Hay un dicho popular que dice que la confianza es lo contrario a la “nada” porque lo es “todo”. Politólogos, sociólogos y juristas han comprendido que la confianza facilita las relaciones interpersonales y enriquece el tejido social. La confianza consignada por la Encuesta Mundial de Valores también mide la confianza en las instituciones, más que la confianza interpersonal.
La confianza puede derivar en credibilidad, respecto al compromiso de un Gobierno, al instaurarse o no plenamente el Estado de Derecho; la confianza sirve como detonante de una mayor y más consciente participación de la ciudadanía en los asuntos de la vida política, e incluso económica de un país. Mediante la confianza la desigualdad disminuye (coeficiente de Gini)
La confianza social o interpersonal se ha medido durante varias décadas y en varios países a través de la pregunta general “¿Se puede confiar en la mayoría de las personas o no se puede ser tan confiado al tratar con la gente?” El porcentaje que elige la opción “se puede confiar en la mayoría de las personas” suele tomarse como el nivel de confianza social que hay en un país en un momento dado.
La Encuesta Mundial de Valores arroja que en países como Noruega, Suecia o Finlandia el nivel de confianza social se encuentra entre el 50 y 70 por ciento, mientras que en países como Perú, Colombia y Brasil el nivel de confianza social oscila entre 5 y 10 por ciento. Estas sociedades son las que registran los niveles más altos y más bajos de confianza de esa encuesta internacional. México registró un 22 por ciento de confianza interpersonal, el cual queda por debajo de un promedio de 28 por ciento registrado en 56 países. Los resultados de la ENAFI confirman que entre los mexicanos impera la desconfianza.
Uno de los elementos clave para comprender la desconfianza lo proporciona la desigualdad, a mayor desigualdad mayor desconfianza y viceversa, los países donde los deciles de menores y mayores rentas no presentan una brecha mayor, los contrastes sociales son imperceptibles a diferencia de aquellos donde las clases sociales están muy marcadas por la disparidad en el ingreso.
Como se desprende de las gráficas, las instituciones pueden mitigar tensiones y contrarrestar una baja confianza. Sin embargo, con un Estado de Derecho débil, contratos incompletos, entidades de protección del consumidor débiles y regulaciones obsoletas, la desconfianza es un obstáculo enorme para la inclusión financiera.
El estado de derecho es más prevalente en los países de la OCDE que en el resto del mundo. Resulta llamativo que, pese a su estatus de ingreso medio, América Latina y el Caribe presenta un Estado de Derecho más debilitado que el de los países del resto del orbe, la carencia de confianza le afecta de manera sustantiva en materia de cumplimiento de contratos y confianza en las autoridades particularmente cuando se requiere llevar a cabo una denuncia de hechos buscando la intervención de la justicia.
Se requiere avanzar tanto en el eje del pensamiento secular racional como en el de los valores de expresión individual para lograr que entre pares prevalezca un ambiente de confianza mutua; esto normalmente se obtiene mediante la educación y el acceso a bases sólidas del conocimiento y el ingreso. En los continentes perceptuales de la Europa católica y protestante proliferan con mayor abundancia que en la Europa ortodoxa. Se logran mejor en Japón que en China y en Australia y Nueva Zelanda que en los EEUU.
En América Latina la proporción de las personas que confían en las otras personas es muy bajo y por ello anhela tener climas de mayor seguridad. De hecho, en México se prefiere la seguridad a la libertad e incluso a la propia igualdad, se piensa que deben destinarse más recursos para la seguridad pública, en términos de policías, armamento y patrullaje, que en atender las carencias y necesidades que propician la inseguridad humana.
En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que se hace eco de los principios de la seguridad humana, se pone de relieve «un mundo sin pobreza, hambre, enfermedades ni privaciones … un mundo sin temor ni violencia … un mundo en el que haya acceso equitativo y generalizado a una educación de calidad en todos los niveles y para todas las personas. Un mundo en el que la confianza se haga hábito.