Una de esas cosas maravillosas que nos distingue a los humanos de los animales es la risa, esa poderosa forma de divertirnos qué, a pesar de ser una característica biológica, solo se ve en el homo sapiens, lo mismo va desde una leve sonrisa hasta una estruendosa carcajada. Hay algunos animales que comienzan a experimentar “alegría” o “risas”, entiendo que los primates y los delfines; para algunos los perros demuestran felicidad, creo que justamente es un paso en su evolución hacía un ser pensante.
Es tan importante la risa, que hemos creado distintos mecanismos para provocarla: los chistes, la parodia, la sátira, la tragicomedia, y otros tantos géneros literarios, en nuestra etapa moderna, se materializa vía sketches y los memes. Uno de los géneros más importantes históricamente es el enfocado a burlarnos de las autoridades, del poder, la parodia política, el sarcasmo de figuras públicas, creo que es la forma más genuina y sana en que los ciudadanos nos quejamos de quienes nos gobiernan. La risa, el humor, no puede ni debe ser censurado desde lo jurídico ni lo físico (violencia) y viene a colación no solo por la cachetada que Will Smith dio a Chris Rock sino además por el ataque que una senadora hace al comediante Chumel Torres mediante una denuncia por violencia de género.
La risa tiene que ser libre, todos tienen derecho de burlarse de los demás por más rudo que parezca, y aquí tenemos que dividir entre un personaje público y los privados; los públicos tienen que aguantar vara, la SCJN lo ha insistido una y otra vez, tienen que tener la piel gruesecita y entender que al ser personajes públicos son sujetos de crítica, una de ellas es la parodia, la burla. Como sea, entonces las denuncias deberían de ser totalmente improcedentes, ni penal ni civilmente podemos sancionar la crítica a las autoridades.
En cambio, para una persona no pública, pudiera abrirse la vía civil, pero solo para pagar daños y perjuicios, nunca para amordazar. ¿Lo anterior significa que se puede burlar de todo sin consecuencias? Por supuesto que no, pero las mismas tienen que ir desde la crítica hasta el rechazo social, no la violencia, no la sanción jurídica. Por ejemplo, recuerdo cuando Planito Show hizo un chiste sobre los niños de la guardería ABC de Sonora, la inconformidad social fue tan fuerte, que el payaso tuvo que cancelar varias presentaciones. También recuerdo que después del último gran temblor en CDMX algunos quisieron hacer memes, pero el rechazo fue unánime.
La comedia en México tiene una fuerte carga política, son clásicos los chistes de los políticos y las anécdotas son célebres: Palillo saliendo a show con amparos para no ser detenido; Manuel el Loco Valdés fue condenado al ostracismo por decir Bomberito Juárez y su esposa doña Manguerita Maza; recientemente la intolerancia cobró varias cabezas, por ejemplo el Dr. Netas que fue expulsado de Televisa; Brozo tuvo que emigrar a las redes; hubo sendas querellas contra el Senathor y además de las denuncias contra Chumi-bebe, este youtuber también fue censurado por la primera dama.
El presidente se afana en exhibir en la mañanera no solo a periodistas sino a comediantes, como el Champ, este divertidísimo e hilarante comediante que llevó su ¡Cállate Hugo! a trending topic nacional. Hoy, los más atacados son los comediantes, ellos son la verdadera oposición de este país. Tenemos que defender el derecho a la risa, a la parodia, ni una denuncia más en contra de aquellos que se burlan del poder.
