Clasistas, racistas, hipócritas, sinvergüenzas, corajudos… con esto y más se han encargado las hordas lopezobradoristas de descalificar a los críticos del presidente Andrés Manuel López Obrador, cumplen la orden de lanzarse contra quienes han realizado algún señalamiento por la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, agresivos siguen el guion marcado por el discurso de la conferencia matutina, esa estrategia de comunicación que consiste en invisibilizar las críticas y la obligación de rendir cuentas que tienen todos los funcionarios públicos anteponiendo cualquier estupidez.
De la nada, López Obrador fijó el objetivo al señalar en la mañanera que la nota principal de varios medios de comunicación había sido “una señora que estaba vendiendo tlayudas. Entonces, con un desprecio. Qué poco conocen México, las culturas de nuestro país, ya quisieran comerse una tlayuda. O sea, ¿qué quieren?”, después, para fijar con un chiste, el presidente preguntó “¿cómo se llaman las tortas de Estados Unidos?” para establecer que quienes prefieren las hamburguesas es porque pertenecen al grupo conservador, “es mucho el racismo, el clasismo y el coraje ¿no?”.
En las benditas redes, desde la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, hasta el más anónimo fiel tetratransformista, comenzaron la andanada contra quienes tienen una visión elitista y clasista del AIFA -como dijo el presidente-; una vez más, la “oposición”, en vez de elevar el nivel del debate, comenzó el intercambio de insultos y cualquier cuestionamiento o crítica seria se cambio por los comentarios sobre la vendedora de tlayuda.
El problema de banalizar así la discusión pública es que todo se pierde en chistes, casi todos muy malos, cuyo propósito es llamar la atención del presidente para así obtener alguna fama, la nota a la que se le da seguimiento es a la respuesta sagaz, agresiva o el insulto que algún opositor realice. Peor aún, la rebambaramba mediática que se construye para evadir responder los cuestionamientos serios, permite que los fieles tetratransformistas realicen una defensa bobalicona de las políticas públicas de la administración lopezobradorista.
Damián Alcázar, un actor fiel a López Obrador, es un ejemplo del reduccionismo, en un tuit asestó: “Destilan odio y clasismo contra nuestros vendedores ambulantes que son parte de la historia de México. Pero eso sí, en campaña andan puesto por puesto fingiendo que les interesa el pueblo. No solo son racistas, son hipócritas y sinvergüenzas”. Es decir, para el actor, la vendedora de tlayudas en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles le parece que representa al pueblo bueno del que se aprovechan los políticos de siempre y justifica el comercio ambulante indicando que ya son parte de nuestra historia.
Desde la perspectiva de Damián Alcázar, la precariedad, la ausencia de seguridad social en la que viven millones de mexicanos en el comercio informal se deben de defender porque históricamente ha sido así, porque es parte de nuestro paisaje nacional; de acuerdo a la lógica de López Obrador, preferir comer una “torta de Estados Unidos” al platillo oaxaqueño nos hace malos mexicanos, ignorantes de nuestra cultura, quien prefiera una hamburguesa a una tlayuda, automáticamente pertenece al grupo conservador, es racista, corajudo y clasista, por tanto, cualquier señalamiento que se haga, carecerá de razón, no tiene fundamento y no debe ser atendido.
Como infraestructura, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles está lejos de cumplir el objetivo social por el que fue construido, no podrá atender a los millones de pasajeros que tienen al borde del colapso al Aeropuerto Internacional Benito Juárez; como mensaje político, el AIFA ya cumplió con su misión, fijar la idea de que se lucha contra la corrupción y que era necesario construirlo para destruir el que los regímenes neoliberales intentaron hacer en Texcoco. Esa zona, ayer, ya fue declarada área natural protegida, pronto el Parque Ecológico del Lago de Texcoco esconderá aquel intento de obra, como los chistes de López Obrador logran sepultar cualquier respuesta a las críticas serias.
Coda. A la discusión pública la permea la frase: quien se lleva se aguanta y, es una lástima, porque desde la Cuarta Transformación sólo se emplea la rutina del pastelazo como argumento.
@aldan