Lo que se comunica es reflejo de la proto-decisión; es decir, de todo lo que compone la personalidad de un ser humano. Lo que dice, lo que hace, es una radiografía que muestra el verdadero ser.
Por ejemplo, ¿sabemos por qué a algunos partidos políticos se les dice “de izquierda” y a otros “de derecha”? Vayamos cayendo en cuenta de cómo en la actualidad nuestro lenguaje sigue cargando de machismo, lo repetimos constantemente, y con ello nuestro cerebro sigue construyendo maneras de pensar etiquetantes y discriminatorias, actuando en consecuencia.
Antes de que las religiones y pensamiento monoteísta patriarcal ingresaran a descomponer el mundo, el cosmos tenía un origen, proyección, conformación y visión basada en lo femenino. Lo femenino es creación, es razón, es habilidad, es construcción, es fuerza, es lo que hace ecos en el universo, y sobre todo lo crea. El origen religioso de “la virgen que concibe vida”, no es más que la humanización de una realidad en donde el espacio o “virgen negra”, se contrae y crea vida o “universos” a través de la luz. El origen de todo es femenino y el equilibrio de todo es femenino.
En esa cosmovisión originaria donde el uno o el espacio se contrae y crea la luz que se proyecta al cosmos, surge la dualidad y el equilibrio: el lado izquierdo y el lado derecho del todo. El lado izquierdo se relaciona con lo femenino al ser lo que en acción se proyecta en lo creativo, emocional, intuitivo y con mayor visión para equilibrar el lado derecho, que se vincula a lo masculino, lo racional y conservador. Así, originalmente las sociedades y religiones eran matriarcales, con múltiples deidades femeninas y masculinas, donde se idolatraban más a las primeras, pues la mujer era el líder natural tanto en el plano objetivo y subjetivo, y todo se basaba en la feminidad. Inclusive el sol y la luna, originariamente eran “la sol” y “el luna” (en el idioma alemán se mantiene ese género), pues la reina Sol era la creadora y por ella existía la vida y el equilibrio, mientras el luna, era lo pasivo inerte. La mujer era la creadora y equilibradora de todo.
Pero las ideas monoteístas masculinas patriarcales, al darse cuenta de su falta de relevancia, comenzaron a pugnar por tomar fuerza, al grado de lograr apoderarse de la palabra, la visión y la construcción social. Lo anterior lo lograron a base de negar lo femenino y ocultar su poder a través de la construcción de una realidad misógina principalmente con violencia y después con base en la palabra. Lo derecho o masculino se volvió lo diestro, lo recto, lo adecuado; mientras que lo izquierdo o femenino, se volvió lo siniestro, lo torcido, lo histérico, la maldad. A las mujeres fuertes, científicas, líderes, las convirtieron en brujas, mientras a los hombres débiles, poco pensantes y prejuiciosos, los volvieron gobernantes, dirigentes y representantes del dios único y masculino. La matria (matriz) dejó de serla, para transformarse en patria (padre), los bienes matriarcales se transformaron en “patrimonio”, y en lugar de evolucionar, volvimos al oscurantismo pues no se quería equilibrar, sino dominar: “dominus”, domingo, día de “el” sol, o día de “el” dios; el mundo se olvidó de que era femenino.
El concepto de izquierda y derecha en política, no se trata de una simple denominación de que unos son representantes del pueblo y otros de los económicamente poderosos; tiene una carga simbólica de hacer menos a lo femenino para que lo masculino predomine. Se dan cuenta del machismo con el que aún nos desenvolvemos, y cómo todo eso crea civilizaciones que, de civilizados tienen poco y de discriminadores mucho.
Los “hombres” de la actualidad difícilmente hemos vivido el miedo que siente todo ser que se identifica como femenina en una sociedad carente de empatía, llena de odios e intolerancia. No podemos decir que “sabemos lo que sienten”, porque nunca lo hemos sentido, pero debemos ser empáticos y tratar de comprender cómo estamos aportando a ese mundo de terror para dejar de hacerlo y construir un entorno de amor, respeto, tolerancia y empatía, donde lo femenino vuelva a tomar su lugar, pues es evidente que el mundo se está yendo a lo profundo cada vez más y más, porque los hombres lo hemos llevado hacía allá. Lo femenino debe retomar su papel creador, dirigente y equilibrante.
Por ejemplo, algunos “hombres” se aferran a mostrar su sabiduría refutando que una mujer sea la primera Ombudsperson en un Estado, al afirmar que antes una mujer dirigió una Procuraduría de ¨Protección Ciudadana, a pesar de que son organismos totalmente distintos en estructura, naturaleza y finalidades (la Procuraduría ni siquiera era autónoma, por lo que realmente no defendía ni protegía derechos humanos). En cambio, otros “hombres” aseguran quién fue un primer Fiscal General, pero ahí no equiparan la Institución a la Procuraduría General de Justicia, ¿Y esto por qué? ¿para ilustrarnos? ¿para abonar al debate democrático? No, simplemente por su necesidad de negar el reconocimiento a un logro de las y para las mujeres, al retornar a los lugares de los que se les había desplazado.
Tenemos una oportunidad histórica para ver, escuchar y decir la palabra que haga ecos en el universo y que ayude a entender que la violencia y la discriminación sólo generan más violencia y más discriminación; por el contrario, la empatía y el reconocimiento de la y el otro como uno mismo, será el generador para transformar la realidad y no acomodarnos a la actual. Todas y todos somos femenino y masculino a la vez; todas y todos somos un único todo creador; todas y todos fuimos en distintas vidas mujer u hombre, y a la fecha lo seguimos siendo. Tú eres otro yo, yo soy otro tú, y todxs somos todx. Despertemos, acabemos con la violencia, la indiferencia, la discriminación, los insultos y el desprecio, pues hay una gran diferencia entre ser humano y ser un humano, pero muy pocos la entienden. Que caray…