No queda duda, el papel de la mujer en la sociedad es fundamental y conmemorar su día, es sinónimo de concientización a lo largo de los trescientos sesenta y cinco días del año, la violencia hacia la mujer no cede y las autoridades no encuentran la puerta correcta que les permita poner un alto a tan lamentable problemática social, se reconoce su esfuerzo, pero no es suficiente, mujeres y hombres exigen resultados, pero resultados reales, una cosa es sancionar y que bueno que se sancione a los responsables, pero otra cosa es prevenir cualquier tipo de violencia contra la mujer y es mejor prevenir que lamentar.
Las voces de las mujeres en las manifestaciones, se hacen escuchar lamentándose una y otra vez, la constante incapacidad de autoridades de todos los niveles y órdenes de gobierno, para enfrentar este problema, y no es para menos, pues muchas veces nos damos cuenta de que las autoridades no actúan no porque no lo quieran, sino porque no saben desempeñar el cargo encomendado, sin importarles su nula experiencia para atender la violencia de género.
Lamentan, que sea su propio hogar la cuna de la violencia de género, donde la figura del “patermachista” condiciona u obliga a la mujer a someterla a un yugo opresor de su libertad, violentándola en reiteradas ocasiones si ésta no obedece las órdenes que le son impuestas, en el peor de las casos privándolas de la vida o del único que aliento que las mantiene vivas, sus hijos.
Lamentan, que sea la fuente de trabajo un segundo campo de batalla para lidiar con la violencia de género, pues son los patrones quienes en su papel de “superiores” encuentran en el acoso laboral o en el hostigamiento sexual una manera de negociar los ascensos de puesto o incrementos salariales de las mujeres, sabiendo que de no aceptar este tipo de negociaciones sus oportunidades de crecer profesionalmente o de tener un mejor ingreso serán nulas.
Lamentan, que sean sus propios compañeros de trabajo quienes las obstaculicen, las limiten y las releguen en cualquier tipo de actividad laboral, decía Margaret Thatcher “puede que sea el gallo el que canta, pero es la gallina la que pone los huevos” y son justamente los huevos de los que carecen esos compañeros –recalco, varones- para aceptar que las mujeres tienen un mejor desempeño en el campo laboral.
Lamentan, que colectivos o asociaciones de mujeres sólo funjan como clubes sociales y que sus dirigentes o presidentas nada más posen para la foto de revista clasista o redes sociales, luciendo un planchado perfecto en su cabello, un vestido de prestigiosa marca de diseñador y joyas excesivamente costosas; revistas y redes sociales a las que por cierto no podrán tener acceso las mujeres que purgan una pena en los reclusorios o que están mendigando en los cruceros de la ciudad, para conocer esos logros que tanto se presumen, pero que pocas veces se dejan ver.
Lamentan, que las representantes populares a las que les regalaron el voto, se olviden de ellas y que sólo sean buscadas para las próximas campañas –si es que hay una próxima- para que les regalen de nueva cuenta ese voto o bien para tomarse la foto con frases de poca sabiduría y reflexión, como aquella que dice: “Aquí con Doña Chonita disfrutando de unas ricas gorditas, muy recomendables” seguramente así abatirán la violencia de género.
Lamentan, que cómicos, standuperos y payasos, sigan ofendiendo a la mujer cada vez que realizan una presentación en teatros, bares o cualquier otro centro de diversión, como si fuera su carta fuerte en el espectáculo –si es que a eso se le puede llamar espectáculo- para divertir y deleitar a los caballeros que acuden mofarse de los defectos o virtudes de las mujeres que son presas de esos chistes mal contados por quienes se dicen ser comediantes.
Lamentan, que no puedan vestir como les dé la gana, con escote, minifalda, pantalón entallado, ya que siempre se toparan con esas miradas lascivas e incomodas de los hombres e incluso también de las propias mujeres, que no tardaran en expresar un piropo muy mexicano o una crítica poco constructiva por su manera de vestir.
Lamentan, que sean las propias mujeres no se atrevan a denunciar los abusos e injusticias que sufren en el hogar, en el trabajo o con sus compañeros de trabajo; que no se atrevan a exigirle a los colectivos o asociaciones de mujeres que en verdad hagan algo por ellas; que no se atrevan a exigirle a las representantes populares que emprendan acciones reales a favor de la mujer.
Lamentan, que sólo el ocho de marzo de cada año se haga una marcha, se pinten de color morado los edificios públicos y privados, se hagan foros, talleres y conferencias en pro de los derechos de la mujer, para hacer conciencia del sufrimiento que viven miles de mujeres en México y en todo el mundo a causa de la violencia y que el resto del año sea como cualquier otro día o simplemente pasen desapercibidos para las autoridades.
Lamentan, que la manifestación sólo sea para algunas mujeres el momento perfecto para tomarse una foto para ser publicada en facebook o instagram y no para alzar la voz y mucho menos para hacer conciencia de la violencia de género.
Hagamos conciencia hoy, mañana y siempre. ALTO A LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES.
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