El circo/ De imágenes y textos - LJA Aguascalientes
21/11/2024

En casa materna siempre se preocuparon porque además de la alimentación, nunca faltara que leer; libros sencillos otros más complicados y claro las enciclopedias de muchos tomos. Recuerdo que cuando era niño, a mediados de los setentas, existía una revista infantil que llevaba por nombre “El Circo” su publicación era semanal pero tenía un formato y papel como el de un periódico, me gustaba porque además de estar llena de ilustraciones súper interesantes, los personajes iban narrando acontecimientos de interés general como por ejemplo, qué es una estalactita y una estalagmita, partían de ahí para presentar las grutas de Cacahuamilpa en Guerrero; pensándolo bien, nada que ver con el nombre de la revista pero llamativo sin duda alguna.

Otra publicación de esa época para el púbico infantil era “Mi Periodiquito” una edición dominical del periódico “Novedades” obviamente dedicada a los niños, en donde también se podía leer artículos interesantes; recuerdo mi favorita, uno sobre la Torre Latinoamericana, con una ilustración muy lúdica, pero con información puntual sobre el primer rascacielos mexicano.

Seguramente existían más de estas publicaciones dedicadas al selecto público infantil gustoso por la lectura o bien para iniciarlos en el mundo de las letras. Existe otra más de aquellos tiempos que por cierto pude rescatar del armario secreto de la casa de los Azocar en San Ángel, la revista lleva por nombre “Duda”, la cual también me dejaban hojear y leer, se trataba de una publicación de cosas como esotéricas, paranormales, muy extraña si; estos dos ejemplares que rescaté hablan sobre la Atlántida y sus posibles descendientes regados el todos los continentes, el laberinto, herencia extraterrestre legada a los atlantes, apocalipsis según los aztecas, o que tal la piramidología, la tracción galáctica o Tenango un pueblo mítico; unos temas súper locos que podían hacer volar la imaginación de cualquier niño.

Y si de libros se trataba, la biblioteca era ecléctica, desde El Ruiseñor y la Rosa, de Oscar Wilde, el cual por cierto leía y leía para entender el por qué del comportamiento del ruiseñor, El Héroe Desconocido, de Miguel Alemán Velasco, que ahora a la distancia no sé que hacía ahí y muchos menos por qué lo leí, seguramente me llamó la atención la palabra “héroe”, tal vez; Tiburón de Peter Benchley, el cual por cierto leí antes de ver la película, es decir a los cinco años, por eso le digo que la lectura nunca faltó pero un filtro tal vez si, pues mientras leía la novela hasta en las albercas me daba miedo nadar. Definitivamente no podía faltar “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, no puedo decir que mi libro favorito porque debo ser sincero, no entendía el final, en Tiburón era claro que el escualo se comía cuanto humano se le ponía enfrente y al final pagaba por todas su fechorías con la pena de muerte; o en el Héroe Desconocido donde la intensión de Rodolfo Martínez el personaje principal era que le hicieron una estatua; en “El Principito” no era claro, o por lo menos para el Eric de 6 años, la serpiente lo muerde y qué pasa, se muere, se regresa a su planeta con su rosa, ya estaba muerto, todo lo imaginó el piloto, qué pasó.

O que tal “Casi el Paraíso” de Luis Spota, ahí debo presumir que don Luis era amigo de mi abuelo, se conocían bien porque, además de escritor y periodista fue el primer presidente del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y don Macario Azocar fue el tercer manager de box profesional en México; así que un día llegó mi abuelo cuando yo andaba chismoseando los libreros, sacó Casi el Paraíso y me dijo “lee este, lo escribió un amigo y está muy divertido”; bueno si, divertido, pero un tanto confuso para un niño de no más de diez años, muchas cosas de las que pasaban en la novela las tuve que preguntar porque la vida aun no me las había mostrado, ahora a la distancia y quitando el recuerdo de mi abuelo y su amigo, es de mis novelas favoritas.

Pero de pronto apareció en el librero “El Caballo de Troya” de J.J. Benítez…no bueno, y cuándo los clásicos, los de cabecera de los grandes lector y escritores, porque déjeme decirle que en ese entonces yo quería ser escritor, de hecho, después de leer “Tiburón” y ver la película me aventé a hacer mi propio guion, “Ballena” más grande y feroz que un tiburón, claro que no sabía que las ballenas son puro amor y paz y no comen humanos nadando. Yo leía lo que me encontraba, sin duda había libros del Gabo, vecino de San Ángel por cierto, Fuenteovejuna pieza teatral de Lope de Vega, El Gran Teatro del Mundo de Pedro Calderón de la Barca, libros de José Emilio Pacheco; pero regresando al punto, con el simple título de “El Caballo de Troya” me llamó la atención, pensé que iba a leer sobre el mega caballo de madera que se usó en la guerra de Troya pero no fue así, me topé con un viajero en el tiempo que llega al año cero y conoce al mismísimo Jesús de Nazaret de quien narra su vida desde una perspectiva muy sui generis y que sin empacho alguno leí.

Y siguiendo con la tradición de los libros y los autores, un día mi mamá llego con un libro titulado “Anecdotario de una vida inútil pero divertida” de Fulana de Tal, su amiga quien realmente se llamaba Paulina y que sus ventas sobrepasaron a cualquier Best Sellers de la época, literal, un “one hit wonder”.

Deje que los pequeños de su casa se acerquen a los libros, casi a cualquiera, ellos mismos comenzarán a discernir y a formar su gusto por la lectura.

Hoy, precisamente hoy que no tenemos feria de libro o algún pretexto para reflexionar sobre el tema, le invito a que forme lectores y verá que les dará herramientas para vivir la vida de manera más divertida.


Pase un fin de semana en lectura. 

[email protected]

@ericazocar

 

 


Show Full Content
Previous La Purísima… Grilla: ¿Solo 2 de 3de3?
Next La FEDE en el proceso electoral 2021-2022/ Meridiano electoral 
Close

NEXT STORY

Close

Reinicia Cine Café Para Todos de la UAA

12/02/2017
Close