Introducción. El viernes 2 de agosto del 2019 apareció en nuestro diario la columna Cátedra con el título “Así no, Presidente” al que ahora le asigno el número (1) para diferenciarlo del presente en el que repito el texto como (2), pero incluyendo actualizaciones que coloco entre paréntesis, con acontecimientos posteriores que confirman la interpretación que entonces les di, de las cuales algunos lectores dudaron. Empezamos.
Soberanía latinoamericana. No se había secado aún la tinta de mi artículo anterior cuando nos enteramos de un acontecimiento funesto que demuestra fehacientemente lo que afirmé en el sentido de que América Latina solo podrá alcanzar su verdadera soberanía cuando nuestros pueblos decidan unirse en un solo haz de voluntades en una Unión de Repúblicas soberanas, que hubiera sido la primera del mundo -además sin pretensiones hegemónicas- si Bolívar hubiera vivido lo suficiente para conseguirlo. Esto significa, a la contraria, que mientras no seamos capaces de unirnos seguiremos siendo el “patio trasero” del imperio, como dice despreciativamente no el respetable pueblo estadounidense bien nacido, sino el sector de gringos palurdos que padece complejo de superioridad. ¿Porqué? Veamos:
(Para ordenar conceptos, recordemos tres hechos fundamentales:
(Primer hecho: Donald Trump fue investido presidente de Estados Unidos el 20 de enero del 2017.
(Segundo hecho: Un mes después, el ciudadano Andrés Manuel López Obrador inició su gira política por los Estados Unidos dentro de su campaña por la Presidencia de México, para obtener votos de los migrantes mexicanos; en ella se dirigió en términos ofensivos al presidente Trump utilizando la misma táctica que utilizó Trump en su campaña racista y violenta contra los negros y los migrantes, que le llevó a ganar la presidencia de su país. Primera interrogante: ¿Por qué López Obrador no fue sancionado por el COFIPE por realizar política en el extranjero? Segunda interrogante: Si tomamos en cuenta que Trump estaba en su país, del cual era su presidente; pero López Obrador estaba en el de Trump como simple ciudadano extranjero, lo más increíble es que habiéndose dirigido en términos agresivos contra el presidente en términos tales como “Es una canallada que Trump y sus asesores se expresen de los mexicanos como Hitler y los nazis se referían a los judíos justo antes de emprender la infame persecución y el abominable exterminio.” tampoco sufrió sanción alguna. Por último, la Tercera interrogante: ¿Cómo es que inició su campaña como enemigo acérrimo de Trump y la concluyó siendo su gran amigo?
(Tercer hecho: El 12 de enero del 2018, cuando la comisión de senadores que recibió Trump le explicaron que le llevaban un estudio relacionado con una propuesta para atender a los migrantes que llegaban por su frontera con México, los sorprendió con esta imprecación, producto de la irritación que le producía tan solo tener que hablar del tema: “Para qué queremos a esta gente de países de mierda? Agencias FE, AFP, REUTERS. Washington, viernes 12-01-2018)
(Impertérrito, López Obrador ignoró el calificativo de su ya buen amigo Trump y viendo que la piedra del zapato que a él lo que más le molestaba era el problema migratorio, le dirigió una carta el 24 de Julio de 2018, a unas semanas de haber sido declarado presidente electo, en la que le propuso establecer un programa en Centroamérica “…para crear trabajo en el lugar de origen…”)
(Cuarto hecho: Las grandes caravanas. En octubre del 2018 Trump inició su campaña para su reelección amenazando con aplicar castigos a los países centroamericanos que siguieran alentando a sus migrantes. Y unos días después, López Obrador lanzó unas declaraciones irresponsables en el sentido de ofrecerles trabajo en México, creyendo que Trump le ayudaría con los gastos de acuerdo con el proyecto que le había planteado, pero para el cual no tendría respuesta. El resultado fue la primera caravana gigante de 7000 migrantes que provocó un conflicto severo para el presidente Peña Nieto, porque además López Obrador todavía no había tomado posesión.)
(Aquí es donde queda claro que los latinoamericanos no hemos aprendido a ser solidarios para fortalecernos y, en casos como el que hoy tratamos, uno es el que trata de manipular los problemas de los demás, pero no para resolverlos sino para quedar bien con el imperio).
El caso de Guatemala. Recordemos que el presidente López Obrador recibió en Mayo pasado (2019) el “Plan de Desarrollo Integral El Salvador-Guatemala-Honduras-México” que solicitó a la Comisión Económica para América Latina -CEPAL- después de acordarlo indebidamente con su “amigo” Trump, sin solicitar la debida anuencia de nuestros hermanos centroamericanos -los directamente interesados- cuyos presidentes se vieron obligados a firmar un documento alusivo en una fugaz reunión al estilo de las entrevistas “banqueteras” de Vicente Fox, a que los comprometió (López Obrador) el día 1º de Diciembre de 2018, después de su toma de posesión, forma por demás ajena al más elemental protocolo diplomático que se les debía de acuerdo con su alta investidura.
Cuando la prensa entrevistó a la canciller guatemalteca sobre la forma en que se iba a aplicar dicho plan en su país, contestó que Guatemala no tenía conocimiento oficial del asunto y que, por tanto, no solamente no estaba al margen de los planes de López Obrador, sino que tampoco estaban interesados en participar en ellos. (Actitud con la que la Canciller manifestó un justo desdén ante la vulgaridad del anfitrión. Al respecto, ver la nota 1 al final, sobre la torpe expresión presidencial: “la mejor política exterior es la política interior”).
El problema vino cuando el presidente de Guatemala, que tendrá que enfrentar graves acusaciones de corrupción en el momento en que concluya su período y según parece queriendo comprar la protección del gobierno estadounidense, anunció el 15 de Julio que se entrevistaría con Trump para firmar un acuerdo aceptando la calidad de Tercer País Seguro a fin de recibir a los migrantes que ingresaran por su territorio, donde deberían permanecer en tanto se tramitaran su solicitudes como asilados en E.U.A., mismas que podrían ser aceptadas o rechazadas.
La Corte de Constitucionalidad de Guatemala paró en seco al presidente, al recordarle que “debe cumplir con la Constitución Política, la cual señala que es el Congreso el que aprueba y ratifica convenios.”
De inmediato Trump, -cual Zeus tonante- amenazó a Guatemala con los mismos argumentos con los que amenazó a México, acerca de aplicar aranceles, prohibiciones, impuestos a las remesas que envían a sus familias los emigrados que trabajan en Estados Unidos, etc.
Firma fraudulenta. El convenio se firmó trastocando términos y firmándolo no los titulares del poder ejecutivo sino funcionarios menores, tratando de justificar que de esa manera no es necesaria la autorización del Congreso.
Ola de protestas. Mientras el presidente Trump festejaba sus trampas por el éxito obtenido con los otros tramposos, en Guatemala se inició una reacción generalizada de protestas, impugnaciones de inconstitucionalidad que amenazan con anular el documento y exigiendo, incluso, la destitución de su presidente.
¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo llegó Guatemala a verse en esta comprometida situación? Tenemos a la mano dos factores que conviene revisar:
Nuestro “acuerdo” con EUA del 7 de Junio (del 2019), que vino a confirmar la situación de Tercer País Seguro que ya estábamos padeciendo, de hecho, desde hacía varios meses como lo reconoció la propia titular de la Secretaría de Gobernación desde principios de año, si bien negada por la presidencia hasta la fecha, a pesar de estar recibiendo, diariamente, cientos de solicitantes de asilo que regresa el gobierno de Estados Unidos en forma abusiva para que esperen (mediante el Programa Permanecer) en México el resultado de sus solicitudes en lugar de hacerlo en su territorio, como establecen los tratados internacionales.
Asilo en primer país en tránsito. Otro de los puntos, también asentado en el mismo acuerdo, es éste propuesto por el Secretario de Relaciones Exteriores de México Marcelo Ebrard, con el que consiguió evadir la exigencia más problemática que estaba planteando la contraparte, en el sentido de hacerles el trabajo de revisar los protocolos de asilo, fue la propuesta de obligar al migrante a “solicitar asilo en el primer país al que ingrese (por ejemplo: los hondureños que llegaran a Guatemala tendrían que solicitar asilo allí y los guatemaltecos que llegaran a México tendrían que pedir asilo ahí en lugar de tratar de llegar a Estados Unidos)” De donde bien se puede deducir que esta propuesta de nuestro canciller pudo ser la causa por la que Guatemala esté pasando por el conflicto interno e internacional que no tenía por qué verse involucrada.
¿Cuál solidaridad latinoamericana? Si esta interpretación fuese correcta ¿cómo puede esperar América Latina avizorar un futuro soberano ante las amenazas externas si los propios hermanos nos traicionamos con tal de contar con las migajas que nos arroja el imperio para seguir saqueando nuestras riquezas?
Política exterior. Cuando tuvo la certeza de su triunfo rotundo en la elección del 1º de Julio del 2018, el presidente electo López Obrador prometió en su mensaje a la Nación, entre otras cosas, que “En política exterior, se volverán a aplicar los principios de no intervención, de autodeterminación de los pueblos y de solución pacífica a las controversias. Y como decía el Presidente Juárez: ‘nada por la fuerza, todo por la razón y el Derecho’.”
Reconciliación. También expresó: “Llamo a todos los mexicanos a la reconciliación y a poner por encima de los intereses personales, por legítimos que sean, el interés general. Como afirmó Vicente Guerrero: ‘La patria es primero’.” Ahora sí, a diferencia de cuando lo hizo como candidato de MORENA al iniciar su campaña oficial, fue el momento oportuno y en la forma atinada; y la respuesta de todos, incluyendo a sus más radicales adversarios, le ofrecieron caballerosamente su total apoyo y franco reconocimiento como Presidente auténtico por el aplastante respaldo popular demostrado en la elección. ¿Pero qué es lo que ha pasado?
Con el pie en el pescuezo. El presidente Trump ha intervenido descarada y ofensivamente en nuestros asuntos internos con toda clase de amenazas y presiones; nuestro gobierno ha hecho lo que ha podido, aunque no lo que ha debido hacer para resolver pacíficamente nuestras controversias con él “siempre fincados en el respeto mutuo”, ni ha estado a la altura del decoro para defender nuestra razón y nuestro derecho mediante nuestra capacidad de autodeterminación porque se ha acobardado ante sus alaridos, colocándonos en una situación de subordinación a sus caprichos.
Reconciliación fallida. El primero en faltar a su convocatoria de unidad fue el propio presidente electo, al resultarle imposible conducirse con una actitud adecuada a su nueva investidura, pues no pudo despojarse de su verdadera vocación especializada en considerar al país un volantín para continuar en su papel de candidato en campaña ni de su lenguaje carpero, lanzando invectivas contra lo que se le pusiera por enfrente, provocando una profunda polarización entre chairos y fifíes. Pero no solo en el tramo que duró el período de transición; cuando tomó posesión repitió el numerito de convocar a la unidad nacional, pero insistiendo, en los hechos, en su campaña desintegradora. Hasta aquí, dos oportunidades lastimosamente perdidas para gobernar, sin distingos, a todos los mexicanos.
La tercera gran oportunidad perdida. Y yo creo que la última, fue cuando dispuso que la comisión encabezada por el Secretario de Relaciones Exteriores permaneciera de rodillas esperando varios días a que graciosamente lo recibieran en el Departamento de Estado para “negociar” en las peores condiciones de sumisión el “acuerdo” del 7 de Junio del 2019, después de que el presidente Trump lo amenazó con los aranceles y aparte de eso dejó en claro que la famosa comisión no era bienvenida porque lo que él necesitaba eran resultados, no pláticas, entendiendo por “resultados” la obediencia a sus caprichos. Y no quiero mencionar el calificativo que merece este hecho porque podría interpretarse como una grave ofensa, pero es que estoy convencido de que es el peor error en que (el Presidente López Obrador) ha incurrido en lo que va del sexenio.
¿Unidad nacional? Pero no contento con ello, convocó a un acto de unidad nacional pero no en el país sino ¡en Tijuana! “para defender la dignidad de México”, acto que convirtió en un mitin pueblerino para celebrar el “acuerdo” que se tomó como un triunfo, en el que se perdieron las voces que hicieron advertencias y reflexiones responsables (como la de Porfirio Muñoz Ledo que, si no me equivoco, fue la primera confrontación pública que tuvo con el Presidente) y terminó con una “vuelta al ruedo” en la que cosechó los nutridos aplausos del “respetable”, como se dice en los toros. Una pachanga, pues, porque cuando se fue develando el contenido del famoso acuerdo, no se encontró nada qué festejar; más bien todo lo contrario.
Mi apoyo ciudadano. En el primer artículo de esta serie, publicado el día 7 de junio del 2019, le ofrecí mi apoyo en su diferendo con el presidente Trump, cuando le aseguró que su gobierno defendería los derechos humanos de los migrantes, lo cual es congruente con nuestro ordenamiento constitucional.
Así no, Presidente. En mi tercer artículo, publicado el día 28 (de junio 2019), le retiré mi apoyo porque después de evaluar rigurosamente los acontecimientos me di cuenta de que la defensa de nuestra soberanía no es una de sus prioridades.
Crítica y autocrítica. Un gobernante que sabe criticar, pero también es capaz de autocriticarse, recibirá de buen grado las observaciones que le haga la ciudadanía porque le servirán para guiar su conducta. En ese dar y recibir se puede ganar mucho en favor de la Nación.
Mi apoyo institucional. El apoyo de este ciudadano es inquebrantable para la institución presidencial, independientemente de la persona que la ocupe. Pero como ciudadano me siento con el derecho, así como también con la obligación, de opinar tanto sobre sus aciertos (como el formidable de cancelar la criminal condonación de impuestos a las grandes empresas) como sobre sus yerros. Pero apoyaré y defenderé a toda costa a los gobernantes libremente electos por el pueblo, siempre y cuando se apeguen al espíritu constitucional y al respeto que le deben a su pueblo.
La soberanía nacional. Solo en este rubro y mientras existan las fronteras no puede haber discusión posible, pues si el Estado no es soberano no existe. En cuanto a soberanía, entonces, solo hay dos caminos: el de los patriotas José María Morelos, Benito Juárez y Lázaro Cárdenas, o el de los traidores como Antonio López de Santa Anna, Miguel Miramón y el de uno o varios candidatos que juzgará la historia cuando México vuelva a convertirse en franca colonia de otro imperio, hecho al que nos estamos acercando peligrosamente.
Nota 1. El presidente López Obrador asegura que “la mejor política exterior es la política interior.” Esta frase, que en boca de una persona ajena a los estudios universitarios podría pasar desapercibida, no lo es en este caso porque asegura, además, que es egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, lo cual podría pensarse que no es verdad que curso allí la carrera de Ciencia Política y Administración Pública, o una vez llegado a la Presidencia consiguió el título al estilo de Vicente Fox, ya que ahora la correspondencia diplomática de alto nivel no la contesta la Secretaría de Relaciones Exteriores sino él, con el pretexto que son documentos de carácter “político”, lo que significa que no sabe que la Diplomacia es política del más alto nivel. La consecuencia es que ahora nos sobran conflictos con diversos países, con el Parlamento Europeo y hasta con la Organización de las Naciones Unidas, entidades a las que confunde con sus adversarios neoliberales.
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Nota 2. Qué es la cuarta transformación. La primera transformación -diría AMLO- fue la guerra de 1810 convocada por Miguel Hidalgo para conquistar la Independencia Política que rompió las cadenas que nos ataban a la Corona de España. La segunda transformación sería la Guerra de Reforma que culminó Benito Juárez en 1857 al conquistar la Independencia Espiritual mediante el establecimiento del Estado Laico que lo liberó de la tutela de la Iglesia Católica y reconquistó la Soberanía Nacional con la derrota del emperador Napoleón III en 1867. La tercera transformación sería la Revolución iniciada por Francisco I. Madero en 1910, cuya aspiración de conquistar nuestra Independencia Económica estuvo a cargo del presidente Lázaro Cárdenas, quien logró establecer sus bases con medidas radicales como la Reforma Agraria, la Expropiación Petrolera y otras, que nos confrontaron con las grandes potencias de las que eran súbditos los dueños de las empresas que explotaban nuestros recursos y a quienes se expulsó con firmeza pero sin violencia, por desacato a nuestras leyes. En los tres casos el pueblo apoyó a sus gobernantes al ciento por ciento porque sabían a ciencia cierta qué era lo que sus mandatarios pretendían y cómo lograrlo. Cuando el gobierno cayó en poder de los farsantes, las tres revoluciones involucionaron hasta el estado en que hoy se encuentran. La cuarta transformación -dice el presidente López Obrador- correrá de su cuenta, pero yo no entiendo todavía en qué va a consistir, sobre todo porque a diferencia de Juárez o de Cárdenas, no muestra congruencia entre sus palabras y sus acciones; su tolerancia es muy limitada y no veo en él la capacidad de planeación, programación y organización, cualidades -entre otras- indispensables en un buen gobernante y no digamos en un estadista (consciente de que es absolutamente indispensable que el pueblo conozca a fondo esos planes, programas, recursos y procedimientos necesarios para que los apoye con todo entusiasmo. Usted puede hacer la prueba acercándose a una de las personas acarreadas para aplaudir la “4T” y pedirle que le explique qué es la 4T y cómo se piensa conseguir: verá su cara de sorpresa y su impotencia para darle una respuesta creíble. Un simple detalle que la gente que aplaude a rabiar desconoce: para transformar al país sería necesario reformar nuestra Constitución Política artículo por artículo. Para lograrlo se requiere que el partido en el poder cuente con mayoría calificada; este tipo de mayoría significa que quien presente un proyecto para reformar un artículo de la Constitución requiere contar con dos terceras partes del total de los votos y el partido en el poder (Morena) no los ajusta ni con sus agregados. ¿Cómo entonces va a cumplir el presidente López Obrador su promesa de “transformar” al país si sabe perfectamente bien que no va a poder mientras sus propuestas no pretendan beneficiar también a sus antiguos adversarios a los que primero ofreció reconciliación, pero ahora califica, nada menos que de “traidores a la Patria” porque no se someten a su voluntad? Sabe que no podrá, pero lo seguirá intentando solo porque eso es lo que sabe hacer: insistir, aunque la lógica no lo acompañe.
Nota 3. Trump “dobló al gobierno de México. Según Animal Político del Lunes 25 de Abril del 2022, Donald Trump aseguró que ‘dobló’ a nuestro gobierno para militarizar la frontera, cuando después de exigir que desplegara 28 mil soldados en la frontera de manera gratuita para controlar a los migrantes e iniciar el programa “Quédate en México” para no tener molestias en su territorio, si bien hubo una ligera reticencia el gobierno de México representado por Marcelo Ebrard, ante la amenaza de imponer una tarifa de 25% para todas las importaciones mexicanas nuestro gobierno aceptó sin chistar, agregando: “Nunca he visto a nadie doblarse así.” Si eso fue cierto o no, no lo sabemos, pero hasta el momento no ha sido desmentido La historia se encargará de aclararlo, pero lo que hemos visto nos deja en qué pensar. Por lo pronto, los ciudadanos que creemos en el decoro que significa la igualdad jurídica de los Estados no podemos concebir que un presidente nuestro nos falte al respeto en ese grado ni en ninguno. https://www.animalpolitico.com/2022/04/amlo-amenazas-trump-soldados-frontera/
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