Ubiquémonos en aquel ya lejano 1994, aunque parece que fue ayer ya pasaron 28 años de un momento como pocos en nuestro país, me refiero a los vuelcos que experimentamos; en una sociedad como siempre golpeada por la desigualdad económica y una cúpula de poder que se jactó de por fin llevarnos al tan deseado primer mundo, aunque a ciencia cierta en ese momento no tuviéramos claro qué implicaba eso, ser como los vecinos del norte, erradicar la pobreza, ponerle fin a la corrupción, tener acceso a servicios de calidad, ganar más dinero, tener una sucursal de Disneylandia, nosotros estábamos casi convencidos que el camino era el correcto, don Carlos sabía cómo hacerlo y la confianza si bien no era plena si existía cierto grado de tolerancia a su administración; los jóvenes de aquel entonces nos emocionaba por fin tener conciertos de talla mundial en la capital del país, que tal INXS en el Palacio de los Deportes después de más de veinte años de sequía porque el género rock era asociado con vandalismo; puro atole con el dedo pero con una respuesta inmediata, sin duda estábamos camino al primer mundo; teníamos por primera vez en la historia una Miss Universo mexicana, Lupita Jones era parte de esa ilusión mexicana; el milagro por fin se cumplía, o por lo menos eso se vislumbraba en el horizonte, un dólar más o menos estable, ya sin tres ceros en la moneda todo parecía más barato y con una paridad peso dólar accesible, insisto todo en teoría, hasta que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional le recordó al gobierno que había tareas pendientes por hacer, que no todo era evolución de la clase media en las ciudades, faltaba resolver problemas en los sectores más pobres del mismo México que se acercaba con bombo y platillo al selecto grupo de los países industrializados. Pero al parece el futuro estaba garantizado bajo la cobija del mismo partido que siempre nos había gobernado, mismo instituto político una figura diferente, era Luis Donaldo Colosio Murrieta un político oriundo de Magdalena de Kino Sonora, con 44 años de edad y al parecer con todas las cartas credenciales para ser el sucesor de Carlos Salinas; sin embargo no fue así, la historia usted ya la conoce; los astros se alinearon y el milagro mexicano se nos disolvió de entre las manos, pero, realmente Luis Donaldo era la garantía, la respuesta que estábamos esperando; sabemos que existió una fractura entre el candidato oficial y el presidente de la República, una diferencia en la forma de vislumbrar el futuro, una línea de acción diferente, un modo de conducir la política que no coincidía con la que hasta entonces se estaba llevando a cabo y ponía algo en riesgo, no se si el “exitoso” crecimiento de la nación o los intereses políticos de la cúpula del poder; la cuestión es que en efecto el discurso del 6 de marzo de 1994 en el Monumento a la Revolución en la ciudad de México cambió el rumbo de la vida política del país, el candidato oficial quedo vulnerable: “Yo veo a un México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso (…) Yo veo un México con hambre y sed de justicia (…) ¡México no quiere aventuras políticas!. ¡México no quiere saltos al vacío! ¡México no quiere retrocesos a esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficientes! ¡México quiere democracia, pero rechaza su perversión: la demagogia!” Como dato curioso, para todos aquellos supersticiosos, en aquella ocasión el escenario del Monumento a la Revolución connotaba una cruz (religiosa) topada por el escudo del PRI en la parte superior y el candidato al pié de la misma.
Pareciera que Luis Donaldo se salió del huacal, que no garantizaría la continuidad del proyecto de nación de la administración saliente, ya no era aliado sino enemigo, tal vez.
Pareciera que todo estaba montado para el crimen perfecto, Lomas Taurinas era en ese momento una trampa perfecta, difícil de cubrir incluso para el Estado Mayor Presidencial que, curiosamente falló con el diamante de protección para el mal logrado candidato. Hasta el momento meras especulaciones, pocos datos precisos, muchos Aburtos como muchos subcomandantes Marcos, confusión, descontento, sorpresa, incluso miedo; el segundo de los muchos acontecimientos que marcaron aquel 1994 dejaron claro que con una administración fuerte no se juega.
De haber llegado Colosio al 21 de agosto de ese 1994 qué hubiera pasado, Diego en segundo y Cuauhtémoc en tercero, a qué escenario nos hubiéramos enfrentado, ya se que todos decimos que el “hubiera” no existe, pero queda la duda, Luis Donaldo era la respuesta a todos los males de ese momento, Colosio pudo haberle dado la vuelta al esquema para bien, este México sería diferente al que ahora vivimos, estaría Andrés Manuel en el poder, no lo sabemos; lo único que yo alcanzo a visualizar desde mi miope perspectiva es que Colosio Riojas está haciendo ruido en el escenario político nacional de 2024 en un instituto político que no es aquel donde militaba su padre, que Movimiento Ciudadano crece pero no creo que les alcance para ganar la presidencia con el hijo del único candidato priísta que públicamente se reveló al sistema de ese entonces, que Luis Donaldo hijo tendrá que demostrar que no es el nombre lo que hace que las personas lo volteen a ver sino su propuesta de nación, su individualidad, por el mismo, no por su padre; el México que nunca fue no es el México que Colosio Riojas vive, es un Monterrey que no tiene precedentes, es un país que necesita reinventarse, restaurarse, hemos vivido en un sistema cíclico que por más que los dueños del poder en su momento quieran hacer las cosas bien, el ADN político mexicano no se los permite.
Recordando a su padre en un aniversario luctuoso más, Luis Donaldo Colosio Riojas tiene un gran peso en su espalda, lo cual, será difícil de quitar para demostrar que por él mismo podrá ser el político que está esperando esta nación.
@ericazocar