“Look at the shoes you’re filling Look at the blood we’re spilling Look at the world we’re killing
The way we’ve always done before Look in the doubt we’ve wallowed Look at the leaders we’ve followed Look at the lies we’ve swallowedAnd I don’t want to hear no more” Guns & Roses.
Estimado lector de LJA.MX le saludo como cada semana con el agradecimiento infinito por dar lectura a esta columna, es ineludible observar como nuevamente surge una guerra, como los intereses políticos y económicos se anteponen a la civilidad humana y al imperativo categórico de la paz.
A lo largo de la historia, en cada fase en que ha estado envuelto el ser humano, existe un vestigio de guerra, ya sea cuando el hombre utilizaba los huesos como armas, o cuando llego la era del Tubal Kain y con el acero se acrecentó el uso de herramientas diseñadas para desterrar al hombre de su libertad y de su espacio, la historia ha estada marcada con manchas de sangre bien lo expresa Bernard Shaw en su obra “El hombre y las armas”. Existen filósofos de la guerra quienes esgrimen que la guerra es un acto necesario para los humanos, Clauswits, Maquiavelo, Napoleón, Montgomery, no obstante, haciendo alusión a la frase que dice “si buscas la paz, prepárate para la guerra”, existe una reseña de basta reflexión sobre el devenir de cada conflicto, detrás de las intenciones más bajas en la proclamación de la guerra existe la ambición, la ignorancia y la hipocresía.
Las naciones se formaron a partir de conflictos armados, ciertamente la historia de nuestros días provee una tesitura distinta, existe agraviante mayores a las invasiones, como lo pudiese ser una barrera comercial. Cuando el ser humano refiere que es el dueño o amo de la tierra, basta con ver las atrocidades que se comente en una guerra para romper la ceguera y el silencio creciente de lo que es capaz esta especie, es muy probable que no pueda existir la paz absoluta, pero al menos debería de existir la escasa y limitada posibilidad de tener un orden y un equilibrio.
La sed de venganza sucumbe los sentimientos loables de las personas y los descompone en pérfidos sentimientos, para los hombres de guerra la vida se entiende de un modo muy distinto, el miedo se convierte es una sombra de despojos aglutinados en una exhibición tétrica de lo peor que representa el humano. Cada independencia y cada revolución claman por ideologías distintas que son alcanzadas bajo contextos similares, la avaricia y la codicia alientan el deseo insaciable de conquista. Bien se expresa que el miedo es una herramienta, en gran medida los hacedores de la guerra juegan y celebran la incertidumbre que la guerra puede generar, el caos, la desesperación, la sombra creciente en la ciudad sin esperanza, son la consecuencia de provocar y volver a provocar. Tal vez exista una esencia plasmada en la propia naturaleza de que vincula a los humanos con la guerra, tal vez no.
La guerra es la forma de conflicto sociopolítico más atenuante entre dos o más grupos humanos, en muchas de las ocasiones justificadas por un dios. Se da tanto en sociedades tribales como en civilizadas, resultaría ser una partes esencial de la naturaleza, pero es más grave en las últimas décadas porque son más complejas, masificadas y tecnificadas, existe una afectación directa al medio ambiente. Es quizás la más antigua de las relaciones internacionales y ya en el comienzo de las civilizaciones se constata el enfrentamiento organizado de grupos humanos, con un interés particular en la economía, es decir, existen colectivos armados con el propósito de controlar recursos naturales o humanos (conflictos entre cazadores nómadas y recolectores sedentarios que sí desarrollaron el concepto de “propiedad“), exigir un desarme o imponer algún tipo de tributo, ideología o religión, sometiendo, despojando y, en su caso, destruyendo al enemigo, en lo que se podía llegar y se llegó frecuentemente al genocidio.
El aclamado autor ruso León Tolstoi describía atenuadamente ciertos escenarios que se plasman en la guerra “El cielo sin nubes estaba sombrío, las estrellas, los fogonazos de las descargas y los surcos de las bombas, que cruzaban el espacio, lucían en la oscuridad, la cabeza del puente y la gran construcción blanca de la batería se destacaba en la negrura de la noche” (Tolstoi, 2017).
La guerra entre Rusia y Ucrania nos recuerda lo endeble y frágil que es la estabilidad humana, del mismo modo refleja el pensamiento obcecado que guía al hombre al valle de la muerte y al son de la destrucción. En los últimos 100 años se han presentado más de 60 conflictos armados entre naciones según datos aportados por Thomas Piketty en su obra “El capital en el siglo XXI” (Pikety, 2014). Los idealistas podrían esgrimir que nos encontramos en la antesala de un despertar de conciencia, o en la cercanía de la agonía inocua del final de los días. Quienes no conocen su historia están condenados a repetirla, quienes van en contra de su naturaleza desaparecen, ¿acaso la naturaleza del hombre esta vinculada con la guerra? Me gustaría creer que no.
In silentio mei verba, la palabra es poder.
Bibliografía
Pikety, T. (2014). El capital en el siglo XXI. Ciudad de México: Fondo de cultura económica.
Tolstoi, L. (2017). El sitio de Sebastopol. En L. Tolstoi, El sitio de Sebastopol (pág. 65). Ciudad de México: Editores Mexicanos Unidos.