnerados y marginados, como el sector agropecuario. Incentivando la participación de micro y pequeños empresarios se puede atender la desigualdad económica.
Por lo pronto, la industria farmacéutica en torno a la cannabis y sus derivados representa una oportunidad aprovechable para dar un impulso a la economía mexicana. Nuevamente, esta debe tener regulaciones claras y asequibles para evitar que grandes corporaciones acaparen la mayor parte del mercado.
El autocultivo y las asociaciones cannábicas, entre otros, son elementos importantes a tener en cuenta para lograr una transición adecuada hacia la normalización en el uso de estas sustancias. Igualmente, el consumo con fines lúdicos debe ser permitido, basándose en los principios del libre desarrollo de la personalidad.
La regulación de la cannabis, si se efectúa teniendo en cuenta los argumentos presentados, puede ser una estrategia efectiva para atender la pobreza y desigualdad económica. De la misma manera, un mercado organizado acertadamente representaría un paso importante para alcanzar la justicia restaurativa de las víctimas de las políticas prohibicionistas y la violencia derivada de las mismas.
Si bien la regulación legal de la cannabis y sus derivados no solucionará de forma automática todos los problemas asociados a su producción, comercialización y consumo, es una vía necesaria para lograr una sociedad más pacífica, justa y equitativa.
La normalización en el aprovechamiento de esta planta puede derribar el estigma que todavía pesa sobre quienes la consumen para cualquier fin, además de abrir la puerta a mayores beneficios médicos, sociales y económicos.