- Su acervo también atesora la historia de los formatos de audio, señaló Sonia Salazar Salas
- Incluye música mexicana del siglo XIX, danzas, himnos, de salón, concierto, contemporánea y popular
A diferencia de otros recintos, la Sala de Fonoteca de la Biblioteca Nacional de México (BNM) tiene un plus: resguarda la música impresa, es decir, aproximadamente 11 mil partituras (tan solo las catalogadas) de todos los estilos de composición.
Es un lugar donde se conserva la producción nacional de obras sonoras en diversos formatos, por lo cual cuenta con una importante colección del patrimonio de la música mexicana, tanto en audio como en obras escritas, afirmó su encargada, Sonia Salazar Salas.
Fue creada en 1980, en las instalaciones de la BNM ubicadas en el Centro Cultural Universitario, para organizar, preservar y difundir las creaciones en la materia que se producen en nuestro país, con fundamento en el decreto presidencial del 23 de julio de 1991 que obliga a los productores a depositar un ejemplar de audiograbaciones y dos de partituras. Esa recopilación se complementa con la adquisición de realizaciones extranjeras relacionadas con México.
En su acervo, la Fonoteca también atesora la historia de los formatos de audio, desde los utilizados en el siglo pasado, como discos de acetato (de 78, 45 y 33 revoluciones por minuto), pasando por las cintas de carrete abierto, casetes y discos compactos, hasta formatos digitales actuales. “Aquí podemos ver cómo han evolucionado los soportes musicales y la tecnología”, explicó Salazar Salas.
Otro de sus tesoros son las partituras del siglo XIX –provenientes de los acervos de la Biblioteca Nacional cuando ocupaba el Templo de San Agustín, en el Centro Histórico de la Ciudad de México–, estudiadas por los investigadores dedicados a la música e historiadores del arte o diseñadores, quienes analizan las portadas de esos documentos musicales, bellamente ilustrados. En el catálogo hay, incluso, partituras manuscritas como “Bacarola, música de Luis Barragán” -canciones de cuna para piano-, publicada entre 1820 y 1844.
Máquina del tiempo
Entrar al primer piso del edificio principal de la BNM donde se ubican las salas de Fonoteca y Tiflológico (que comparten el espacio), es como hacer un viaje al pasado, entrar en una máquina del tiempo que conduce al visitante a otras épocas a través de los sonidos.
La Sala de Tiflológico se creó en 1959 para brindar servicio de apoyo a personas ciegas y débiles visuales. Ahí se compila, se protege y divulga la producción nacional y extranjera en Alfabeto Braille, así como otros materiales de apoyo relacionados con la discapacidad visual, por ejemplo las grabaciones sonoras, sobre todo, obras de la literatura universal y contemporánea.
En la Fonoteca el usuario tiene acceso a aproximadamente 25 mil títulos, cifra que crece de forma constante. Al respecto, Sonia Salazar explicó que el número de materiales que ingresan al año es variable. Una donación, por ejemplo, puede ser de mil o dos mil partituras, o menor, de 100 o 200. La última que se recibió fue de Aniceto Ortega, compositor y pianista.
El mismo año de creación de la Fonoteca, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) recomendó a las instituciones, especialmente a las bibliotecas nacionales, mantener el patrimonio sonoro y ponerlo accesible a los usuarios.
En ese sentido, se cuenta con un Departamento de Conservación y Restauración, además de la organización bibliográfica de los materiales. Mediante el catálogo en línea Nautilo de la BNM se pueden consultar los registros de audios y partituras disponibles por título, autor, tema, serie, editorial, lugar de publicación, año, etcétera.
En el acervo de la Fonoteca está representada la música mexicana del siglo XIX, danzas e himnos, también de salón, concierto, contemporánea y popular (corridos, sones, danzones, rock, etcétera), de compositores como Mario Lavista o Alberto Aguilera (Juan Gabriel).
Aunque en menor medida, también hay audiograbaciones de tipo didáctico (cursos para aprender idiomas, por ejemplo) y literario, incluso efectos de sonido. Los audiolibros sirven de apoyo, en especial para personas ciegas y débiles visuales, detalló Sonia Salazar.
Entre los objetivos a futuro de la Fonoteca están: continuar con la catalogación de los materiales para hacer accesible a los usuarios la variedad de formatos con los que se cuenta para que el acervo completo pueda ser consultado. Luego la digitalización para lo cual se requieren recursos económicos y humanos, reconoció la universitaria.
Inclusión
El jefe del Departamento de Catalogación de la BNM, Máximo Román Domínguez López, señaló que uno de los objetivos de las salas de Fonoteca y Tiflológico es ofrecer a las nuevas generaciones y a públicos plurales, la diversidad de materiales con que cuentan.
El universitario recordó el Tratado de Marrakech (2013) para facilitar el acceso a las obras publicadas a las personas ciegas, con discapacidad visual o con otras dificultades para acceder al texto impreso, el cual señala la flexibilización del derecho de autor para lograr ese objetivo.
México se adhirió a ese acuerdo, lo ratificó y trabaja en su implementación. La BNM ha colaborado con el Instituto Nacional del Derecho de Autor, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y con la sociedad civil, para acercar los materiales a ese público y contar con un catálogo abierto.
A mediano plazo, el objetivo de la Biblioteca Nacional es que el acervo esté representado en un catálogo transfronterizo (“que dialogue con otros de América Latina, como Argentina y Chile”), y pueda ser consultado por cualquier usuario, con o sin discapacidad.
Bibliotecas especializadas hay muchas, pero Nacional solo hay una, y es una joya, la institución que resguarda la memoria del país. Por su importancia, debe estar en la vida de la sociedad en general, y no nada más en la del público especializado, concluyó Domínguez López.
UNAM